“Desde que empecé en el periodismo la Argentina estuvo cada vez peor”
El ex "CQC", conocido por sus careos a funcionarios y empresarios, afirma hacer un periodismo responsable con una mirada amplia y un fin social. Su habilidad para correr telones e iluminar irregularidades lo llevó en muchas ocasiones a “arruinar negocios espurios o puestos políticos en disputa”.
Si hay un hombre que pisó todos los rincones del país en busca de injusticias y sumergió las piernas en el barro para destapar los hechos de corrupción más sórdidos es Gonzalo Rodríguez. Sin embargo, muchos lo conocen como "Gonzalito", un diminutivo que lo acompaña desde sus comienzos como notero en "CQC" y que lo seguirá por siempre.
Gonzalo se dedica hace 20 años al "periodismo responsable". Al principio, las historias llegaban a él a través de mails que las personas enviaban al programa de Cuatro Cabezas. Luego, cuando "CQC" no fue más que un recuerdo de un buen programa de investigación periodística mezclada con humor, la gente todavía buscaba al hombre de traje y lentes de sol que se enfrentaba cara a cara con George W. Bush, con un funcionario que no terminaba las obras sanitarias prometidas o con una obra social que se negaba a cubrir un tratamiento.
Así nacieron los segmentos "Cadena de favores" y "Proteste ya", en "CQC", y "¿Por qué no?", más conocido como "PQN", en el noticiero nocturno de Canal 9. Con nombres distintos, pero el mismo formato, "Gonzalito" continuó haciendo lo que mejor le sale y lo que más le gusta: ayudar a la gente a través del periodismo de investigación.
No es casual que al poner Gonzalo Rodríguez en Google entre las búsquedas más frecuentes aparezca la pregunta "¿cómo contactar a ‘Gonzalito’?". La respuesta es simple: por cualquier medio. El periodista aseguró que sus redes sociales, su WhatsApp, su mail e incluso las líneas telefónicas de su actual programa de radio "Tardes Bestiales", en la Rock and Pop, están abiertas para cualquier pedido de ayuda.
"Mi teléfono parece un call center de reclamos", dijo sin ninguna molestia ni ironía. Y alentó: "Sigan enviando sus reclamos, porque planeo continuar haciendo periodismo responsable".
—Estuviste internado 20 días por COVID-19, ¿cómo estás ahora?
—Estoy entre un 65 y un 70 por ciento de mi capacidad pulmonar. Fue una piña contra la pared, uno va a 250 kilómetros por hora y de repente la enfermedad te agarra y te dice "quédate quieto que primero te analizo, veo cómo estás y después te interno". Mientras estás en el hospital es una incertidumbre total, no sabés qué va a pasar porque por momentos necesitás oxígeno, pero no sabés si te tienen que dar más y empezás a pensar "¿me recuperaré rápido o no? ¿Tengo que entubarme o no?", y después viene la traqueotomía. Son muchas preguntas que se hace uno y los médicos también. Mientras tanto, la enfermedad hace la suya.
—¿Cuál fue tu mirada, como periodista, de la pandemia desde adentro del hospital?
—Hice una especie de cobertura periodística in situ. Entré a la clínica, estuve en mi casa y fui confinado al sistema. Por suerte me trataron muy bien, conseguí lugar de casualidad, porque había muy pocas camas, el sistema está explotado. No llegué a tener miedo pero cuando estaba dentro del sanatorio me decían que las camas estaban todas ocupadas. Cuando, como periodista, lo vivís desde adentro, después hacés una mirada no solamente de la foto, sino de la película, y decís "qué pobre está el periodismo en la República Argentina". Hablan casi todos detrás de un escritorio o de un micrófono y hay muy poca gente que está en el centro de la batalla, en la trinchera de verdad, para contar cómo se vive. Uno recibe datos, los sabe transmitir y analizar, pero cuando estás ahí, como el corresponsal de guerra, inevitablemente la contás de manera diferente. Esto pasa porque tenés sensaciones y sentimientos, porque no es una nota a través de Zoom, sino que las enfermeras te cuentan cosas que si estás afuera no te dicen, como que están asustados, que no están todos vacunados, que debería considerarse también a la gente que cocina dentro del hospital para la vacuna y los que limpian.
—¿Cómo definirías al tipo de periodismo que realizás?
—Es un periodismo responsable, creo yo, con mirada amplia y un fin social.
—¿Te llegan muchas denuncias actualmente? ¿Cuál es tu criterio de selección?
—Básicamente mi Instagram, mi Twitter y mi WhatsApp son una especie de centro de denuncias porque, lamentablemente, recibo un montón todos los días. Las clasifico por orden de llegada o por temas, por que nosotros también tenemos que hacer una sección dentro de un formato que no se dedica a realizar siempre lo mismo. Si hicimos salud, después seguimos con educación o una denuncia de corrupción, y así. También atendemos, obviamente, casos que sean urgentes, como conseguir un medicamento. Por ejemplo, le hemos salvado la vida a una chica a quien habían mandado directamente a un colegio para gente no vidente y resulta que con una suma de voluntades un médico la operó y recuperó la vista casi completamente. Es entonces cuando uno se pregunta: "¿Dónde está el Estado? ¿Cómo puede ser que estas cosas sucedan?". Hay mucha incapacidad desde el Estado, mucha burocracia y gente que se resigna a que a veces la suerte la toque o no.
—¿Y cómo es el proceso de investigación?
—Lo primero que hacemos es chequear que el caso sea cierto y que no sea una operación política, es decir, que no haya nada raro en el medio, porque descubrimos que estamos siendo utilizados para tal o cual cosa. Eso es lo principal. Después pedimos el contenido; si es que se trata de una denuncia de corrupción, pedir papeles, investigar y chequear todo. Después de ese análisis salimos a la calle para escuchar la otra campana, principalmente. Creo que eso se tiene que tener siempre en cuenta en el periodismo responsable. Cuando empezás a escuchar esa otra campana y no te convence, ahí es donde inicia este ida y vuelta. Todo este ejercicio lo tengo incorporado desde que empecé a hacer este tipo de laburo.
—¿Cómo ves la situación social desde que empezaste hasta a la actualidad?
—Hace 20 años que hago lo que hago y cada vez siento, y lo puedo corroborar con datos, que estamos un poquito peor, año tras año y gestión tras gestión. Solamente mejoramos después del 2001, pero por cuestiones lógicas: porque peor no se podía estar. A partir de ahí, siempre la Argentina estuvo cada vez peor y en el medio está la gente, que empieza a sedarse, porque es como cuando tenés un dolor crónico, aprendés a convivir con él a pesar de que sigue estando. La gente está cansada, se acostumbró a vivir con dolor desde hace un montón de tiempo. Algo se está haciendo mal y hace mucho tiempo que se está haciendo mal. Descontemos este tiempo de pandemia, porque es difícil de analizar la economía y la salud en este contexto, pero hablando de la cuestión política, los funcionarios no han estado a la altura de las circunstancias, ni del oficialismo ni de la oposición.
—¿Alguna vez recibiste amenazas o tuviste miedo?
—Miedo no he tenido, tampoco amenazas, si no las hubiera denunciado. Después de lo que pasó con José Luis Cabezas, de quien no todo el mundo se acuerda, creo que fue un quiebre en el periodismo que logró, entre otras cosas, animarme a hacer lo que hago. A veces manejo un grado de inconsciencia absoluto, porque sé que estamos arruinando negocios espurios o que quizás hay un puesto político que se está disputando y a través de alguna denuncia corremos algún telón oscuro. Hay un montón de cosas en el medio que no las tenemos en cuenta, porque simplemente vamos a acompañar a la gente.
—¿Qué fue lo más arriesgado que hiciste?
—Por suerte, no me arrepiento de nada. Todo lo que hicimos, dejando al miedo de lado, fue con respeto y en pos de resolver un problema del bien común. Pero algunos ejemplos serían el de la denuncia que hicimos contra Joe Lewis, en Río Negro. Estábamos volando y se nos rompió el motor, tuvimos que aterrizar en el parque del Lago Escondido y estuvimos al borde de quedarnos ahí de noche, sin que pudieran sacarnos hasta que llegó alguien y dijo: "Bajen las armas, muchachos, vamos a sacarlos de acá". Después, cuando conocí a Bush en Mar del Plata, era el presidente más importante del mundo en ese momento. Después hay cosas que digo "bueno, menos mal que las hice", pero nunca pensé en las consecuencias de un periodismo responsable, me parece que sino tendría que haber renunciado.
—Tras un año de parate, ¿tenés planeado retomar con las denuncias?
—Ahora estamos parados por la pandemia y porque queremos seguir ejerciendo el periodismo responsable, y parte de eso tiene que ver con cuidarse y cuando te toca de cerca más aún todavía. Me siguen llegando un montón de denuncias, yo siempre digo que ya vamos a arrancar, que estamos tratando de formatear un poquito también la sección para que tenga otro vuelo y demás, pero es lo que voy a seguir haciendo. Estamos pensando algo para alguna plataforma digital también, que tenga un poco más de desarrollo y tiempo, porque lamentablemente hay un montón de material que queda afuera cuando salimos a grabar; así que queremos aprovecharlo para las redes, y de manera más tranquila y con más desarrollo. Estamos laburando y veremos qué es lo que sale a partir de eso.


Más Noticias