Salto internacional: La Vela Puerca estuvo en la Casa

No es lo más importante que la llegada de La Vela Puerca le haya dado al Rock en la Casa el mote de internacional. Al fin, los argentinos, como ya lo hicieron con el mate, el dulce de leche, Carlos Gardel y NTVG, se apropiaron también del grupo que sobre los primeros minutos de ayer cerró la anteúltima jornada del festival. Lo más trascendente de la presencia de los montevideanos en el escenario villamercedino fue que le dieron al encuentro el impulso necesario hacia los preparativos para el gran salto.

Antes de encarar el último día del Rock en la Casa -que se realizaba anoche al cierre de esta edición-, el festival tuvo una de las noches más vívidas entre las tres ediciones. La calidad artística de los charrúas, su entrega, y todo el contexto festivalero fue lo que terminó por subir una vara que, de todos modos, ya venía muy alta.

El noneto -que no tiene problemas en sumar integrantes, como pasó con la incursión de Manolo, un asistente que cantó dos temas en la noche villamercedina- puso toda su estructura rockera al servicio de un show que fue celebrado por el público conformado, aparte de villamercedinos, por mendocinos, sanjuaninos y algunos uruguayos que llevaron sus banderas para flamear con orgullo.

La tercera vez de La Vela Puerca en Villa Mercedes (“no va a ser la vencida”, prometieron) fue una sumatoria de gratitudes y una fiesta de magnitudes. El grupo comenzó con “Va a escampar” -un tema que suma a la batería de hits que sumó en casi 30 años de carrera- pero luego se internó en una serie de canciones que mostraron su poderoso fondo de catálogo, como “La sin razón”, “Sobre la sien”, la potente “Polidoro”, “Y así vivir” y “Atala”.

En el preciso instante en que el recital parecía que se desvanecía con la sensación de que podría quedar incompleto, “Zafar” dio, por fin, el guiño con el que se abrió una nueva puerta en el recital. Los últimos 45 minutos fueron un ataque de éxitos que hizo que el pogo se nutriera de chicos con el torso desnudo llegados de diversos destinos.

Antes de cantar “Mi semilla”, en la que Manu Quieto de La Mancha de Rolando tomó por asalto el escenario para hacer una versión a destiempo del primer clásico de los uruguayos, Sebastián Cebreiro, uno de los cantantes del grupo, se puso serio para agradecer a la clínica Aconcagua, de Villa Mercedes, por la atención que recibió el jefe técnico de la delegación que esa misma tarde se había golpeado la cabeza en la pileta del hotel.

Tras ese momento de silencio, la seguidilla final incluyó “De atar”, “Llenos de magia”,”Haciéndose pasar por luz”, y “El viejo que no muere nunca”, tal como presentó Sebastián Teysera, el otro frontman, a su máximo hit, que formó una trilogía de historias de perdedores hermosos con “Todo un karma”, cantado en la primera etapa del show, y “El profeta”, el tema con el que se despidieron dos horas después de empezar.

La tarde de la anteúltima jornada de Rock en la Casa empezó cerca de las 17 con la presencia de Uppercut, Muscarias, Mona -todos grupos de la provincia que se ganaron el derecho de participar luego de tocar en el prefestival- y Saint Louis (not only) Blues Band, el grupo merlino que estuvo de invitado especial en la grilla.

Fueron el anticipo para el primer plato fuerte del viernes, La Mancha de Rolando. El grupo de Manuel Quieto -reformado tras la ida de alguno de sus integrantes históricos- empezó a tocar con el sol todavía negado a irse y terminó cuando la noche era una realidad iluminada por los reflectores. Además de tocar sus temas más reconocidos, el grupo homenajeó al rock nacional con covers de Los Enanitos Verdes, Los Fabulosos Cadillacs y La Renga.

Músico relacionado con la política como pocos, el cantante se dirigió a los espectadores villamercedinos con un mensaje claro y convincente, que además sonó sincero: “Son una provincia modelo, cuidenla que es hermosa”.

Otra de las bandas locales invitadas al festival fue Nosotras Tan-Bien, el grupo femenino y de diversidades que luego de algunas bajas se asentó como cuarteto con Yeka Ramos, May Alba y Pauli Rodríguez al frente y la batería de Sebastián de Vega. Seguidas por un público fiel que cantó sus canciones y mostró algunos carteles de aliento, “Galáctica” y “A mansalva” demostraron la capacidad de la formación para hacer bailar y pensar con pocos segundos de diferencia.

Para seguir con la tónica femenina del festival (una de las preocupaciones de los organizadores fue cumplir con el cupo establecido por la ley) a las diez de la noche subió Eruca Sativa, que desplegó su descarga de energía rockera cada vez más cercana al folclore electrónico. “Es muy emocionante después de dos años sin tocar en vivo poder encontrarnos nuevamente”, resumió Lula Bertoldi las sensaciones de muchos en la explanada del Molino Fénix.

De todas las bandas provinciales, quizá la mejor aprovechamiento hizo del festival haya sido Superavit, el power trío mercedino que de tocar el jueves en el selectivo pasó a mostrar su propuesta antes de La Vela Puerca, con más de 30 mil personas -según la organización- en una escucha atenta.

MM