Sudor Marika vuelve sin vergüenza a San Luis

Mientras Leo Mattioli le cantaba al amor y al sexo entre amantes, Amar Azul hizo himnos sobre la noche y la fiesta. A ninguno de los dos, referentes de la cumbia de los 90 como tantos otros grupos y solistas que integran la movida tropical, se les ocurrió hablar sobre la libertad de elegir, romances entre lesbianas, la educación sexual o reivindicación de derechos.

Nacidos en familias donde la cumbia era el género musical por excelencia y se escuchaba durante todo el día, las y los músicos de Sudor Marika decidieron darle un giro al estilo que más les gusta y escribieron canciones donde se reflejan las realidades, las luchas y los activismos que viven las disidencias.

El grupo creado en Dock Sud, provincia de Buenos Aires, visita San Luis con “El deseo es una bailanta”, su tercer disco de estudio que busca armar trincheras de amor en un mundo difícil. Quienes quieran escuchar en vivo las nuevas piezas de Sudor Marika podrán hacerlo en Casa Beta a las 23 con entradas a 1.500 pesos. En la noche también estarán la puntana Paulett y la DJ Luciana Giordano.

Es la tercera vez que el conjunto anda por la ciudad que siempre los esperó con amigos, colegas y un público fogoso. “La última vez fuimos para el Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias. Es nuestro recuerdo más conmovedor porque era la primera vez en uno y si bien siempre estuvimos cerca de esas luchas, nunca participamos directamente con todo lo que implica ser una banda de lesbianas, trans y travestis”, expresó Ro Tirita, vocalista.

La banda termina de completarse con Seba Zasali, Vicente Qrintreleo, ZepeQu, Nahuel Puyaps y Ástor Duarte. “Somos hijes de la cumbia de los noventa y su sonoridad. Escuchamos artistas como Ráfaga, Lía Crucet y grupo Caricia, entre otras bandas que bailábamos desde pequeños”, contó Zepe.

Lo que notaron los artistas fue que en esas cumbias no se hablaba de la existencia de las disidencias, sus deseos y maneras de amar. Por ese motivo crearon una banda para nombrarlos. “También tuvimos en cuenta la cumbia villera que surgió después del estallido del 2001, cuando el género empieza a llevar la voz de un montón de personas que estaban por fuera de la bajada de la música comercial. De esta forma, decidimos incorporar la cumbia a nuestra historia y crear el mensaje”, explicó Zepe.

Los músicos se definen como un grupo crítico y antifascista que intenta con sus letras y ritmos conmover, hablar de la realidad, producir transformaciones, aunque sean pequeñas e imperceptibles, y generar narrativas y ritmos que alojen a todas las personas que no fueron nombradas ni tenidas en cuenta en la historia del arte hegemónico.

Cada uno de los integrantes aporta una singularidad, aunque hay una característica que los hace distintos. "Es la mezcla de saberes populares, que salen de la academia, de las experiencias, entre conceptos, afectos y preceptos”, contó Puyaps.

Tirita agregó que “la música es un espacio para enunciar y manifestar ciertas reivindicaciones, necesidades y urgencias. Está bueno que se hable de luchas pero también de baile donde suscite la alegría en los cuerpos en tiempos de hostilidad. Que la cumbia exista para traer alegrías y pasiones es increíble”, concluyó.