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Producción diversificada y totalmente agroecológica

Carlos Camargo cría a 300 gallinas, produce huevos orgánicos, pronto hará jamones y bondiolas, tiene una huerta con hortalizas y más de cien frutales. Además se dedica a la apicultura.

Por María José Rodríguez
| 22 de agosto de 2021
Inicio. Camargo produce lechones, pronto elaborará jamones y bondiolas. Fotos: Nicolás Varvara.

Amante de la naturaleza y con la idea siempre fija de promover el cuidado del medioambiente, Carlos Camargo, que nació en San Francisco del Monte de Oro hace 63 años, se dedica a producir huevos, cría 300 gallinas, cuida a cuatro madres de su piara porcina, trabaja en una huerta que le permite participar en las ferias del pueblo, apuesta a los frutales y elabora miel orgánica. Un verdadero polirrubro rural.

 

“El establecimiento se llama La Ina. Hace cinco años vivía en Neuquén, regresé a San Luis apenas me jubilé porque era algo que deseaba mucho: volver a mis orígenes, trabajar la tierra y vivir con este hermoso paisaje a mis espaldas. Ahora quiero abrir un almacén de campo”, contó el pequeño productor.

 

“Por estos días estamos poniendo plantines de tomate, dos variedades de morrones, lechuga, acelga, espinaca y todo lo que tiene hojas verdes. Es para consumo propio, aunque hay un remanente que comercializo en las ferias campesinas y gastronómicas, junto con los huevos”, explicó Camargo, que también participa en el armado de bolsones junto a la cooperativa agropecuaria La Crisálida, ubicada en Luján.

 

 

 

Una de las consignas que marca el pulso de la comunidad de Río Juan Gómez es que todo lo que producen en sus huertas esté libre de fertilizantes o agroquímicos: “Nosotros buscamos que los nutrientes sean orgánicos, a través del guano de las gallinas o del uso de las hojas y residuos otoñales, más el humus de lombrices. Queremos que nuestros productos sean sanos, esto representa para nosotros un valor agregado”, explicó el docente, que tiene voz tranquila, espíritu aventurero y que prepara un buen café endulzado con miel.

 

 

 El establecimiento “La Ina” está ubicado en el paraje Río Juan Gómez, en la localidad norteña de San Francisco del Monte de Oro.

 

“Aposté a esta pequeña producción que está incluida en una especie de proyecto comunitario entre vecinos de diferentes localidades, con el que buscamos movilizar las economías regionales. Queremos que la gente no solo consuma productos sanos, sino también que se permitan conocer lo que se elabora en San Luis, especialmente en este pueblo. Teniendo en cuenta que hace unas cinco décadas esta era una zona de producción por excelencia, era la quinta de San Francisco, había muchos lugares en las adyacencias del pueblo. Estoy entusiasmado con estos proyectos a pequeña escala con compañeros de localidades vecinas como Leandro Alem y Luján”, especificó, y añadió: “Hacemos todo lo que consideramos que puede ser una alternativa sustentable a la economía regional, es decir, producir alimentos sanos y orgánicos para mejorar la calidad de vida de las vecinas y vecinos”.

 

La actividad principal de La Ina es la cría de gallinas, para consumo y para la producción de huevos. 

 

“Estoy trabajando con 300 gallinas ponedoras, para obtener productos de buena calidad y sobre todo naturales. En esta parcela no viven hacinadas en los galpones, salen al aire libre, se alimentan con granos y algún incentivo para que mejoren la postura. Los huevos son orgánicos, naturales y de animales felices. Circunstancialmente tienen un cerco alrededor, pero es para protegerlas de los depredadores de la zona, no hay que olvidar que estamos en plena sierra”, contó Carlos, mientras alzaba al sociable gallo del corral.

 

 

Una trampa. Uno de los métodos caseros que utiliza el productor para atrapar insectos que podrían representar una amenaza.

 

 

El prolijo espacio productivo tiene comederos y casitas para que las gallinas se alimenten, tomen agua y pongan sus huevos. Alrededor hay plantas de romero y en uno de los costados está emplazado el invernadero con las hortalizas de estación.

 

“Produzco huevos agroecológicos, es decir que mis aves no están alimentadas con suplementos vitamínicos. No tengo nada en contra de eso, pero hay que volver a los orígenes y volcarse a lo natural”, aseveró.

 

Además de producir hortalizas de temporada, Camargo apuesta a los frutales: “Tengo ciento cincuenta árbolesde adquisición propia y en los próximos días recibiré cien más que me entregará el gobierno provincial para diversificar y ampliar la producción. Son de distintas variedades como almendros, damascos, ciruelos y duraznos, que me servirán para consumo propio y para ofrecer en el mercado local. Los que voy a recibir serán de higos blancos y ciruelas Dagen”, dijo Camargo, y opinó que en un futuro próximo ya no será necesario acudir a otras provincias como San Juan o Mendoza para comprar productos agrícolas variados.

 

El pequeño productor es uno de los beneficiados por el Plan de Activación Productiva Frutihortícola. “Celebramos que el Ministerio de Producción tenga proyectos ambiciosos como este y que asista a los pequeños productores también con la entrega de semillas, fertilizantes y plantines. Sería muy difícil para nosotros trabajar la tierra si no hay una ayuda y un acompañamiento permanente del Estado provincial”, opinó.

 

 

Sería muy difícil producir sin el Plan de Activación Frutihortícola y sin el acompañamiento del gobierno provincial.

 

Los frutales distribuidos en hileras dentro del predio, que ya perdieron sus hojas, lucen podados y  esperan la llegada de la primavera para florecer. Tienen en una de sus ramas una botella plástica con huequitos. Dentro del envase, Camargo había puesto una solución con agua, otra parte de vinagre de manzana y un poquito de azúcar. “Este es mi método natural para alejar las amenazas contra mis frutales. Es una trampa que atrae insectos, fue diseñada por el INTA, implementarla es barato y no contamina”, recomendó entusiasmado.

 

Al fondo del predio, Camargo tiene un pequeño chiquero en el que viven cuatro cerdas. “Estoy dando los primeros pasos en este tipo de producción. La idea es criar a los lechones y después, en una segunda etapa, elaborar jamones y bondiolas para sumar opciones en las ferias. Justamente en la semana las trasladé a otro establecimiento para preñarlas”, contó.

 

Otra de las actividades que disfruta el productor es la apicultura. “Hago miel orgánica a pequeña escala, tengo algunas colmenas en este establecimiento y otras en otros campos. Nunca es suficiente lo que se produce porque hay mucha demanda de miel orgánica entre los vecinos. También surgieron nuevos nichos porque se ha generado mucho turismo en San Francisco y queremos recibirlos de la mejor manera y que se lleven productos sanos y frescos, porque no solamente recién los sacamos de la chacra sino que no tienen procesos industriales ni intermediarios", asegura el pequeño productor.

 

 

Orgánica. Camargo tiene veinte colmenas de las que extrae miel para vender solamente en las ferias del pueblo.

 

 

Camargo contó que el establecimiento se llama La Ina porque “es el apodo de mi madre, que vive y tiene 86 años. Es muy trabajadora, tuvo una vida muy sacrificada y nos dio todo lo que pudo. Tengo siete hermanos y somos todos docentes. Es ama de casa, nos cuidó con mucho cariño y me pareció un lindo homenaje para ella. Para mí tiene una carga emotiva muy importante”, expresó.

 

Dentro del predio vive el productor polirrubro. La casa está hecha con materiales también ecológicos como piedras, madera y adobe.  Adelante estará emplazado el almacén de campo, justo al frente del centro de salud del paraje, por lo que será inevitable pasar por ahí y comprar alguna de las exquisiteces.

 

“Tengo vecinos que producen otras cosas diferentes a las mías y hacemos intercambios. En un futuro cercano abriremos el almacén, que servirá para tener un mercado de cercanía que ofrezca y reúna todos los productos de los pequeños productores del lugar”, anheló.

 

 

En un futuro cercano tendremos un almacén de campo en el que reuniremos la producción de todos los vecinos de la zona.

 

El pequeño productor de San Francisco vive solo, “soy docente jubilado, cuando tenía 16 años me fui a Neuquén para ejercer frente a las aulas. Estuve 40 años, especialmente en escuelas rurales mapuches y militando tambien en cuestiones ambientales relacionadas con la producción agroecológica”, contó, y siguió: “Apenas me jubilé compré esta parcela porque decidí volver a mis orígenes, a mi pueblo natal. Siempre pensando en que esto de vivir en la naturaleza es lo que siempre quise. Además, trabajar en la producción y concentrarme en lo que da la tierra es una gran alternativa frente a lo que nos ofrece el capitalismo, que se torna un enemigo salvaje para las economías regionales”.

 

El plan de Camargo no se queda en teorías, sino que “aposté a lo comunitario y al trabajo cooperativo, además mi alma de maestro me motiva a despertar la conciencia, la empatía y solidaridad. Me gusta comunicarles a los jóvenes que todo es posible y se pueden elaborar proyectos en conjunto”, expresó.

 

 

A salvo. Están dentro del corral porque en la zona serrana hay depredadores.

 

 

El agricultor tiene cuatro hijos. “Una está en España y es doctora en Sociología, otra trabaja en salud mental, se quedó en Neuquén. Mi hijo vive acá en San Francisco y es programador. La más chica aún estudia, también en Neuquén. Con todos estoy en en permanente contacto, o ellos vienen o yo viajo a verlos”, explicó.

 

“Lo más importante para nosotros es que todo lo que hacemos en La Ina es producto de lo que obtenemos de las aves, del pasto, del estiércol de los chanchos, del guano de la gallina que es reconvertido y utilizado para hacer humus de lombriz. Tratamos de hacer cada cosa preservando los recursos naturales como el agua”, concluyó.

 

 

SE VA AL NORTE ARGENTINO

 

Llevará un mensaje importante: “Hay que cuidar el planeta”

 

Detalles. Camargo está preparando la máquina que lo llevará a destino.

 

 “Hace muchos años milito sobre el cuidado de los recursos naturales. Soy ambientalista. Hasta hace poco en el pueblo vivimos en primera persona la lucha contra una empresa minera que quería instalarse en las sierras centrales. Resistimos y felizmente el gobierno de la provincia acompañó nuestro pedido porque entendemos que cuidar el medio ambiente es cuidarnos entre todos, salvar el agua es salvar la tierra y salvar la tierra es cuidar la vida”, expresó Carlos Camargo, que por estos días prepara su auto, un Citroën amarillo, para partir hacia las asambleas que se realizarán en el noreste argentino en los próximos meses.

 

“En aquel momento nos unimos para cuidar el agua, no amerita que por extraer minerales se cometan barbaridades, si bien algunos son necesarios, debe hacerse de manera responsable, no como algo irracional, como hemos visto en otros lugares del mundo. Acá los vecinos quieren preservar el aire, los árboles, los animales y sobre todo cuidar el agua, que es indispensable para vivir”, opinó.

 

El docente de 63 años, que ya se jubiló, quiere seguir enseñando: “Trato de ir dejando un mensaje a los más jóvenes sobre la importancia de cuidar la vida del planeta.  Hay que inclinarse más por una vida saludable, por incorporar buenos hábitos, el único lugar que tenemos los seres humanos para vivir es la Tierra y hay que cuidarla”, dijo.

 

 

 Redacción / NTV.  

 

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