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"Escribo para no enloquecer"

Valeria Schapira, autora de "Hola 50" y "Hombres: manual de la usuaria", utiliza la escritura para sanar sus heridas, plasmar sus vivencias y procesos personales con la esperanza de que ayuden a quienes atraviesan realidades similares a la suya.

Por Astrid Moreno García
| 29 de marzo de 2021

La comunicadora social, escritora y experta en vínculos Valeria Schapira va en contra de la corriente antes de que se pusiera de moda ser rebelde. Autodenominada como “una feminista desde siempre”, la rosarina asegura que su forma de luchar por los derechos de las mujeres no está de moda y es por eso que no la consideran una escritora feminista.

 

“Gorda”, “egoísta por no querer tener hijos” y “que odia a los hombres” son algunos de los insultos que le dijeron a lo largo de su carrera, sin embargo se niega a dejarse opacar por las críticas y remarca que pagó “precios altos por adelantarse a los tiempos”. Con su nuevo libro “Hola 50” pone sobre la mesa un tema ignorado: “la discriminación por edad”.

 

Mientras calentaba el agua para hacerse uno mates y se daba un descanso de diagramar las travesías de su proyecto multiplataforma, “Viajo sola”, Valeria se tomó un tiempo para hablar con Cooltura sobre su vida, cómo utiliza la escritura para mantenerse cuerda y de las heridas que le tomaron tiempo sanar.

 

—Sos experta en vínculos...
—No tengo título de ninguna universidad, pero hace muchísimos años, más de 20, escribo sobre relaciones vinculares, amigos, parejas, familias y vínculos sociales. Viene de ahí la “oficialización” de ese título, vino de la mano de “Match.com”, que fue el primer portal del mundo de dating y las citas por internet. Trabajé con ellos durante seis años en relaciones para Latinoamérica, era la vocera, generaba contenido y hablaba sobre temas vinculares.

 

—La mayoría de tus libros están inspirados en tus vivencias...
—Generalmente mis libros van acompañados de procesos personales, en una época me disculpaba por mi autorreferencialidad, ya no lo hago más porque comprendí que la única manera de narrar que tengo es desde mi y desde lo que vivo. No siempre, porque mis primeros dos libros son sobre entrevistas, pero suelo escribir de cosas que sirven para la vida, como “Hombres: manual de la usuaria” que fue un híbrido que tiene categoría de libro o “Adiós: Cómo afrontar la partida de nuestros mejores amigos”, que habla sobre el duelo de perder una mascota. Ambos fueron escritos a pedido, pero consideraba a los temas interesantes, útiles y resonaban en mi vida.

 

—Sobre “Hola 50”, ¿hay un prejuicio hacia al envejecimiento, en especial por el de las mujeres?
—Vivimos en una sociedad que no solo se niega a hablar del envejecimiento, sino que elimina por edad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el edadismo —discriminación por la edad— es la principal causa de discriminación en el mundo, más allá de la raza, religión y el género. Aparece en detalle y en cosa más de facto, cuando ves, por ejemplo, titulares como: “Jennifer Aniston espléndida a los 50” es como una doble discriminación por edad y por género. Es muy raro que a un hombre se le adjudique esa característica. Hay un doble señalamiento, sobre todo para las mujeres. Después se puede llevar al ámbito laboral, depende mucho de cada cultura, pero hay lugares donde ni siquiera se le pregunta a la persona la edad para un trabajo.

 

—¿Creés que la sociedad argentina discrimina por la edad?
—Es tremendo. La sociedad argentina es prejuiciosa, discriminadora y de valores superficiales, estoy haciendo una generalización, no quiere decir que cada argentino es así. Pero se ve en los medios y en la publicidad, recién ahora empezaron a incluir gente "común" porque antes, y en la actualidad un poco también, es raro ver gente mayor. Hay un capítulo en mi libro sobre este tema, somos el segmento de mayor poder adquisitivo, en general la gente empieza a tener una cierta tranquilidad económica después de los treinta y pico o cuarenta. Pero qué loco, te venden viajes que son onerosos o cremas antiarrugas y te las promociona una piba de 25 años. Hay excepciones, pero siempre está todo orientado a los jóvenes, como si vos después de los 40 o 50 no existieras más, no pudieras empezar un nuevo proyecto, no tuvieras sexo o no salieras en citas. Tengo 50 años y todo eso me ocurre, por suerte.

 

—¿Siempre escribiste sobre tus procesos personales?
—Siempre fui así. Escribo para no enloquecer y lo hago desde que tengo cinco años, cuando mi mamá mandaba poesías que escribía a los diarios para que me publiquen. Supe desde siempre que iba a ser escritora, es algo con lo que se nace, no estudié. Supongo que lo hago porque lo necesito, no me lo pregunto tanto, cuando me ocurre algo lo canalizo ahí. Por ejemplo, en el artículo sobre mi madre sentí la necesidad de canalizar mi angustia y a la vez y ayudar, a través de mi vivencia, a la gente, por eso cuando me dicen que escribo autoayuda, yo escribo empatía, lo hago en primera persona sobre cosas que le están pasando a un montón de personas allá afuera que a lo mejor no saben, no quieren o no pueden plasmarlas en algún lugar, pero las leen y dicen: “A esta mina le pasó lo mismo que a mi, salió adelante, sobrevivió y es feliz, mirá todo lo que le pasó y a pesar de todo vive”.

 

—Le dedicaste una de tus columnas a la balanza y la presión de ser delgada...
—Yo creo que detrás de cada uno de nosotros siempre llevamos heridas que tenemos que trabajar mucho para superarlas. Yo puedo estar súper delgada y verme gorda, son distorsiones corporales. Vengo de una época que ha sido muy tiránica con respecto a las elecciones personales y que te decían “¿Por qué vas a estudiar esa boludez?, te vas a cagar de hambre” o donde "la gorda" era discriminada y no entraba al boliche. A mí en el laburo me decían "la gorda" y se reían, capaz que me reía con ellos para ser parte, pero no es divertido, salía por las calles de Rosario y me gritaban “dale gorda corré”. Qué grado de crueldad entraña, porque una persona no debería decirle eso a otra.

 

—Fuiste muy cuestionada hace unos años por decir que no querías tener hijos ¿seguís siéndolo?
—Ahora menos, yo he pagado precios altos siempre por adelantarme a los tiempos. Ahora es “cool” decir que no querés tener hijos, yo nunca quise tenerlos y siempre lo dije, pero bueno ya nadie se horroriza tanto. Igual a veces leo algún comentario y dicen cosas horribles, pero actualmente esas luchas ya están aceptadas socialmente, ni siquiera son tales, sino más bien decisiones, no querés tener hijos y no pasa nada. Quizás decirlo hoy está bárbaro y mucha gente se hace eco, pero si lo hacías hace 15 años eras rara, un monstruo, te ibas a quedar sola, eras egoísta y todas esas boludeces que fui escuchando.

 

—Tus libros no suelen estar encasillados en la literatura feminista, ¿A qué pensás que se debe eso?
—Porque no entro en el feminismo que está de moda, yo soy feminista desde siempre porque siempre he defendido los derechos de la mujer y esa es la base del movimiento: los derechos, libertades y posibilidades de vivir como deseamos y no en los hostigamientos a los que nos somete la sociedad. Cuando hacía televisión me decían feminista y me insultaban por eso, porque era sinónimo de odiar a los hombres, y no es así. No me catalogan entre las escritoras feministas porque tiene que ver con otra cosa que yo abordo en “Hola 50” y es que el feminismo actual por ahí es simbolizado en pibas jóvenes, que por supuesto tienen causas y luchas que son buenísimas, pero en general no visibilizan a la mujer mayor, las causas se limitan a cosas como el aborto, pero no se visibilizan otras como la discriminación por edad. Quizás no esté de moda lo que yo muestro.

 

—¿Cómo nació “Viajo Sola”?
—Fue hace dos años cuando murió mi perro “Yogui”, sumado a los 50, que vinieron después, y a todas las cosas que me fueron pasando. Dije: "Yo no pierdo un segundo más y voy a hacer cada segundo de mi vida lo que quiera". Fue entonces que empecé a recorrer el mundo en 2019, todo un año de viajes por el mundo muy emocionantes. El último gran viaje fue a la Antártida, después vino el confinamiento y quedé encerrada como toda la Argentina. Apenas se abrió todo empecé a moverme otra vez, si bien los viajes al exterior son muy complicados, a mí el país me encanta, así que volví a ponerme en movimiento y ahora hago muchos viajes en tren, lo que realmente me fascina, he ido a Mar del Plata y a Rosario. A veces me dicen que soy influencer y yo lo considero un demérito porque significa que influencio a otro en sus decisiones y yo puedo motivar a alguien a viajar solo, pero la base de todo esto es el periodismo.

 

—¿Sumarías San Luis a tu recorrido?
—¡Por supuesto! No conozco casi nada de la provincia, he pasado alguna vez cuando recorremos en auto con mi exmarido. No he vuelto desde entonces, pero me encantaría y además otra cosa que me gustaría hacer es recorrer Argentina completa en auto, pero bueno ahí se presenta un tema que tiene que ver con ser mujer. No es que no lo pueda hacer, pero considero que lo tengo que tener todo bastante armado para que no me agarre la noche en algunos lugares. Hay riesgos, digámoslo ya que estamos todos los días abordando cuestiones importantes como “Ni una menos”. Viajar sola está buenísimo, pero tiene más riesgos que viajar solo para un varón. Supe desde siempre que iba a ser escritora. Supongo que lo hago porque lo necesito, cuando me ocurre algo lo canalizo ahí"

 

—Hablando sobre los riesgos, ¿es por eso que se llama “Viajo sola”?
—Después de ponerle el nombre alguien me hizo acordar a las mochileras asesinadas, era algo que yo no tenía en mi cabeza. A mí, por el contrario, me remitió a una película italiana que se llama así y cuenta la guía de una chica de cuarenta y tantos que se pelea con la pareja y no tiene hijos, también me resonó la historia, y esto de mostrar que se puede vivir distinto. El viaje sola tampoco tiene que ser con una mochila, soy una mina de 51 años que ha viajado low cost y ahora también me gusta tener algunos estándares de comodidad, por su puesto que viajo en transporte público, pero no tiene que ser de mochila nada más, sino que puede ser a cualquier edad, de cualquier manera y con cualquier presupuesto. Trato de mostrar diversidad y motivar, a las mujeres sobre todo, a iniciar esta travesía exterior, pero que a la vez es interior, después de que te animaste a dar el primer paso empezás a conectar con un montón de cosas tuyas que ni sabías que existían. Viajar en tren mirando la ventilla te lleva a una meditación y conectarte con otras cosas, si vas con amigas o una pareja no ocurre lo mismo

 

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