El hechicero de la confianza
La historia de un chico tímido y tartamudo que ahora se dedica a entretener y enseñar por medio de la magia.
La timidez fue un rasgo que acompañó a Lucas Alesso en muchos momentos de su adolescencia. Fue por eso que el joven decidió indagar en el mundo de la magia y el ilusionismo, un arte que conoció desde chico, pero no sabía que lo podía ayudar a descubrir sus emociones y darle un giro a su manera de observar a las personas y los objetos. Lo que se volvió un inconveniente fue que en su formación no tuvo un maestro que guiara sus pasos y eso dificultó un poco el aprendizaje que creció a prueba y error.
Para que los futuros magos de la provincia tengan ese acompañamiento que a él le faltó en sus comienzos, Lucas creó el taller de magia e ilusionismo que se da desde la Casa de las Culturas, pero que en épocas de pandemia se mudó a la virtualidad. Las clases son por la plataforma Google Meet y se dictan los lunes de 17 a 18 para niños y niñas, y los miércoles para adultos, en el mismo horario. El curso tiene un año de duración y se debe abonar un arancel de 800 pesos.
Su interés por la magia creció cuando empezó a indagar en páginas de internet en las que magos mundialmente reconocidos compartían los conocimientos con los usuarios. También leyó libros, vio tutoriales en YouTube y armó una guía de aprendizaje que lo ayudó a seguir adelante a pesar de no tener un maestro a su lado que le dijera lo que estaba bien o lo que funcionaba mal.
"Cuando me sentí capacitado intenté realizar un truco de magia que terminó desastroso. No entendía cómo todo lo que hice no funcionaba y mi enojo fue tanto que se transformó en ganas de seguir intentando. Con el tiempo volví al mismo truco y resultó mucho mejor de lo que esperaba. Eso me motivó a seguir", recordó Lucas.
El mago expresó que tomó un camino complicado en una ciudad que "no tiene muchos conocedores del tema" y quienes los tienen no están dispuestos a compartir sus capacidades con gente más joven. "Mi intención con este taller es que las futuras generaciones de magos encuentren ese apoyo".
A los 16 años entendió que la magia podía ser una actividad que lo ayudara a sentirse más seguro de sí mismo y que lograría vencer la timidez que lo acongojó durante tanto tiempo. Cuando era más pequeño, Alesso no solo era reservado, sino que tenía una incipiente tartamudez. Gracias a la magia pudo curar esas afecciones que se transformaron en confianza plena.
"Empecé a mostrarles mis talentos a mis familiares y luego me animé a presentarme frente a mis compañeros del secundario. Ese fue el primer paso, que luego se transformó en un sendero luminoso", explicó Lucas. Luego, la confianza en sí mismo lo llevó a presentarse en la plaza Pringles, donde, sin motivos económicos, le pedía a la gente un minuto de su tiempo para mostrar lo que sabía.
"Necesitaba entrenar y lo mejor era hacerlo frente a gente desconocida. Luego implementé el trabajo a la gorra y me moví por otros lugares, hasta que llegué a los bares de la avenida Illia", contó. Muchos encargados y mozos lo invitaron a presentar su show, pero en el escenario y con dos temporadas de verano exitosas se convirtió en un profesional del ilusionismo.
Luego llegó la pandemia y con ella, la ocurrencia de realizar un taller en el que la propuesta podía ser compartida con futuros colegas. "En la magia hay muchas ramas que sirven para interiorizarse y eso es lo más divertido. Hay cosas interesantes por indagar, no solo el ilusionismo, sino también la cartomagia o el mentalismo", concluyó.


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