La peña Chunkana pasó por San Luis: la tierra respetada
Con tres actuaciones durante el fin de semana, una compañía de danzas de Luján demostró cómo se busca la identidad.
La de Rodrigo Quevedo es una historia de amor a su lugar. Nacido en los verdes paisajes de Luján, el bailarín desarrolló su carrera en Buenos Aires y el año pasado decidió radicarse nuevamente en su localidad natal. Como Rodrigo, Chunkana, su actual compañía de folclore nativo, y “Naciente”, el primer espectáculo del grupo, también nacieron en el pueblo norteño.
Desde allí, Quevedo, Gabriel Romero, Florencia Ortolani y Gastón Alcaraz trajeron a la ciudad el show que integró la Peña Chunkana, un espectáculo que pasó durante el fin de semana por Casa Mollo, Comuna y All Right, todos sitios que hacen posible en sus escenarios que las manifestaciones populares tengan un lugar.
Al mediodía del sábado, el coqueto patio de Casa Mollo recibió la visión de la cultura nativa y ancestral que tiene la compañía. Respetuosa, conectada a la naturaleza y a la poesía, traspasada por la antropología y por el folclore de todo el país, la presentación fue muy disfrutada por un público que animó su almuerzo con música y baile.
De “Chacarera santiagueña” a “El marucho”, las canciones en la voz de Alcaraz musicalizaron un espectáculo integral que hizo alternar al resto de los integrantes entre los instrumentos musicales, todos de raíz autóctona, obviamente, y la danza, el fuerte de Quevedo, Romero y Ortolani.
Con evidencia, el líder del grupo es Rodrigo, quien tomó la palabra para guiar al público, al que presumió —en un juego de complicidades— desconocedor de algunas tradiciones básicas del folclore cuyano como el cogollo y la forma de pagarlo. “El que no lo paga recibe 15 años de maldición cuyana. Por el horario, no podemos decir en qué consiste”, dijo con humor el bailarín.
También, en el escenario, el artista contó parte de su paso por Buenos Aires, donde armó una prometedora carrera al mando del grupo Zambaigos, todavía vigente pese a su ausencia. “Allá me preguntaban ‘¿qué onda los cuyanos? ¿Es solo vino nomás?’”. Para responder, el grupo interpretó “La refranera”, el clásico de Félix Dardo Palorma, con una alegórica explicación de la letra.
Afortunadamente, Chunkana se proyecta como una idea a largo plazo, con una producción de vestuario, calcomanías hechas especialmente para los shows y la experiencia de sus integrantes. Pero sobre todo por la marea de fondo que Quevedo expuso en las peñas, consistente en reclamo y propuesta.
Para su incursión capitalina —un acontecimiento no menor en la forma de ver las cosas de Quevedo—, Chunkana armó su propia peña que los tuvo en todos los casos como número de apertura, con la invitación especial a Giselle Castro, una cautivante bailarina de Villa Las Rosas en Córdoba, y a Cuyana y Africana, el grupo de mujeres que cerró las actuaciones.
Escindido de La Tambora, el quinteto femenino puso en orden su línea de percusión y regaló vidalas, clásicos folclóricos como “La pomeña”, una chacarera escrita por Marianela Arce (quien entre varios proyectos se hace tiempo para ser parte de Cuyana y Africana), que para la ocasión se bautizó “Chacarera chuncana”, y una selección final de cumbias colombianas con “El pescador” como anzuelo y carnada.
Redacción/MGE
Más Noticias