13°SAN LUIS - Miércoles 01 de Mayo de 2024

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María Eva Duarte de Perón… Evita

Por redacción
| 09 de mayo de 2021

Circulan muchas historias en torno de esta cuestión. Esta se llama “Campeón del amor”, y fue escrita por Pablo Ramos. Cabe considerarla verídica o no, pero es lo suficientemente descriptiva de una forma de sentir y de vivir como para no despreciarla: “Mi padre tendría ocho o nueve años cuando, para la semana de reyes del año 50 o del 51, una caravana presidida por Eva Perón se detuvo en la esquina de avenida Mitre y Salta, justo debajo del viaducto de Sarandí. Cualquier persona que provenga de una familia de trabajadores, y recuerde sus sentimientos de niño, sabe cuál es el juguete más preciado y más difícil de meter en los zapatos de los reyes obreros, por más pastito y agua que se les ponga. Ese juguete es la bicicleta. Me contó mi padre que, abriéndose paso entre la multitud de piernas y los niños alzados que trataban de llegar al camión de bomberos acondicionado especialmente para Evita, repetía una frase como un rezo: 'una bicicleta, señora, una bicicleta'. Al ver que se le hacía imposible llegar, y ante el miedo de que la caravana se pusiera en movimiento nuevamente, mi padre empezó a agitar las manos. Y ella, que había nacido para mirar lo que pocos quieren ver, lo señaló a él, a mi padre: una bicicleta, señora —dijo mi padre—. Para mí y para mis hermanos. Ella lo miró con ternura. Y lo que me contó mi padre, que no puedo reproducir porque tal vez no sea lo suficientemente escritor para hacerlo, es la diferencia entre esa ternura y la lástima. La exacta diferencia existe entre sentir al otro ajeno o al otro propio. Pero Evita se había quedado sin bicicletas. Y se lo dijo al niño que era mi padre, a la vez que levantó en sus manos un par de patines nuevos. "No me quedan más bicicletas, negrito —le dijo—. Salime campeón con esto…". Lo impresionante de la historia es que mi papá, que nunca había soñado en andar en patines, salió campeón en los torneos Evita de ese mismo año, seis meses después de esa caravana y de ese deseo casi cumplido. Tiempo después, unos años antes de que mi padre muriera, cuando me contó esta historia, le pregunté cómo es que en tan poco tiempo había aprendido a patinar y había salido campeón. Mi padre respondió algo que, creo yo, era la esencia de su peronismo."No sé, me lo había pedido ella…”.

 

En otros tiempos, ojalá ya no, esta historia generaría mucha irritación en algunos sectores de la población. Sin embargo, en una transformación más que interesante y esperanzadora, muchas argentinas y muchos argentinos han comprendido la profundidad de una obra absolutamente ligada a la pasión y al sentimiento: la obra de Eva Duarte de Perón. Esa comprensión es la que permite relacionar su legado con la mejor historia del país. Sin exclusiones y sin reservarla exclusivamente al bagaje histórico de un partido político. El viernes 7 de mayo se cumplieron 102 años de su nacimiento en Los Toldos, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires.

 

“Desde que yo me acuerdo, cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella". "Donde existe una necesidad nace un derecho"."Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar, sin esperar"."¡Solo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino"."Cuando un pibe me nombra Evita me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama Evita me siento con gusto compañera de todos los hombres"."Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna”.

 

Una historia y algunas frases…simplemente Evita. Quien quiera oír, que oiga.

 

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