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Mónica Codesido y la fragilidad de las venecitas

Con una paciencia impoluta, la mujer convierte en arte funcional los fragmentos rotos de vajillas.

Por redacción
| 06 de abril de 2022
De lo macro a lo micro. Con sus alumnos del taller de arte, Mónica realizó un mural en Juana Koslay con el escudo de la ciudad. Les llevó seis meses de minuciosa planificación y realización. Foto: Gentileza.

La paciencia de quien sabe ver los resultados de un trabajo bien ejecutado y preciso, incluso antes de empezar, es el motor que impulsa a Mónica Codesido a realizar mosaiquismo. ¿La recompensa? Una obra inalterable que perdurará en el tiempo. La dicotomía se presenta en la otra pasión de la pintora: la indomable e impredecible pintura abstracta. En la combinación logra un saludable equilibrio entre la perfecta y frágil sincronía de la disposición de las venecitas y la divergencia del trazo impreciso.

 

La artista plástica dictará dos seminarios: en el primero, este viernes en Juana Koslay, sobre mosaiquismo, en cuatro horas los participantes decorarán una maceta; el segundo será el sábado en San Luis capital. Este último es sobre micromosaiquismo, y las y los talleristas aprenderán a incorporar la técnica en joyería y bijouterie. Para ninguno de los dos casos hace falta tener conocimientos previos.

 

“Es un trabajo absolutamente minucioso, de una gran prolijidad. Hay que estar organizado y tener los materiales cortados y preparados. A la gente que viene a los talleres les sirve como algo terapéutico, para bajar cambios y de mucha concentración”, explicó la mujer de 62 años.

 

Mónica nació en el barrio porteño de Palermo, cuando “no era lo que es ahora”, aclaró. Tenía cinco años cuando asomaba su cabeza por sobre el tablero de trabajo de su padre, un dibujante de publicidades. Se sentaba por horas a observar cómo el hombre, que había perdido un ojo en un accidente durante la infancia, con la guía de un prisma pintaba en acrílicos y acuarelas.

 

 

El mosaiquismo es un arte inalterable que no se modifica ni se arruina por nada; queda para siempre". Mónica Codesido, artista plástica.

 

 

Ya en sus primeros años de escolaridad sabía que las carreras convencionales como Derecho o Medicina no estarían entre sus opciones. Terminó la secundaria y realizó la carrera de Bellas Artes. En 1998 se mudó a San Luis con su marido y finalizó los estudios.

 

“Me empecé a relacionar en el ambiente artístico de acá, recibí una beca y trabajé mucho. Luego empecé a dar talleres y en 2010 empecé a capacitarme en mosaiquismo”, contó.

 

Hasta hace doce años la mujer navegaba en las improvisadas aguas de la pintura abstracta; no saber en qué iba a terminar una pieza despertaba en ella una velocidad creativa con el fin de ver rápido el resultado.

 

En 2010, en una galería de Buenos Aires un enorme espejo llamó la atención de Mónica. "Nunca había visto algo tan fantástico", resumió. Tenía un marco hecho con mosaiquismo, pero lo que más la cautivó fue la habilidad de tomar no solo venecitas o azulejos, sino también fragmentos de espejos, vajillas o vidrios rotos para volverlos piezas de arte enteras y funcionales.

 

“La pintura me da un resultado inmediato que nace muchas veces sin tener un diseño. Es totalmente opuesto a lo lento del mosaico, que se convirtió en una pasión en mi vida”, fundamentó la equilibrista del arte.

 

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