Para la Justicia, la cuestión de títulos es más simple. La jueza interviniente será quien le ponga encuadre a la cuestión. Y lo ha hecho: la carátula del expediente en cuestión dice “Intento de homicidio agravado en grado de tentativa” (ya que finalmente no se consumó el crimen). Y eso no da lugar a mayores discusiones. Más allá de consideraciones posteriores, para la Justicia la cuestión de denominaciones está resuelta. Para los medios de comunicación y para la política y la sociedad en general, se trató de un magnicidio. Las cuestiones de la comunicación, más allá de volverse horizontales, están tan tergiversadas que no se sabe si algunos dirigentes tienen opiniones genuinas o si replican lo que anticipan los medios. Lo cierto es que la definición de “intento de magnicidio” ha sido mayoritariamente aceptada. Sería el “asesinato del magno”. Más comúnmente el magnicidio es el crimen de una persona que ocupa un cargo relevante de poder. En los regímenes constitucionales, como el argentino, se considera así al asesinato de quien detenta un alto cargo en el Estado. Como esa figura, por el momento, no está estipulada específicamente en el Código Penal, a quien lo ejecute se le aplicará una condena por homicidio, con sus agravantes y atenuantes. En el caso del ataque sufrido este jueves por la vicepresidenta, la causa judicial se abrió con la carátula de “Homicidio calificado”, para la que se contemplan de diez a veinte años de cárcel, dependiendo de si se condena a prisión o “reclusión”.
Más allá de estas digresiones, ha ocurrido en Argentina un hecho de una gravedad institucional inusitada. Se vio, con mucha claridad, en las más variadas imágenes un claro intento de asesinar a la vicepresidenta de la Nación. Para quienes aceptan la democracia como genuino sistema de convivencia, no cabe otra cosa que el repudio absoluto. Para quienes aprecian la vida humana, no cabe otra cosa que el repudio absoluto. A partir de esta mínima coincidencia, podrán comenzar a emerger las más diversas miradas en el ámbito de la libertad que felizmente impera en el país.
Desde el exterior llegaron múltiples expresiones de solidaridad y repudio. Para quienes lo entienden como una palabra más que autorizada, cabe apelar a la mirada del papa Francisco: "Habiendo recibido la preocupante noticia del atentado que vuestra excelencia sufrió en la tarde de ayer, deseo expresarle mi solidaridad y cercanía en este delicado momento. Rezo para que en la querida Argentina prevalezcan siempre la armonía social y el respeto de los valores democráticos, contra todo tipo de violencia y agresión". Algunos líderes de la región y el mundo han manifestado su rechazo en contra del hecho. Desde España, el presidente Pedro Sánchez sostuvo: “Mi cariño y solidaridad. Nuestra rotunda condena a este intento de magnicidio y el apoyo a la vicepresidenta Cristina Fernández y a todo el pueblo argentino. El odio y la violencia jamás vencerán a la democracia”. Desde Ecuador, el presidente Guillermo Lasso y Rafael Correa; desde Venezuela, Nicolás Maduro; desde Bolivia, Luis Arce y Evo Morales; desde Chile, Gabriel Boric; desde Lima, Pedro Castillo; Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos; Amnistía Internacional señaló: “Nuestra democracia no puede ni debe tolerar este tipo de agresiones no solo a la institucionalidad, sino también al estado de derecho”; desde Uruguay, Luis Lacalle Pou. Desde Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rouseff enviaron “toda su solidaridad a la compañera Cristina Fernández de Kirchner”. Mario Abdo de Paraguay; Andrés Manuel López Obrador, de México; Gustavo Petro, de Colombia. Y desde muchos otros países del mundo, mandatarios, cancilleres, funcionarios y organizaciones de todo tipo.
Es fundamental el esclarecimiento absoluto y total del hecho. Y es fundamental que siempre, pero particularmente en estas circunstancias, quienes tengan responsabilidades públicas asuman su compromiso y comprendan su obligación de contribuir a la convivencia y a la paz social. Entonces, repudio absoluto, responsabilidad, concordia y búsqueda de un ámbito más propicio para la paz y para la esperanza.


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