La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) colocó bajo examen las emisiones de gas metano (CH4) asociadas a la ganadería de rumiantes, y también del arroz, debido a su participación en la crisis climática al contribuir al calentamiento de la atmósfera.
El metano representa alrededor del 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y es más de 25 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2) para atrapar el calor en la atmósfera.
Las emisiones de metano procedentes de actividades antropogénicas contribuyen con alrededor de 0,5 grado Celsius al calentamiento global observado, lo que hace que su reducción sea un camino importante para lograr el Acuerdo de París.
Mediante ese acuerdo de 2015, la casi totalidad de las naciones asumieron el compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de modo que la temperatura global no aumente a finales de siglo más de dos grados centígrados sobre la media de la era preindustrial (1850-1900) y no más de 1,5 grado antes de 2050.
En la Conferencia Mundial sobre Transformación Ganadera Sostenible, la FAO presentó el estudio “Emisiones de metano en los sistemas ganaderos y arroceros. Fuentes, cuantificación, mitigación y métricas”, orientado a promover la mitigación de esas emisiones.
El informe es una herramienta para reforzar los esfuerzos de todos los países y partes interesadas “hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes, bajos en emisiones y sostenibles”.
Con aportes de 54 científicos y expertos internacionales, examina tanto las fuentes como los sumideros de gas metano, describe cómo pueden medirse las emisiones, muestra estrategias de mitigación y evalúa métricas que pueden utilizarse para medir tanto emisiones como su mitigación en el sistema climático.
En 2021 más de 150 países asumieron el Compromiso Global de Metano, no vinculante, para reducir en 2030 las emisiones de CH4 en 30% con respecto a los niveles de 2020, lo que mermaría en al menos 0,2 grado Celsius el aumento de la temperatura global promedio para 2050.
Además de los sistemas agroalimentarios, otras actividades humanas que generan emisiones de metano incluyen los vertederos de desechos, los sistemas de petróleo y gas natural, las minas de carbón y otros.
Alrededor del 32% de las emisiones antropogénicas globales de metano resultan de procesos microbianos que ocurren durante la fermentación entérica del ganado rumiante y los sistemas de manejo del estiércol, mientras que otro ocho por ciento proviene de los arrozales.
La población mundial de rumiantes aumentó casi el doble entre 1960 y 2017, mientras que la de no rumiantes aumentó más de cuatro veces.
La previsión es que ambos grupos crezcan aún más y está previsto también que la demanda mundial de productos animales aumente hasta un 70% para 2050, lo que exacerbaría las emisiones de metano y gases de efecto invernadero de los sistemas ganaderos.
Dada la necesidad de mitigar ese impacto, el estudio señala que una de las cuestiones más complicadas con el metano es cómo medir sus emisiones e inventarios, factor crítico para determinar las mejores vías de mitigación.
Otro factor clave es cómo los suelos locales sirven como sumideros de metano. El estudio indica que los suelos de los bosques de tierras altas son los más eficientes en esto, especialmente en los biomas templados, con tasas de almacenamiento cuatro veces mayores que las de las tierras de cultivo.
El metano es un indicador esencial en el camino de limitar el calentamiento global.
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