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La casa de la "Negrita" Bustos, un lugar de encuentros

La música cuyana y el folclore nacional nunca dejaron de escucharse en la voz y las guitarras de los mejores conjuntos y solistas que visitaban la tradicional morada.

Por Johnny Díaz
| 11 de abril de 2021
En la casa cuyana. Arriba: Cristina, Benicio, Silvana, Rubén, Jorge y Mateo Rosales y Evelyn. Abajo: Modesta "Pocha", Thiago, Cristina y Susana "Moni" Bustos. Foto: Marianela Sánchez.

Muchas veces cuando se habla de tradición, el concepto puede adjudicarse a un lugar. Sobre todo si allí se arman con asiduidad juntadas criollas, con música y comidas que las identifiquen. Donde cada uno pueda mostrar cómo caminan sus dedos en el diapasón o los trinos de las afiladas gargantas.

 

Las hay en casi todo el país y en cierta manera van adquiriendo una peculiar fama que viaja de boca en boca o de guitarra en guitarra. San Luis no es la excepción, la tuvo en la desaparecida Casa del Viento y en la todavía vigente de la "Negrita" Bustos, en Aristóbulo del Valle 115. La "Negrita" en realidad se llamaba Susana Filomena Páez, hija de Catalina del Carmen Cucurutto y de Francisco Caraciolo “Cacholo” Bustos.

 

Todo comenzó a instancias de uno de los hijos del matrimonio, Marcial “Poroto” Bustos, que trabajaba en la Dirección del Agua y tenía un montón de amigos, entre ellos quien años después se convertiría en Juanón Lucero, un músico muy reconocido en Cuyo.

 

 

 

“Poroto”, con mucha habilidad para cocinar y asesorado por sus padres, organizaba reuniones en las que se comía empanadas, carne con cuero y carne a la masa que fueron ganando buena fama.

 

Aprovechando que don "Cacholo" tenía en el fondo de su casa hornos de barro, las hijas, Susana "Negrita", Rufina, Cristina y Modesta, le pusieron una onda comercial a sus especialidades y trabajaban para eventos, como por ejemplo casamientos, aniversarios y cumpleaños de 15. Rápidamente y como si fuera un despertar, la casa de "Cacholo" Bustos se convirtió en un escenario gastronómico de comidas criollas. En relación a los famosos hornos de barro, Jorge, uno de sus nietos, dice que cada uno de ellos tenía una capacidad para siete bultos de carne con cuero. "Le entra un animal completo, imagínese usted la superficie que tiene", dicen hoy sus hijas.

 

Cristina y Jorge Rosales evocan aquellos años: “Cuando había un evento, los camiones ingresaban hasta el fondo de la casa para descargar los animales a faenar, unos iban a un corral, otros eran sacrificados y después deshuesados por Rufina. Se preparaban los bultos, condimentaban y ataban con alambre y pasaban al horno, que previamente había sido encendido y tenía la temperatura adecuada. Mientras tanto, otros hacían el picadillo y armaban empanadas", dicen con orgullo.

 

“Elaborábamos pollos, lechones, corderos, empanadas, chivos, las carnes con cuero y a la masa, siempre comidas tradicionales, nunca nos salimos de lo que sabíamos hacer", agrega Cristina.

 

 

 

La gente comenzó a hablar de la casa de don "Cacholo" y se sucedieron muchísimos eventos, por lo que decidieron sumar a varios familiares al grupo. "Todos colaborábamos de manera integral, cada uno tenía una tarea asignada. Mi tío 'Poroto' estaba hasta en los mínimos detalles y era quien asignaba las tareas, nunca tuvimos quejas de nuestros clientes y vecinos que se acercaban los fines de semana en busca de algún plato típico", describe la anfitriona.

 

"Otro recuerdo lindo es cuando mis tíos, 'Negrita' y 'Chichi', tenían un puesto de achuras en el Mercado Central, eran los achureros del centro de San Luis", evocan hoy sus familiares.

 

Con los años, 'Negrita' Bustos tomó las riendas de la casa. Con mucha responsabilidad, asumió el rol legado por su padre. La estructura familiar no se resintió, al contrario, fue en un verdadero auge a tal punto que los amigos cosechados a lo largo de tantos años fueron incrementando la fama de la casa.

 

Por ahí pasaron cientos de músicos y cantantes de Cuyo y del país, como Los Cantores del Alba, (los originales). Los Indios Tacunau, Los Trovadores de Cuyo, el mismo Juanón Lucero, Pedro "El Bisleño" Palacios, César Arenas, Los Cantores del Manantial, Raúl "El Sapo" Mendoza, Carlos Benavídez y Anselmo de Mendoza. También varios periodistas, entre ellos Enrique "Quique" Quinteros, que transmitía en vivo por una conocida FM su programa folclórico; Marra Rivas, "Rulo" Ñañez y "Cachito" Suárez, por nombrar algunos de los infinitos músicos cuyanos que por largas horas entonaban cuecas y tonadas hasta las primeras horas del día siguiente. Esas reuniones comenzaban después de las peñas. "Venían con mi tía 'Negrita', que era de ir mucho a esos eventos. Hay un libro en el que los visitantes estampaban su firma acompañada de algún comentario del lugar y del momento vivido", recuerda la familia.

 

 

 

"Eran verdaderas noches folclóricas nacidas de la amistad y en las que nunca hubo dinero de por medio, todo era a pulmón y por la amistad que teníamos. Cuando venían no solo salían asados y empanadas, muchos querían comer tallarines, un guiso o arroz con pollo y también se hacía. Además compartíamos con todos un buen vino", asegura Cristina.

 

Jorge señala que la fama alcanzada atrajo a gente ligada a la política y comenzaron a contratarlos para sus actos. "Para uno de ellos hicimos carne con cuero y más de 5 mil empanadas, fue una linda experiencia, difícil de olvidar. Había empanadas por todos lados".

 

Modesta "Pocha", otra de las hijas, brinda detalles de cómo se organizaban para trabajar, y cómo se calentaban los hornos antes de empezar la cocción. "Era mucho lo que había que hacer, pero somos una familia muy unida y trabajábamos en conjunto, siempre fue así, para los cumpleaños venía gente de todos lados, hasta de San Juan y Mendoza".

 

Cristina señala que a la familia Bustos siempre le gustó la gastronomía, hacer comidas criollas. "En el Puente Blanco estaban mis tíos Alfonso Correa y Juan Flecha, siempre manteniendo vivas las costumbres y tradiciones", dice.

 

"Lamentablemente mi tía 'Negrita' se enfermó, el cigarrillo le hizo mucho daño, la depresión y la diabetes la dejaron en silla de ruedas, y desde ahí nada fue igual. Ella murió a los 78 años, el 18 de mayo de 2018. "En el sepelio varios conjuntos de San Luis, la acompañaron con tonadas, un acto muy emotivo. Desde ahí todo fue distinto. Una pena, porque fue una gran mujer, muy familiar, servicial y de cultivar la amistad, no tuvo hijos, pero sí sobrinos y ahijados que siempre la recordamos con mucho cariño", puntualiza Jorge, mientras enjuaga sus ojos envueltos en lágrimas que le cuesta esconder.

 

Don Francisco Caraciolo “Cacholo” Bustos se casó en primeras nupcias con Ángela Correa y después con Catalina Cucurutto. Tuvo seis hijos: Marcial "Poroto", Marcos "Chichi", Rufina, Ricardo "Tete", Modesta "Pocha", Cristina y una hija del corazón, Susana Filomena Páez (La "Negrita" Bustos), además de doce nietos.

 

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