Más de 200 mil gargantas gritaron con Rock en la Casa

Una ciudad tan castigada, como lo ha sido últimamente Villa Mercedes, fue el combustible para encender cuatro noches llenas de "Rock en la Casa". Entre todas las jornadas, más de 200 mil gargantas cantaron, gritaron y rugieron con el monstruoso festival que ayer se despidió en el Complejo Molino Fénix.

La necesidad de olvidar, aunque sea por un rato, las penurias que dejó y todavía quedan de la furiosa tormenta del 26 de enero, parece haber impulsado todavía más a los vecinos a salir de sus hogares y entregarse a los pogos que se armaron en la explanada del centro cultural.

Tan así fue, que la convocatoria creció progresivamente. Pasó de los 40.000 de la primera jornada, la del miércoles, a 45.000 el jueves y 55.000 el viernes. Pero ayer, se rompieron todos los registros y contabilizaron unas 67.000 personas, según los datos que aportó la organización oficial a medida que pasaban las horas. Una marea de quince cuadras de gente llegó a formarse en los alrededores de la manzana principal sobre la que montaron el escenario, sobre Comandante Videla entre Belgrano y Pueyrredón.

Para la despedida de la cuarta edición, el equipo del Molino se guardó una grilla muy atractiva, que puso a convivir a Turf, Los Cafres y Las Pastillas del Abuelo junto a un combinado de bandas sanluiseñas que habían sido seleccionadas en las instancias previas.

El primero de los grupos nacionales en pisar las tablas anoche fue Turf, que salió al ruedo cinco minutos después de las 21, cuando la noche alivió el calor agobiante del día, pero no logró calmar la sed de los espectadores locales y los que llegaron desde diferentes localidades de San Luis y de otras provincias.

Con Joaquín Levinton a la cabeza, que celebró su cumpleaños en Villa Mercedes, entregaron las primeras dosis de rocanrol y sacaron del baúl todos sus clásicos, como “Loco un poco”, “Yo no me quiero casar ¿y usted?”, “Pasos al costado” e incluso el aclamado cover de “Lamento Boliviano”.

No solo estrenaron dos temas del disco que publicarán dentro de dos semanas, sino que también el vocalista anticipó que les gustaría grabar su próximo álbum en los estudios de Casa de la Música.

La llegada de Los Cafres llevó un poco más de calma al ya desaforado público. La rudeza de las guitarras eléctricas mutó hacia el compás colorido del reggae durante aproximadamente una hora. Los más cantados, lógicamente, fueron sus himnos, como “Si el amor se cae” o “Casi que te pierdo”.

Los representantes puntanos, como Extras y Cazza 10, alternaron entre un show y otro y se sacaron el gusto de tocar en un escenario imponente frente a miles y miles de almas, otra de las premisas que tiene el festival para incentivar los propios talentos.

El último baile arrancó cerca de la 1:30 de la madrugada y se extendió hasta las 3:10 aproximadamente. “Piti” Fernández tomó de la mano a la ciudad y la puso a danzar con las melodías y letras de Las Pastillas del Abuelo. Fue la presentación más larga de todas y la que más exaltó a la masa amontonada por todo el predio. Con “Otra vuelta de tuerca”, “Ojos de dragón” y “Skalipso” no quedó nadie sin moverse.

La fusión de géneros y la supremacía de los ritmos urbanos en las listas de moda, hacen que el encuentro mercedino sea una de los pocos que quedan en el país con una grilla netamente rockera. Tal vez por eso y por esa necesidad de ahogar las penas en rocanroles, es que Rock en la Casa superó todas las expectativas de la organización, que ya piensa en la quinta edición.

Redacción/ALG