SAN LUIS - Sabado 12 de Julio de 2025

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"No tengo mucha imaginación; soy un observador de otras personas"

Con un gran uso de las metáforas y su inconfundible estilo para relatar, el escritor y editor charló con Cooltura sobre su decisión de ser su propio jefe, su "no humor" y un divertido incidente que ocurrió en 2018 en la feria del libro de Villa Mercedes.

Por Astrid Moreno García
| 27 de septiembre de 2021

Como el tío gracioso de los asados, que a veces roza lo incómodo, Hernán Casciari tiene ese humor, que él no considera como tal, en el que cada frase que emite hace dudar de la veracidad de sus palabras.

 

La ironía y la inteligencia al momento de interpelar a su interlocutor son cualidades propias del escritor, que manifiesta con la misma seriedad una verdad absoluta y la falacia más disparatada. Pero para el fundador de la editorial independiente Orsai no hay muchas opciones más que cambiar de asado a uno en el que los comensales comprendan sus ácidos comentarios.

 

El editor es conocido por combinar la literatura y el internet. Si bien sus inicios fueron en el periodismo, cuando apenas era un adolescente, a los 13 años, pronto se dio cuenta que muy lejos estaba de contar hechos noticiosos. En una charla cargada de metáforas con Cooltura, el mercedino —de Mercedes, en Buenos Aires— hace un recorrido por sus trabajos, obras y pensamientos. Es el hombre sin jefe que se rige por aquello que le parece “más divertido”.

 

—¿Cómo fue el paso de escribir en medios gráficos a la web?
—No es tan distinto, en realidad no he cambiado yo, sino los formatos. Es como preguntarle a alguien que conduce un Citroen 12V y termina con un cero kilómetro. Fui cambiando de coche pero, en realidad, sigo haciendo lo mismo, que es manejar. Empecé trabajando en un diario de papel y cuando vino internet seguí haciendo lo mismo, pero allí.

 

—¿Cambió la forma en que te comunicás?
—Creo que las que cambian son las personas que reciben lo que yo comunico. Si se hubieran quedado mayoritamente en la lectura de libros, yo también me hubiese quedado ahí. Lo divertido de comunicar es hacerlo para los demás y si ellos se van moviendo, yo también me muevo, por diversión. Vuelvo a hacer otra metáfora: estás en el recreo de la primaria y los chicos juegan al fútbol en el patio. Si te quedás solo es más aburrido; mejor es unirte a un grupo.

 

—Admitiste que en la revista La Ventana hiciste “periodismo mentiroso”. ¿Lo combinabas con la literatura?
—No creo que yo los haya mezclado, sino que disfrazaba a la literatura de periodismo, porque eso no era periodismo. Era todo falso, lo hice en mi pueblo cuando era más chico en papel y cuando apareció internet seguí ahí. Siempre te encontrás con gente que entiende de entrada y se muere de risa o se divierte, y también te vas a encontrar con aquellos que no son tan amigos de divertirse y aunque lo comprendan, se enojan. Como en todo, como cuando hacés un chiste en una sobremesa grande o en un asado, siempre hay algo o alguien que queda mal parado, si no no sería un chiste. Te encontrás con gente que se enoja y bajás de decibeles o cambiás de asado.

 

—¿De dónde nace la inspiración de un personaje tan distinto a vos, como en el caso de “Weblog de una mujer gorda”?
—También me inspiro en vivencias. Cuando practico un personaje que no soy yo mismo siempre pienso en alguien; en el caso de ese trabajo, la señora que habla lo hace igual que mi mamá. Nunca voy muy lejos a buscar, no tengo mucha imaginación, sino que soy más bien observador de otras personas.

 

—Comenzaste a escribir en plataformas virtuales con “Blog de una mujer gorda”, algo que ahora es muy común, pero que para 2001 era novedoso. ¿Cómo se te ocurrió?
—Fue de casualidad, tenía ganas de escribir cuentos y de usar ese formato, me subí a él sin saber que no lo había hecho nadie y la verdad que no tenía la menor idea. No sabía que lo estaba haciendo por primera vez, me puse a escribir un cuento, lo subí y funcionó, pero no es que me tomé el trabajo de pensar una estrategia tampoco.

 

— Escribís mayoritariamente cuentos. ¿Qué te atrae del género?
—No es que me atraiga algo, sino que es más o menos lo que tardo en contar algo; son cuatro o seis minutos, que son unas siete carillas. Si escribo más que eso, ya me aburro. No es que me interese el cuento, sino que no me gusta explicar en demasiado tiempo mis ideas.

 

—En 2010 renunciaste a los diarios El País, de España y La Nación. ¿Por qué?
—Ese año, el mismo día, renuncié a dos medios periodísticos y cuatro editoriales que me publicaban novelas y cuentos para fundar la editorial Orsai. Lo hice porque me dio la impresión de que iba a ser muchísimo más divertido hacerlo yo y no trabajar con otra gente, y ahora, después de casi diez años de estar en eso, lo confirmo: es mucho más divertido.

 

—Te negás a recibir publicidad...
—No la aceptamos de ningún producto y tampoco subsidios, ni privados ni estatales. Es para no tener dueños. Con la publicidad lo que se logra es que si tenés una revista o un programa de radio y Coca-Cola te publicita, seguís adelante hasta cuando ellos quieran, el momento en el que deciden no poner más publicidad tu programa deja de existir. Entonces el dueño no sos vos, es Coca-Cola. Por eso preferí empezar de cero sin tener jefe.

 

—¿Te considerás un ejemplo de que se puede hacer una editorial o un proyecto completamente independiente?
—No creo que sea una cosa que demostré yo. El “Indio” Solari y los Redonditos de Ricota fueron independientes desde el año 80. No entraron en una discográfica, sino que ellos mismos se financiaron. Quino con Mafalda les sacó los derechos a las editoriales hace muchísimo tiempo y con el advenimiento de internet, ni te cuento. Las posibilidades de hacer algo independiente ya son directamente más sencillas que no ser dueño. No es ningún heroísmo y me parece que es el camino más habitual que habrá en el futuro.

 

—En 2015 tuviste un infarto. ¿A qué se debió?
—Fue por panceta, cigarrillo y marihuana. No fue por estrés. Nunca me estreso, todavía.

 

—¿Cómo llevás la pandemia?
—Con mucha preocupación por el costo social que deja en lo global; y en lo personal, muy tranquilo en casa. Como todo el mundo, con mucha pena por la gente que sufre a causa de la enfermedad o la muerte de sus familiares y amigos.

 

—¿Te afectó a nivel creativo?
—No encontré mucha diferencia. No soy una persona muy afecta a salir, solamente por lo laboral, porque, por lo general, hago mucha lectura de cuentos en teatro y durante la pandemia lo hice desde mi casa, por streaming, con mucha gente, como siempre.

 

—En 2018 estuviste en la Feria del Libro, en Villa Mercedes, y tuviste una entrevista en la que tus respuestas fueron descomunales. ¿Lo recordás?
—Fue una cosa muy divertida. Yo estaba detrás del telón a punto de salir y alguien me empezó a hacer una entrevista, y no lo vi bien, porque estábamos en una semipenumbra. Las preguntas me parecieron muy raras y le respondí en chiste. Mucho después me contaron que la persona que me entrevistó era un menor de edad y ahí entendí. Entonces, conté la anécdota de que a veces, cuando no sabés quién te está hablando, pensás algo y después cuando lo identificás te das cuenta de tu error. Lo recuerdo como algo muy divertido.

 

—Combinás, tanto en tus escritos como en tu forma de hablar, el humor y la ironía.
—Supongo que es una característica de lo que hago, pero no es muy solemne y no es humor tampoco.

 

—¿Cómo nació la idea de hacer una película de la novela de Pedro Mairal, “La uruguaya”?
—Compré los derechos de la novela, que me gustó mucho, para llevarla al cine y más o menos sacamos la cuenta de lo que podía llegar a salir hacerla. El presupuesto que pensamos fue de 600 mil dólares y tomamos la decisión de sacar a la venta seis mil bonos a 100 dólares cada uno para que la gente que compra la revista, o mis lectores que quisieran asociarse, pudieran hacerlo. Muy rápidamente conseguimos ese dinero y en abril comenzamos con la etapa de guion.

 

—¿Cómo funciona la producción colectiva?
—Durante todo el año y junto a todos estos miembros vamos a ir haciéndola con su ayuda; van a participar del casting de los actores, a tomar determinadas decisiones del guion y habrá 3 o 4 versiones del final para que voten cuál prefieren. Obviamente, estarán en el estreno.

 

—¿Tienen una fecha estimada?
—El 28 de diciembre, que cae martes, a las 19 en el Cine Español de Mercedes. Después vamos a ir a festivales internacionales y seguramente va a comprar la película alguna plataforma. Cuando se junte la recaudación les vamos a devolver todo ese dinero a quienes invirtieron e imagino y esperamos que con dividendos para darles un poco más de lo que pusieron.

 

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