SAN LUIS - Martes 01 de Julio de 2025

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Brasil pone en peligro a sus pueblos originarios

Por redacción
| 05 de febrero de 2022

La pandemia de COVID-19 impuso nuevos desafíos a los pueblos originarios de Brasil, acosados por un gobierno que ignora sus derechos constitucionales y difunde noticias falsas que ponen en riesgo sus vidas.

 

Las mentiras sobre vacunas provocaron fuerte resistencia a la inmunización en algunos pueblos originarios. Eso contribuyó a la alta mortalidad en esa población, que tiene prioridad en la campaña de vacunación por su vulnerabilidad al coronavirus.

 

Un total de 1.263 personas muertas por COVID-19 y 65.104 casos de contagio registró la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), hasta el 3 de febrero, al sumar los datos de la Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai) y del Comité Nacional por la Vida y la Memoria de los Pueblos Indígenas, creado por la misma articulación.

 

Es interesante destacar que en la denominación de las instituciones gubernamentales de Brasil aún es utilizado el término “indígena”, concepto que fue suplantado en el lenguaje por el más apropiado: originario y/o pueblo originario, para referirse a los descendientes de los antiguos habitantes de un lugar.

 

El índice de muertos por 100.000 habitantes entre los pueblos originarios es de 141, tomando en cuenta el censo nacional de 2010, que identificó 897.000 personas. Supone casi la mitad del de la población brasilera en general, de 294, pero resulta excesivo al considerar que la mayoría vive en aldeas rurales y puntos remotos, sin las aglomeraciones urbanas.

 

Además, los datos están probablemente subestimados, ya que la Sesai y el gobierno ignoran en sus registros sanitarios a los originarios que viven en las ciudades.

 

El presidente Jair Bolsonaro insinuó, en broma, en diciembre de 2020, que la vacuna podía convertir a una persona en yacaré, algo que generó especiales temores en la cosmogonía indígena.

 

La broma subrayaba el rechazo a la vacunación por parte de Bolsonaro, que retrasó la inmunización en Brasil y ocasionó muchas muertes evitables entre las 629.995 víctimas oficiales de COVID-19 hasta el 3 de febrero.

 

Lo del yacaré se volvió un chiste nacional para ironizar sobre el negacionismo anticientífico de Bolsonaro, pero sonó como una alarma en los pueblos originarios. La transformación en animales es parte de la imaginación, de las leyendas de todos los pueblos originarios de América.

 

De todas formas, fueron las falsas informaciones lo que más daño provocó, al fomentar el rechazo a la inmunización entre los pueblos originarios.

 

Una de ellas dice que la vacuna contiene un chip que, introducido en la persona, provoca su muerte más tarde o la somete al control de los comunistas.

 

Las mentiras afectan también las organizaciones de los pueblos originarios y las no gubernamentales aliadas, acusadas de recibir mucho dinero para promover la internacionalización de la Amazonia.

 

Saben que no es verdad, es la estrategia del gobierno de Bolsonaro, que no quiere al movimiento de los pueblos originarios organizado y no respeta sus formas de organización social.

 

Los derechos humanos de los pueblos originarios en Brasil hace tiempo son objeto de observación internacional. Durante la pandemia esa situación alcanzó una vulnerabilidad extrema.

 

 

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