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A Eyherabide le dieron dos balazos, el último fue el tiro de gracia

Lo consideró la médica forense Laura Gómez. El primer disparo fue por la espalda, el otro, en la cabeza.

Por redacción
| 14 de abril de 2021
Forense. Laura Gómez aclaró que la víctima fue ultimada a corta distancia. "A no más de medio metro", reveló. Foto: Nicolás Varvara.

"Eyherabide fue herido primero por la espalda, a corta distancia, de abajo hacia arriba. Ese disparo perforó un pulmón, rompió la tráquea y salió por la nuez de Adán. Fue una herida mortal porque le ocasionó un shock hipovolémico. Tras caer decúbito ventral recibió otro disparo, en el occipital derecho, sin orificio de salida. La bala, calibre 38, quedó alojada en la base del cráneo. Fue el tiro de gracia, para asegurar su muerte”, precisó ayer la médica forense Laura Marcela Gómez, la encargada de practicar la autopsia a Jorge Eyherabide, el productor rural asesinado entre fines de julio e inicios de agosto de 2018. La profesional declaró ayer en el juicio contra Samuel Nuarte Bianchi, un empleado de la víctima. Con la calma que trae consigo la experiencia, explicó cuáles fueron las heridas que sufrió el hombre.

 

La médica fue la segunda persona en declarar ayer ante el tribunal que preside Hugo Saá Petrino y cuyos vocales son Sandra Erlich y Fernando de Viana, aunque este último intervino en el debate por videollamada.

 

El imputado solicitó ampliar nuevamente su declaración. En esta ocasión aclaró que cuando viajó a donde Eyherabide tenía su campo, en San José de los Chañares, cerca de Saladillo, fue a buscar una escalera metálica y un grupo electrógeno. Dijo que era un mandado ya convenido con su patrón, antes de que este desapareciera.

 

Sin embargo, lo más contundente de la audiencia fue el relato en detalle que hizo Gómez sobre la manera en que ejecutaron al productor rural. "El cuerpo estaba envuelto en bolsas de arpillera, atado con alambres, en avanzado estado de descomposición, aunque el agua del dique y la baja temperatura que había allá por agosto ayudaron a que esa descomposición avanzara más lentamente. Llevaba al menos once días en el agua", refirió la médica.

 

"La víctima tenía dos orificios de bala y presentaba un golpe, una lesión en el cuero cabelludo. Le dispararon por la espalda, a muy corta distancia. El primer disparo fue mortal, porque le provocó un shock hipovolémico (NdP: un gran sangrado). La bala ingresó por la escápula derecha, hacia adelante, y salió por la nuez de Adán. Previo a ello, le perforó un pulmón, lo que le provocó el sangrado masivo", explicó.

 

Indicó que tras caer boca abajo, al hombre le dieron el otro disparo “que ingresó por el occipital derecho, sin orificio de salida, ya que el proyectil, calibre 38, quedó alojado en la base del cráneo, en una zona que llamamos Silla Turca. Sin dudas, fue un tiro de gracia, para asegurarse de que estaba muerto", consideró Gómez.

 

En la ronda de testimonios de la segunda jornada, una testigo repasó una prueba que resultó contundente para los investigadores y que complicó seriamente a Nuarte Bianchi. La hizo la bioquímica Carla Rodríguez y fue un dermotest, una pericia que permite detectar en las manos de una persona restos de los componentes de la pólvora. Dio positivo en la mano derecha, no así en la izquierda.

 

La licenciada, que se desempeña en el Laboratorio de Química Legal de la Policía, subrayó que también hicieron la pericia conocida como Luminol, tomaron muestras del cuerpo de Eyherabide para análisis de ADN y estudiaron hojas que el cadáver tenía adheridas y que eran compatibles a las de los árboles y plantas de la casa de la víctima.

 

También declaró Romina Lusa, quien tenía una estrecha amistad con Eyherabide y era una de sus locatarias en los departamentos que alquilaba en esta ciudad. Ella contó que la relación entre Nuarte Bianchi y su patrón era muy buena, de confianza  y amistosa.

 

Pero también evocó que el ahora imputado llegó una noche de agosto a conversar con ella porque "había notado raro a Jorge" y presuntamente le había pedido que se fuera, que dejara de trabajar en el campo, porque tenía previsto un viaje. "Me contó que Jorge lo había corrido como a un perro, que lo había maltratado. Todo eso antes de irse supuestamente de viaje. En medio de la charla, ya de madrugada, se quebró y lloró. Yo lo tranquilicé, pero luego se fue", narró la mujer.

 

Lusa calificó a Eyherabide como "una muy buena persona, generoso, muy dedicado, que trataba de ayudar a quien necesitara una mano. Tal es así que él se fue a vivir al campo y desocupó el departamento en el que vivía para alquilármelo. Gracias a ese gesto no me quedé con mis hijos en la calle. Ese era Jorge", recordó Lusa.

 

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