30°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

30°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

EN VIVO

El "Lungo" Ortuzar, ídolo del básquet

A los 17 años ya jugaba para Universitario. A los 25 lo hacía en el mítico Obras Sanitarias. Fue goleador de tres campeonatos argentinos. 

Por Johnny Díaz
| 22 de mayo de 2022
Galardón. El pivot sanluiseño recibió el premio de goleador del certamen. Fotos: Gentileza/Héctor Portela

El pasado 7 de mayo se cumplieron 19 años del fallecimiento de Reynaldo Silvestre el "Lungo” Ortuzar, uno de los máximos ídolos del básquetbol de la provincia de San Luis.

 

Había nacido en Coronel Moldes, provincia de Córdoba, el 27 de junio de 1942 y siempre se destacó por su altura, medía 1,98. Jugaba de pívot. A los 17 años llegó a San Luis y rápidamente se convirtió en una respetable figura del rectángulo pintado en el Hogar y Club Universitario.

 

Ortuzar tuvo la posibilidad de vestir la casaca de Obras Sanitarias de Capital Federal y cimentó su carrera en esa institución en la que logró —en 1973— que el equipo “Tachero” se coronara campeón por primera vez en su historia. Tenía argumentos para ello: su altura, su entrega, su carisma y su fama de goleador en los campeonatos argentinos de básquet de 1965, 1967 y 1969.

 

En 1970 se realizó en San Luis el campeonato argentino de básquetbol y el "Lungo” fue el capitán de la Selección anfitriona integrada, entre otros, por Carlos "Caica" Araniz, Santiago “Pablo” González, Mariano Celorrio, Víctor “Vitrola” Sosa, Jorge Mitchell, Ernesto el "Ñato" Pérez Pinto, "Chapa" Camargo. Fue en ese torneo en el que tuvo la actuación más sobresaliente que se le recuerde a un basquetbolista de su época.

 

En 1975 Ortuzar se consagró en el Campeonato Argentino de Clubes, y participó en el Sudamericano de Clubes campeones, donde quedó ubicado en la segunda posición, tras caer ante los brasileros de Franca. Esa decorosa actuación le permitió clasificar a la Copa Intercontinental de 1976, como subcampeón sudamericano (al máximo torneo de clubes del mundo, clasificaban los dos mejores equipos de Europa, los dos mejores de Sudamérica, el campeón de África y el campeón de la Liga Universitaria de los Estados Unidos). La FIBA designó al estadio de Obras como sede del torneo y el representante argentino terminó en tercer lugar.

 

Hoy, al recordarlo, Leonardo Federico, uno de sus hijos, dice: “Uno de los más grandes pergaminos que se le recuerde a mi padre fue cuando en 1966 integró la Selección Argentina en el torneo internacional amistoso 'Confraternidad Americana' realizado en Cosquín, Córdoba. Lo ganó la selección de Estados Unidos mientras que el elenco local fue segundo, con cuatro triunfos y dos derrotas. Aquel equipo lo dirigía Alberto Andrizzi y compartió el plantel con Benjamín Arce, Lucio Regina, Antonio Tozzi, el santiagueño Gustavo Chazarreta, Marcelo Farías, Ernesto ‘Finito’ Gehrmann, Ricardo Giunta, Raúl Iríñez, Gregorio Moreno, Hugo Oliva y Samuel Oliva”.

 

La edad, las lesiones en sus piernas, sus posteriores operaciones y una cruel enfermedad frenaron su carrera, pero hasta que tuvo fuerzas jugó en partidos amistosos, encuentros de veteranos o torneos interprovinciales que le permitían tener viva la llama por el deporte que más amaba.

 

Su hija Natalia Cecilia, que está casada con Eduardo “Lalo” Pinela y que tiene dos hijos —Baltasar y Bernardita—, agrega: “Mi padre era muy buena persona, compañero, familiero y nunca nos dejó solos. No tuve la suerte de verlo jugar oficialmente, era muy chica, sí lo vi cuando me llevaba a los partidos o torneos de veteranos, sentía que todo el mundo lo quería, pero los que lo vieron jugar y sus amigos siempre resaltan su figura que lo llevó a ser ídolo en esta provincia. Por eso estoy orgullosa de mi padre”.

 

“A los 25 años, ya jugaba en Buenos Aires, pero él siempre volvía a San Luis ante la convocatoria de la Selección, amaba esta provincia, donde jugó para Universitario y Estudiantes”, puntualiza.

 

Los hijos del desaparecido ídolo dicen que cuando ellos eran adolescentes la familia se había dividido por razones laborales: Gladys Giménez, la esposa de el "Lungo", tenía un negocio de venta de ropa en Merlo y el basquetbolista trabajaba en San Luis.

 

 El "lungo" ya con canas junto a su esposa Gladys Giménez y sus hijos Natalia y Leonardo.

 

“Mi hermano Federico se había quedado en Merlo con mi mamá Gladys, y yo con mi papá. Por razones laborales y familiares nos vinimos a vivir a la casa de mi abuela Margarita, que había quedado sola por el fallecimiento de mi tía Zuli. Esa triste situación no mermó para nada el amor familiar que siempre existió entre nosotros porque todos los fines de semana estábamos juntos”, manifiesta Natalia.

 

Leonardo Federico siguió los pasos de su padre. En San Luis jugó, entre otros equipos, para El Chorrillero y Sociedad Española. Tiene 41 años, está casado con Maitena Goles y tiene un hijo, Salvador. Al igual que su hermana, tampoco vio jugar a su padre en su más alto nivel. “Lo vi en el elenco de veteranos de GEPU y en otros equipos de amigos. Pedí a los canales nacionales la posibilidad de tener algún video de su trayectoria, pero hasta el día de hoy no he tenido suerte. Igual coincido con mi hermana, donde vamos y decimos nuestro apellido, se nos abren las puertas. Lo recuerdo como un gran padre, bonachón, reconocido por todos por su carisma, su humor y simpatía. Tengo muy buenos recuerdos de mi viejo”, señala.

 

El hijo del "Lungo” a los 17 años jugaba al básquet en la villa turística de Merlo, donde vivía con su madre Gladys, y se fue a jugar en un equipo de Bragado, provincia de Buenos Aires. Después pasó a Talleres de Córdoba, Río Cuarto, y Venado Tuerto para terminar jugando en la Liga B para GEPU en los años 2003, 2004 y 2005.

 

 Sus hijos hoy. Natalia y Leonardo junto con Salvador, el nieto.

 

Leonardo cuenta una anécdota: “En 2003 integré el seleccionado sanluiseño en La Rioja y salimos campeones. José ‘Pepe’ Franzi me invitó a sumarme a GEPU, no dudé y me vine a San Luis. Pagaban un buen sueldo, pero necesitaba trabajar. Mi padre ya había fallecido y la situación no era de las mejores. En Córdoba estudiaba abogacía, jugaba para Talleres y los fines de semana me ganaba unos pesos en el estacionamiento del estadio cuando el equipo de fútbol era local".

 

"Acá —continúa— me dediqué a la venta de telefonía móvil y flotas de celulares hasta que un día Luis Córica me llevó a Telefónica y allí, con el solo hecho de nombrar a mi padre, se me abrieron las puertas. Por eso resalto la calidad de persona que era. Me lo hacían sentir en cada lugar donde iba. Además era como un muro de contención, él siempre estaba, me aconsejaba, me enseñaba, creía que yo era muy buen jugador, más de lo que realmente fui, ese era mi padre, el que nunca estuvo ausente”.

 

Su hermana describe otra faceta del lado humano de su padre. “Cuando era chica me llevaba al Aleluya y mi madre me pasaba a retirar. Él siempre compraba mi merienda en un kiosco frente a su trabajo. Muchas veces mis amigas se quedaban a dormir en casa y papá nos servía el desayuno en la cama, todos lo querían, se quedaba largos ratos conversando cosas de la escuela".

 

"Con el tiempo y por su intermedio —relata—, me consiguió una beca como empleada administrativa en el Ave Fénix, pero un día la beca se terminó y me quedé sin trabajo. Por amigos, pude hablar con el gobernador Alberto Rodríguez Saá, que era su amigo. Le expliqué quién era y de la situación que con mi madre y mi hermano estábamos atravesando y me hizo mi primer contrato".

 

Y agrega: "Fue un momento inolvidable, el Gobernador quería que le contara cosas de mi padre y juntos nos emocionamos hasta las lágrimas. Queremos destacar estos gestos de sus amigos que nunca nos desampararon y siempre estuvieron cuando los necesitamos. Estamos muy agradecidos de todos ellos”.

 

Además de su gran pasión por la anaranjada, Ortuzar era dibujante de planos en Obras Sanitarias de la Nación, que estaba en la calle San Martín, y después lo fue de Vialidad Provincial, cuando comenzó a sentir el peso de las lesiones. Se jubiló por discapacidad.

 

“La edad y los duros entrenamientos con pesas en sus piernas subiendo y bajando tribunas y a veces con un compañero sobre sus hombros, aparentemente, le causaron lesiones o varices que muchas veces le producían derrames o edemas sangrantes que le impedían caminar. Esto hizo que por su mente rondara el retiro de la actividad, acrecentada por un cáncer de esófago. Ahí fue cuando mis amigos nos ayudaron económicamente para llevarlo a un chequeo en Córdoba en busca de un tratamiento alternativo porque no quería hacerse quimioterapia. Pero no hubo nada que hacer, el desenlace fue el 7 de mayo de 2003", expresaron los hijos del "Lungo".

 

“Nos quedó el orgullo de ser sus hijos, en la vida nos dio todo, era súper cariñoso, malcriador, protector de toda la familia, compinche y compañero, tenía mucho amor para dar y una paz interior que se notaba en cada gesto de su vida”, rescatan ambos y concluyen orgullosos: "Nosotros contamos estas anécdotas porque de alguna manera dibujan la figura de mi padre, nosotros conseguimos trabajo gracias a su nombre, a su forma de vida y por ser muy amiguero".

 

"Estamos muy agradecidos al Gobernador porque siempre lo nombra, lo recuerda, porque él también fue uno de sus grandes amigos. Todo lo que nos dejó es bueno porque fue muy querido por todos y eso habla de la calidad de persona que fue”.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo