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Las consignas de los manifestantes

Desde el ataque a los edificios de los tres poderes en el país latinoamericano, surgieron las comparaciones con lo sucedido en el Capitolio de los Estados Unidos.

Por Agustina Bordigoni
| 27 de febrero de 2023
Foto: Infobae.

“Ustedes son unos malditos patriotas”, dijo Jake Angeli mientras saludaba a un hombre tendido en el suelo, que había recibido un disparo durante el violento asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Angeli, quien se convirtió en imagen icónica de estos sucesos por su vestimenta, y que se hace llamar “Q Shaman”, tuvo su versión brasilera. Un hombre con el torso desnudo, un sombrero de plumas, cuernos y con el rostro pintado con los colores de la bandera de Brasil fue la imagen que muchos, sorprendidos, decidieron compartir después de lo sucedido. Aunque sacada de contexto, ya que la foto pertenece a un acto de Bolsonaro en 2021, las similitudes llaman la atención e invitan a reflexionar acerca de los parecidos entre ambos acontecimientos y sus protagonistas. 

 

Cuando el 8 de enero miles de fanáticos bolsonaristas invadieron las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil, no faltaron las comparaciones con lo sucedido en los Estados Unidos. El contexto, la forma, los discursos de los mandatarios salientes, las responsabilidades, las respuestas, los castigos e incluso la vinculación entre ambos casos. Pero, ¿en qué se parecen los participantes de estos ataques?

 

Pocas horas después de los acontecimientos, las redes inauguraron páginas que buscan identificarlos. Una de ellas es Contragolpe Brasil, un Instagram en el que se pueden ver algunas fotos y videos que los mismos manifestantes subieron a sus redes, con nombre y apellido, y que son difundidos con la intención de denunciarlos. Se presenta como un “sitio colaborativo para la identificación de personas que atentan contra la democracia en Brasil” y que en pocos días logró cosechar más de 1 millón de seguidores.

 

"Ocho de enero de 2023. Estamos aquí todos los patriotas luchando por un país mejor”, se escucha decir a uno de los manifestantes. La palabra patriotismo se emplea una y otra vez en las redes, en tiempos en los que son los mismos culpables de los desmanes los que se presentan como tales. Probablemente advierten esto después: por eso, algunos de ellos grabaron videos en sus casas, ya con apariencia más consciente y tranquila, en los que aseguran haberse manifestado en “paz y tranquilidad”. Sus posteos previos los desmienten, porque son los mismos que afirman, en el fragor de las protestas, cosas como “rompimos todo, no quedó nada”.

 

“Tenemos derecho a protestar pacíficamente”, se oye decir a Angeli en el Capitolio. El derecho también se invoca en 2023: “El Congreso Nacional es nuestro. Brasil es nuestro”, afirmaban los manifestantes en Brasilia. Son ellos los “patriotas”, y de alguna manera parecen sentirse dueños y representantes de la voluntad popular. Los une además la idea de una conspiración, de un fraude electoral que están seguros de que se cometió, en gran parte porque es lo que los mandatarios salientes se encargaron de denunciar antes, durante y después de las elecciones.

 

“No estamos de acuerdo con el comunismo y la dictadura”, dicen los seguidores de Bolsonaro. “Lo vemos como una guerra. Vamos a lanzar una serie de batallas y a hacer el mayor daño posible a la izquierda y a quienes apoyan la tiranía”, afirmaban hace dos años los defensores de Trump.

 

Entre euforia y llanto, los bolsonaristas también hablan de una situación de guerra, de batallas vencidas y de una lucha contra lo que consideran el mal. Aseguran defender la causa del pueblo, identificándose como la verdadera y legítima voz popular. Si bien los votantes de Bolsonaro representan casi la mitad de un país extremadamente dividido en términos políticos (Lula ganó la segunda vuelta con el 50,9% de los votos), no todos están de acuerdo con estos métodos, aunque la narrativa sea similar.

 

“Que Dios te bendiga”, dijo Angeli al hombre herido en el Capitolio. “No somos más esclavos del miedo, somos hijos de Dios”, escriben al pie de sus fotos los invasores del Congreso en Brasil.

 

Unidos por las creencias, por la convicción en el supuesto fraude, por las teorías conspirativas, los modos y la forma de vestir, los miles que irrumpieron en el Capitolio y en los tres poderes de Brasil comparten además un tipo de liderazgo que les dejó países con una mayor cantidad de gente armada, con una polarización creciente y en los que hechos como estos, si se naturalizan, podrían volverse la regla y no la excepción.

 

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