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En un mes, la venta de fiambres cayó alrededor del 10 por ciento

Los puntanos optan por las segundas marcas. La merma se siente desde la segunda quincena de agosto.

Por redacción
| 26 de septiembre de 2022
Fetas en caída. Los fiambreros luchan por no trasladar los aumentos al cliente, pero a veces les resulta imposible. Fotos: Nicolás Varvara

Como un boxeador virtuoso que apunta y golpea duro y con precisión, así se comporta la inflación, el flagelo que castiga a los argentinos hace años. Las víctimas que ahora sienten la golpiza son los comercios del rubro fiambrería, quesería y lácteos: en un mes, según sus propietarios, las ventas cayeron un 10 por ciento y todo hace prever que seguirán, paradójicamente, en picada.

 

El Diario de la República recorrió locales instalados en distintos sectores de la ciudad y el común denominador de sus dueños se centró en la caída de la comercialización, el vuelco inexorable en los hábitos de los clientes hacia las marcas de segunda y el tope que ellos se fijan a la hora de comprar. Por más que los fiambreros hagan malabares y diseñen combos atractivos como ofertas, la gente no los compra: el cliente solo gasta lo poco que tiene en el bolsillo.

 

Para peor, sobre todo para la alimentación de los más chicos de la casa, los lácteos y sus derivados conforman el ítem que más aumentos experimenta. Los cambios de precio, siempre para arriba, son semanales y los comerciantes minoristas, en pos de no perder ventas, suelen absorber esos incrementos, pero no todos. Hay otros que aunque no quieran, los trasladan a la góndola y ahí es el consumidor quien tirita.

 

 

110 pesos los 100 gramos es el costo en promedio de la paleta, uno de los fiambres que la gente más consume. Ese es el valor más bajo. Las primeras marcas de paleta jamonada llegan a $1.400 el kilo.

“En general sentimos el bajón en las ventas después del Día de las Infancias. Ahí fue como que la gente disminuyó sus compras. En mi caso, las ventas cayeron un 20 por ciento. Se sintió mucho, lamentablemente”, comentó Facundo Mariani, propietario de un negocio de la capital.

 

“Lo que más sube es el rubro lácteos. Vimos incrementos durante todo el año en cualquier mercadería derivada de la leche. Y la tendencia se sintió más después de la salida del ministro de Economía, Martín Guzmán. Hubo como un efecto. Por semana o por quincena vinieron con aumentos”, agregó.

 

 

Un carrito lleno de marcas de segunda categoría

 

En este escenario de inflación salvaje, la gente muestra un hábito de giro absoluto hacia productos de marcas poco conocidas, que tienen menor sabor y que arrojan una calidad de escaso rendimiento a la hora de cocinarlos. Esa es la opción de los puntanos, que además se autoimponen topes a la hora de comprar.

 

“Ahora se nota bastante cómo buscan las segundas marcas. Tengo clientes que antes llevaban jamón cocido y ahora optan por la paleta u otros que llevaban un fiambre de primera calidad y ahora buscan algo más económico. Vienen a comprar con la plata justa, sin importar costo u ofertas. Piden directamente, por ejemplo, $200 de queso cremoso y listo. Cuidan mucho su bolsillo”, destacó Mariani.

 

En ese mismo sentido opinó Sandra García, comerciante del rubro. “Lo de los lácteos es terrible. Suben todas las semanas y a la gente le cuesta mucho llevarlos. Son alimentos de primera necesidad, porque se los damos a los chicos y los costos siguen en alza”, comentó la mujer.

 

“Hubo una caída de entre un 5 y un 10 por ciento. Hay fiambres que suben y otros que no. Actualmente, vemos un alivio en cuanto a la suba de precios. Al menos por ahora. Pero la gente está muy sensible, ya no sabe cómo cuidar su bolsillo. Y eso repercute en las ventas, porque solo salen los productos básicos, como queso cremoso y paleta de la más económica, entre otros”, agregó García, propietaria del sector fiambres y quesos de un autoservicio.

 

En promedio, la paleta común hoy cuesta $1.100 el kilo. En tanto que el de primera calidad sale $1.400. El salame milán de mejor sabor tiene un valor de $1.800 el kilo, pero el de menor calidad sale $1.000. La mortadela, uno de los embutidos más económicos, cuesta $1.100 en su versión “bocha”.

 

Entre los quesos de mayor salida, el mantecoso va desde los $1.000 a los $1.400 el kilo, en tanto que el queso barra cuesta $1.300 el más barato y $1.500 el de mejor rendimiento y mejor sabor.

 

“El queso mantecoso es algo que los clientes llevan bastante, porque últimamente se cocinan muchas pizzas caseras. Son una opción para la cena y hacerlas es más económico. Hoy si se comparan los precios es más barato comer una picada que un asado. Es una tendencia que vemos. Lo hacen mucho los grupos de amigos”, remarcó García.

 

En cuanto a los valores que se manejan en el resto del país, los fiambres registraron en lo que va de septiembre aumentos del 11% en promedio.

 

Con eso, el valor de diferentes embutidos equipara o supera a algunos cortes de carne vacuna. Y en otros casos ya son más caros que un kilo de milanesas de pollo.

 

Redacción/MGE

 

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