Una bióloga estudia y conserva algas locales
Los avances en este tipo de investigaciones permiten conocer el nivel de la calidad del agua en la provincia.
Una bióloga puntana desarrolló, junto a su equipo de trabajo, una investigación sobre las algas presentes en los arroyos, ríos y espejos de agua, para determinar la calidad del líquido. Jorgelina Daruich es doctora en Ciencias Biológicas, docente de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y forma parte de un proyecto que investiga la flora de salinas de uso potencial forrajero. Jorgelina estudia puntualmente las microalgas de ambientes extremos “como son los de salinas y su uso en procesos biotecnológicos y como indicadores ambientales y ecológicos de esos ambientes”.
Además de asistir a diferentes congresos nacionales y participar en publicaciones en revistas junto con compañeros de trabajo, la bióloga publicó un capítulo en un libro editado el año pasado —“La bioindicación en el monitoreo y evaluación de los sistemas fluviales de la Argentina”— que trata sobre los indicadores biológicos a nivel nacional. Los científicos que organizaron la publicación del libro son de gran renombre nacional e internacional en la temática, investigadores del Conicet de la Universidad Nacional de Luján junto a La Universidad Nacional de La Plata.
“Esa publicación nos generó un gran prestigio. Además, sirvió de guía para que otros científicos del país tomen los desarrollos y los utilicen en sus lugares”, dijo Jorgelina. “Este libro —agregó— ha sido nombrado en varios cursos y ha tenido una gran aceptación entre la comunidad científica”.
Los resultados de los estudios realizados por Daruich y el equipo que la acompaña arrojaron que las aguas de San Luis tienen calidades entre “buenas y aceptables”. “San Luis tiene una buena calidad en sus aguas y en general el deterioro es debido a la actividad antrópica —es decir, por influencia del hombre—. El Código de Aguas de la Provincia es una gran herramienta para el cuidado del ambiente, ya que su espíritu es el de mantener los cauces y las cuencas con la menor intervención humana posible”, dijo Daruich.
El procedimiento implica la extracción de las especies, su cultivo (para que se reproduzcan), el análisis y por último el almacenamiento. Las primeras etapas son para obtener información que se estudiará en el momento de analizar. “Con el análisis sabemos la calidad del agua, ya que la presencia de determinadas especies, que son sensibles a sustancias tóxicas, y de otras, que son resistentes a sustancias orgánicas, indican si el agua es buena o mala”, ahondó la científica.
La importancia de almacenar
Además de estudiar la presencia y relacionarla con la calidad del agua, el objetivo de cultivar algas es almacenarlas. De esa manera se obtiene información que sirve para el futuro. “Con las algas almacenadas podemos comparar a lo largo del tiempo el deterioro o la mejoría del agua y planificar acciones para su conservación”, manifestó la docente.
Más Noticias