20°SAN LUIS - Jueves 18 de Abril de 2024

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Adolfo Fernández Blanco: un árbitro con mucha categoría

Nacido en San Luis, a los 20 años fue árbitro nacional. En 1981 la FIBA lo declaró internacional. Dirigió en todos los campeonatos argentinos de 1965 a 1997. También arbitró en los sudamericanos de Perú, Bolivia, Uruguay y Ecuador.

Por redacción
| 26 de junio de 2022
Fernández Blanco. "El arbitraje me dio la posibilidad de conocer mucho a mi país y su gente, soy un agradecido de todo". Foto: Inés Cobarrubia.

A los 8 años jugaba al fútbol en un potrero en la esquina de General Paz y Pringles, junto con unos amigos entre quienes estaban su hermano Oscar Arturo el "Pelado” y “Coco” Lucero. Eran inseparables, pero un día la pequeña canchita fue tapiada y los niños del barrio se quedaron sin su espacio preferido.

 

Hoy, Adolfo Fernández Blanco, único árbitro nacional e internacional de básquetbol que ha tenido San Luis, recuerda con nostalgia aquella época y dice: “Un día del año 1953 se acercó Omar Bazán, el ‘Tiza’ o el ‘Profe’, para invitarnos a jugar al básquet en el club Guay Curú recientemente fundado, él era el presidente y buscaba en el barrio niños que practicaran deportes".

 

"Nosotros no teníamos ni idea, pero nos gustó la propuesta. El club solo tenía una cancha con piso de cemento y los aros, después se hicieron los vestuarios y la tribuna norte. Jugábamos todo el día, sin importarnos la hora, el calor ni el frío en la época invernal, Bazán era una excelente persona y siempre nos enseñaba algo. Con el tiempo comencé a estudiar dibujo técnico y comenzaron a disputarse los torneos intercolegiales. Todo era muy amateur, pero sobraban voluntad y ganas de hacer las cosas”, recuerda. 

 

 

Córdoba-Corrientes. Durante el campeonato argentino Juvenil en 1972. Foto: Gentileza.

 

 

Por situaciones de la vida, un día faltó un árbitro, solo estaba “Coco” Navarini a quien Fernández Blanco recuerda como "un excelente réferi y mejor persona". Él lo invitó a que lo acompañara. Su hermano, que estaba más atrás, le hacía señas que no, pero las ganas pudieron más y aceptó. Adolfo tenía algunos conocimientos porque emulaba al "Pelado". Así se inició.   

 

 

Formosa. Dirigiendo en el campeonato Argentino de Básquet. Foto: Gentileza

 

Fernández Blanco dice que comenzó a dirigir los encuentros de las divisiones inferiores, todo era innato, nadie les enseñaba, no había ninguna entidad que se dedicara al referato, pero dice que tan mal no le iba.

 

“Recién en 1971 mi hermano y yo recibimos una invitación de la provincia de Corrientes para hacer una clínica de arbitraje. Tenía 20 años, mi hermano desistió del viaje, pero fui y me recibí de juez nacional, un logro muy importante para mi carrera", dice. Y agrega: "Ese mismo año, se abrió el juego para el interior del país. Diez años después, en 1981, recién me había casado, la FIBA (Federación Internacional de Básquet), me envió un telegrama invitándome a una clínica de aspirantes a árbitro internacional. En mi familia fue todo un acontecimiento, no sabía qué hacer y, a instancia de mi señora, acepté el desafío”.

 

1973. Con Daniel Flores en el Argentino jugado en Chaco. Foto: Gentileza

 

A lo largo de su carrera fue a todos los campeonatos argentinos disputados en el país entre 1965 y 1981. En el Campeonato Argentino jugado en San Luis fue oficial de mesa, designado por su condición de árbitro de San Luis, situación que podía perjudicar o favorecer a la selección puntana, según la óptica de los dirigentes nacionales. “Para mí fue uno de mis grandes orgullos deportivos”, cuenta.

 

Serio, responsable y capacitado, Fernández Blanco no olvida a sus colegas sanluiseños: “Coco” Lucero, que dirigió poco tiempo (se dedicó al negocio de los zapatos); Navarini, “Yoni” Concia, Alberto el "Negro Picó” Aracena y Julio Domingo el "Choco” Pérez, con quien tuvo una gran amistad. “Siempre recuerdo una anécdota con Julio. Jugaba Juvenil con Sociedad Española y en un momento del juego, su hermano Antonio, que tenía un carácter muy fuerte, me agredió con un golpe muy fuerte en la cabeza. Julio, que era el otro árbitro, salió en mi defensa interponiéndose para que la situación no llegara a mayores, Julio era un gran compañero, no solo porque salió en mi defensa, sino que siempre me acompañaba con su arbitraje. Con el tiempo, Antonio me pidió disculpas y todo quedó en la nada”.

 

Paraguay. El sanluiseño participó de la clínica internacional FIBA-Copaba. Foto: Gentileza.

 

 

La creación de la Liga Nacional de Básquet hizo que se eliminaran los campeonatos argentinos de selección, pero sirvió para que el interior fuera ganando el derecho de jugar y llegar a posicionarse como potencia dentro del baloncesto nacional. Así crecieron las denominadas “plazas”: Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Capital Federal, Bahía Blanca y provincia de Buenos Aires, entre otras.

 

“Hoy, con la Liga Nacional las provincias han crecido mucho y marcan la diferencia. Recuerdo que la transición del básquetbol fue en 1985, cuando este deporte era furor. Todos los niños querían jugar, todos querían tener su pelota, por todos lados se veían chicos con pelotas de básquet. Creo que no se le da la importancia que el niño requiere, puedo estar equivocado, pero es la realidad”, asegura.

 

En 1981, y como árbitro internacional, el sanluiseño fue a Lima, Perú, integrando la delegación de la Selección Argentina para jugar el Sudamericano. “Estaba alojado en el Sheraton y cruzando una avenida estaba la Casa de Gobierno de ese país. A la derecha, un parque circular y un poco más allá, en un hostal, se alojaba la delegación argentina. Un día cruzando el parque se me da por levantar la cabeza y veo flamear nuestra bandera. Era la embajada argentina, se me cayeron las lágrimas, me invadió una emoción que aún hoy recuerdo. Fue muy lindo vivir esos segundos lejos del país y de los afectos”, cuenta. En ese torneo estaba programado para dirigir la final, pero el seleccionado argentino la jugó, por eso lo mandaron a dirigir la semifinal entre Perú y Uruguay. Allí pudieron apreciar la diferencia que había entre el básquet argentino y el resto, carentes de formación, escuela o semilleros. Rápidamente las potencias sudamericanas marcaban la diferencia, se imponían.

 

 Bolivia. Un árbitro chileno, el técnico FIBA y Fernández Blanco, en un torneo sudamericano. Foto: Gentileza.

 

En relación a los entrenamientos que debe realizar un árbitro internacional, Fernández Blanco señala: "Son muchos, pero había dos pruebas que eran de mucha dificultad, una denominada 'suicida', pero fue eliminada después que se comprobara que no era beneficiosa porque alteraba mucho el ritmo cardíaco. Otra era con un reloj que comenzaba en forma pausada y lentamente se iba acelerando. Quien no la cumplía quedaba eliminado y no era convocado. Esos exámenes se toman cuando se hacían las clínicas para árbitros o previa a los torneos”.

 

Fernández Blanco dice que Dios está en todos lados, pero vive en Buenos Aires y explica: “Estaba programado y designado para viajar a Ecuador como árbitro de la selección nacional femenina, pero a último momento anularon mi designación y otro árbitro viajó en mi lugar. Lo mismo pasó cuando tenía que viajar a España, pero un par de horas antes me bajaron del avión. Son cosas que no se pueden creer, pero ocurren”. 

 

También fue a Uruguay y a Cochabamba (Bolivia) a dirigir torneos sudamericanos. Y a Ecuador, a la ciudad de Ibarra, donde la temperatura ambiente siempre oscila entre los 24 y 25 grados todo el año. “La ciudad tiene un volcán, el Imbabura, al que nunca se le ve la cúspide porque lo tapan las nubes. Pero en los días del torneo, estaba totalmente despejado, un hecho poco frecuente, pero que se lo tomaba como signos de buena suerte. Nuestra delegación estaba alojada en un lugar que en el 1500 había sido un convento”, rememora.

 

 

1993. Durante el XXIII Sudamericano, jugado en Cochabamba, Bolivia. Foto: Gentileza.

 

 

El exárbitro, que contrajo matrimonio con Hortensia Becerra el 7 de marzo de 1981, tiene tres hijos: María Laura, Mariano Andrés y María Beatriz. En 1984 sufrió una grave lesión lumbar que lo tuvo postrado mucho tiempo, lo que lo llevó a pensar en dejar el referato. “La fe en Dios me salvó, como salvó a mi hija María Laura que a los 28 años logró superar un cáncer que nos tenía mal a todos. Yo tenía una lesión en la columna vertebral y estaba casi inválido. Hice muchas consultas a médicos en San Luis, Mendoza y Córdoba, pero me salvó un remedio casero que me sugirió una abuela al verme caminar con mucha dificultad: bolsitas de sal caliente en el lugar afectado. No lo podía creer”.

 

 

1971. Durante una cena después de aprobar una clínica de básquet para arbitros nacionales.

 

 

Dirigió entre 1971 y 1997. A los 47 años se retiró. Dice que fue "por diferencias deportivas, no me gustaron algunas cosas y decidí dejar. Viajes y distancias interminables fueron los principales motivos. En una oportunidad, en 1997, viajé a Neuquén, después a General Roca, al día siguiente fui a Pico Truncado, Comodoro Rivadavia y al día siguiente dirigía en Colón, Entre Ríos. Era increíble. Gracias a un amigo, tomé un vuelo a Bahía Blanca, de allí a Aeroparque en Buenos Aires y después a Paraná. Todo eso en menos de 48 horas, yo estaba con ellos o contra ellos, buscaban que dijera que no podía o que me quejara por algo. Otro viaje dificultoso fue uno que hice de San Luis a Resistencia, Chaco, pasando por Córdoba, para dirigir un partido de la Liga Nacional. Salí un jueves y volví un lunes, era muy agotador. Esos fueron los principales motivos”.

 

Reconoce que estaba muy bien pago, con comidas, alojamiento, viáticos y partidos, pero que los bancos se quedaron con todos sus ahorros. “Primero fue el banco Agrario, el Buci, la financiera Kolton y el banco Francés. Me agarró el corralito, solo pude recuperar 500 dólares del banco Buci porque conocía al gerente y eso colaboró”.

 

Adolfo Fernández Blanco dice que el básquet le dejó grandes satisfacciones, amigos en todas partes, conocer el país y su gente: "Estoy muy agradecido a Dios y al básquetbol, un deporte que abracé desde niño”.

 

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