Mientras los países del sur de Asia luchan contra la pandemia de COVID-19 y la consecuente grave crisis económica y de salud pública causante, la región de casi 2.000 millones de personas también lidia con la erosión de las normas democráticas, el creciente autoritarismo y la represión de la libertad de prensa, de expresión y de disidencia.
A pesar de los esfuerzos de los defensores de los derechos humanos en todo el sur de Asia, la consecución de los objetivos en materia de derechos humanos permanece como una tarea difícil, señala el Informe Mundial 2022 de Human Rights Watch (HRW) al respecto.
Casi todos los países de la región enfrentan una tendencia común de violaciones de derechos humanos y una cultura de la impunidad.
En Afganistán, el régimen talibán tuvo un impacto devastador en la vida de las mujeres, niñas, periodistas y defensores de los derechos humanos afganos.
“Las políticas de los talibanes han convertido rápidamente a muchas mujeres y niñas en virtuales prisioneras en sus hogares, privando al país de uno de sus recursos más preciados, las habilidades y el talento de la mitad femenina de la población”, dijo HRW.
Mientras, Bangladesh progresó económicamente y fue elevado por Naciones Unidas de la categoría de país menos desarrollado a la de país en vías de desarrollo en noviembre. Pero pese a ello el país sigue siendo noticia por las desapariciones forzadas, los secuestros, las torturas y las ejecuciones extrajudiciales cometidas impunemente por sus fuerzas de seguridad.
Hasta 600 personas, entre ellas líderes de la oposición, activistas, periodistas, empresarios y otros, fueron objeto de desaparición forzada desde 2009.
En 2021, el gobierno del primer ministro indio, Narendra Modi, fue degradado de una democracia libre a una democracia parcialmente libre por la organización mundial de derechos y libertades políticas Freedom House.
Adicionalmente, el instituto sueco V-Dem dijo que India se convirtió en una autocracia electoral. El país bajó del puesto 35 en 2006 al 53 actual en la lista de la publicación británica The Economist.
La Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (Uscirf, en inglés) recomendó designar a India como país especialmente preocupante, por participar y tolerar violaciones sistemáticas, continuas y atroces de la libertad religiosa, según la definición de la Ley de Libertad Religiosa Internacional en su informe.
En Nepal, la falta de un liderazgo gubernamental eficaz, el acceso inadecuado y desigual a la asistencia sanitaria y una cultura de impunidad generalizada siguen socavando los derechos humanos fundamentales del país.
En octubre de 2020, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) publicó 20 años de datos en los que nombraba a 286 personas, en su mayoría funcionarios de policía, personal militar y antiguos insurgentes maoístas, como sospechosos de delitos graves, entre ellos tortura, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales.
Por su parte, el gobierno pakistaní “acosa y, en ocasiones, persigue a los defensores de los derechos humanos, abogados y periodistas por criticar a los funcionarios y las políticas del gobierno”, según HRW.
Entre los problemas de derechos humanos más importantes están la libertad de expresión, los ataques a grupos de la sociedad civil, la libertad de religión y creencias, las desapariciones forzadas por parte de los gobiernos y sus agentes, los asesinatos ilegales o arbitrarios, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura, las detenciones arbitrarias, el terrorismo, la lucha contra el terrorismo y los abusos de las fuerzas del orden.
Hay regiones del mundo que no honran los derechos humanos. Resulta inexplicable en la segunda década del siglo XXI.
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