Mientras que el siglo XX marcó un récord de rápido crecimiento demográfico con una población mundial que casi se cuadruplicó, el siglo XXI está caracterizado por un envejecimiento poblacional sin precedentes, con consecuencias económicas, sociales y políticas que repercuten en todo el mundo.
El envejecimiento de las poblaciones humanas es un futuro demográfico ineludible. Ese futuro evolutivo y universal es un desafío cada vez mayor para los gobiernos y el público que, en general, están mal preparados para ese destino seguro.
Además de influir en el orden mundial, el envejecimiento afecta aspectos fundamentales de las sociedades humanas, como las actividades económicas, las inversiones, los impuestos, los presupuestos, la fuerza laboral, la política, la defensa, la educación, la vivienda, la estructura de los hogares, el transporte, la recreación, la jubilación, las pensiones, las discapacidades y el cuidado de la salud.
El envejecimiento, con un ritmo mucho mayor que en el pasado, es básicamente el resultado de tasas de natalidad más bajas y mayor longevidad. Mientras que en el decenio de 1960, la tasa global de fecundidad y la esperanza de vida al nacer eran de 5 nacimientos por mujer y de 50 años, respectivamente, en la actualidad son de 2,4 nacimientos por mujer y de 73 años.
Debido a cambios fundamentales en la fertilidad y la mortalidad, la estructura por edades de la población mundial envejeció de forma significativa. En la década de los años 60, por ejemplo, la edad media de la población mundial era de 22 años y la proporción de personas de más de 65 años era de 5%; en la actualidad, la edad promedio aumentó a 32 años y las personas mayores representan el 10% de la población mundial.
Además, la proporción de personas mayores de 80 años o más se triplicó desde 1960, pasando de aproximadamente 0,6 a 2% y esperan que se duplique a 4% para 2050. El aumento de la longevidad también resultó en un número significativamente mayor de centenarios. Y está previsto que el número de centenarios se quintuplique en los próximos treinta años, pasando de unas 600.000 personas, en la actualidad, a 3,2 millones de personas a mediados de siglo.
Actualmente, hay unos 750 millones de personas mayores de 65 años y podrían duplicarse con creces en las próximas tres décadas, llegando a 1.500 millones de personas mayores en 2050. Como resultado, la proporción de personas mayores aumentará de 10 a 16%; una de cada seis personas estará en el grupo de edad de 65 años o más.
A escala nacional, casi todos los países del G20, los que concentran más del 80% del PIB mundial, 75% del comercio mundial y 60% de la población mundial, tendrán al menos una cuarta parte de su población de 65 años o más para 2100. Y ocho de ellos —Brasil, China, Francia, Alemania, Italia, Japón y la República de Corea— tendrán un tercio o más de su población mayor de 65 años para fines de siglo.
Debido al aumento de personas jubiladas de edad avanzada, junto con la disminución relativa de los trabajadores que pagan impuestos y contribuyen a los sistemas de jubilación, muchos países enfrentan decisiones difíciles. Los gobiernos tienen el desafío de las asignaciones presupuestarias, los niveles de impuestos, las prestaciones de jubilación y de servicios sociales y de salud.
Asumir las demandantes responsabilidades y los considerables costos vinculados al cuidado de los miembros de la familia de edad avanzada es un desafío compartido por familias y gobiernos.
Los desafíos del futuro demográfico del planeta pueden preverse.
LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casaMás Noticias
