Un hombre de blues: Botafogo, en San Luis
Dejó sus clásicos en una noche que incluyó, con diversas valoraciones, a Pappo, Manal, L-Gante y La Tunga Tunga.
Sus instrumentos estuvieron perfectamente colocados para que durante la hora y veinte de concierto, Miguel Vilanova, mejor conocido como Botafogo, no se levantara de su silla y disfrutara de la música arriba del escenario con total comodidad. Con tres guitarras, partituras y un sombrero alado, el blusero se presentó en San Luis capital en la segunda fecha de su gira por la provincia, que siguió por Villa Mercedes y pasó por la Villa de Merlo.
El lugar elegido fue Malú, que dejó de lado su esencia tropical para darle espacio a Botafogo y su estilo blusero, que inundó el frío salón ambientado con mesas bien separadas, luces de colores y videos psicodélicos.
Pasadas las 23:30, el silencio después de los aplausos de bienvenida fue señal de que don Vilanova había llegado para mostrar lo que mejor sabe: tocar la guitarra. Primero les regaló a los oyentes unos minutos de calma y unos punteos mágicos que trasladaron a todos a una pequeña meditación.
La lista de clásicos fue extensa. Cada una de las canciones recorrió un momento de la historia del blues y el rock nacional, siempre con el estilo de Botafogo. Su voz rasposa y un punteo que alucinó a más de un miembro del público acompañaron creaciones de Pappo, Manal, David Lebón y Viejas Locas. Miguel se dio el gusto de tocar para sus seguidores como si estuvieran alrededor de un mismo fuego.
El blusero se mostró agradecido, pero sin dialogar con sus espectadores. Al principio, parecía un niño tímido que necesitaba ganarse la confianza de quienes lo miraban desde abajo. Luego fue soltando el habla y contó sobre la escala de melodías del blues y les aconsejó a sus oyentes que la implementaran para cambiar las energías del cuerpo. “Sería muy bueno que L-Gante lo escuchara también”, dijo entre risas.
Mientras su concierto transitaba en paz, del otro lado de la pared se escuchaba el bullicio de La Tunga Tunga, la banda que tocó en el bar pegado a Malú. Sin pecar de soberbio, Vilanova jugueteó con el ruido cuartetero que traspasaba. “Los chicos se divierten de esa forma en estos tiempos, pero acá tocamos música de verdad”, dijo.
“Blues local”, “Me gustas mucho” y “Auto rojo” fueron parte del repertorio de la noche. También habló sobre las enseñanzas que dejó Manal en “Una casa con diez pinos” y expresó que “son consejos que deberían seguir las generaciones jóvenes”.
Antes de culminar y retirarse junto a su pareja, quien lo esperó debajo del escenario y a quien le dedicó todo el recital, invitó a su amigo Germán Marco para interpretar las últimas canciones del concierto. Botafogo lo presentó como un amigo entrañable que lo acompañó en varios recitales muy importantes para su vida, ya que recorren juntos ciudades de todo el país.
Los clásicos de Pappo inundaron el último tramo. Cuando Botafogo decidió que “Tren de las 16” fuera la canción final, el público le pidió que interpretara uno más, mientras que del otro lado de la pared, los cuarteteros seguían con el jolgorio. “¿Quieren guerra?”, expresó Vilanova y lanzó los primeros acordes de “Juntos a la par” para despedirse y coronarse con el sonar de los aplausos que le dijeron hasta pronto.


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