Peñaza en Comuna entre zambas que no olvidan

La novena y última noche del Festival de Cosquín espera a Juan Fuentes, elegido el año pasado como Artista Consagración en la plaza Próspero Molina. Una semana antes de ese momento, el cantante salteño cerró una peña en San Luis y dejó en claro los motivos que llevaron al encuentro cordobés a fijarse en él.

Una voz capaz de jugar en cualquier tono, una banda preparada para dar un show sin fisuras, un carisma que envuelve a cualquier público y un repertorio que mezcla clásicos con historias propias son las armas que “Juancito” —como él mismo se presenta— expone en cada presentación, sea en un escenario como el de Comuna o en el "Atahualpa Yupanqui".

Con una camisa de jean desprendida y su barba característica, el exintegrante de “Los Huayra” condensó algunos clásicos del folclore argentino como “La chacarera del triste”, “Canción con todos” y “Oración del remanso”, con temas propios que describen su carrera, entre los que se destacó “Es con mi voz”.

Conocedor del paño y permanentemente preocupado por complacer a su público —que acompañó todos los temas—, Juan pidió un “grito cuyano” a poco de comenzar una ronda de chacareras que causaron, lógicamente, la reacción bailable de la gente.

El momento más elevado de la noche, por el tema, por la interpretación y por la compañía, fue “Zamba para olvidar”, en la que Fuentes compartió micrófono con Mariana Baraj —quien había abierto la noche— y generó un fuerte aplauso del público, que coreó con ánimo el clásico del recordado Daniel Toro.

La reunión entre los dos músicos que dijeron conocerse de Salta, donde Juan nació y donde Mariana se radicó hace 14 años, fue la condensación de dos estilos folclóricos: por un lado, el evidentemente festivalero de Fuentes y, por el otro, el más delicado y explorador de la artista.

Baraj fue la encargada de inaugurar la peña de Comuna con una propuesta llena de coplas y la fortaleza que se necesita para estar sola arriba del escenario. Unas semillas atadas a sus botas que funcionaron como elemento percusivo, un bombo legüero prestado y un charango que usó poco musicalizaron una propuesta que recorrió obras de Gustavo Santaolalla y Leda Valladares, entre otros autores.

A diferencia de Fuentes, el poderío del repertorio de la cantora se basa en las canciones de su autoría, como lo demostró con “Aguacero”, una obra de una delicadeza extrema.

Con centro en la canción de raíz folclórica, pero capaz de recorrer otros caminos, Mariana también tomó posición política sobre la situación actual: “No debemos permitir que el arte y la cultura se rematen”, dijo una de las firmantes de la solicitada que se conoció esa misma noche en la que más de 20 mil artistas pidieron frenar las leyes culturales impulsadas por Javier Milei.

Entre la popularidad de Juan y la elevación de Mariana, “Los Manyines de Cuyo” mostraron una vez más su nuevo manifiesto de la canción cuyana y con sus historias de trabajadores sufridos, fiestas que terminan mal y vivencias locales, hicieron que el público bailara y celebrara su show, que a esta altura necesita una renovación urgente.