La inseguridad acorrala a los clubes villamercedinos: otro robo a Pueyrredón

Ya perdimos la cuenta de tantas veces que nos pasó lo mismo", afirmó con bronca y también desazón Pablo Cristófano, el presidente de Sportivo Pueyrredón. El club del que surgió el ex Boca y actual Olympique de Marsella Leonardo Balerdi, sufrió otro hecho delictivo y se suma nuevamente a la larga lista de instituciones deportivas que han padecido casos similares en los últimos meses, y que sienten que pierden el partido contra la inseguridad.

"Esto ha sido un golpe de nocaut para mí y para la gestión faltándome un año todavía, porque estamos a pocos días de inaugurar la sede y esto nos hace retroceder quince pasos para atrás y retrasa todo", agregó el dirigente.

Es que el "Rojo", que en 2023 celebró sus 90 años de historia, lleva adelante una serie de reformas para darles nuevo impulso a sus actividades y más comodidades a los socios. Llevan invertidos unos 45 millones de pesos para tener una cancha propia en Amaro Galán 1364 y para mejorar las instalaciones de su casa original en Fuerte Constitucional y Pueyrredón, en el barrio Sarmiento.

Este lunes por la mañana, cuando los arquitectos y los albañiles que están a cargo de la obra en el centro llegaron al lugar, se encontraron con la puerta trasera totalmente forzada y una gran cantidad de destrozos. Faltaba un inodoro, una pileta y grifería de baño, chapas, perfiles, cables y herramientas, entre otras cosas. "Lo que no se pudieron llevar, lo rompieron", lamentó.

Con un cálculo rápido, estiman que entre los materiales que sustrajeron, los que dañaron y la mano de obra que implica colocarlos o repararlos, la pérdida fue de aproximadamente un millón de pesos.

Cristófano aseguró que con las experiencias previas, saben que realizar la denuncia es prácticamente una pérdida de tiempo. No solo porque los demoran entre tres y cuatro horas y los tienen a maltraer con trámites burocráticos, sino porque los delincuentes venden todo en las redes sociales a la vista de todos y ni la Policía ni la Justicia les brindan una solución.

"En varias instituciones han usado el mismo método: van a romper y robar. Ya le pasó a Defensores, a ATE, San José, San Martín, Newbery, Racing, y otra vez a nosotros. A los clubes que tenemos sedes, prácticamente nos están desmantelando", repasó con enojo.

Lo grave es que a las organizaciones deportivas cada vez les cuesta más reunir fondos para afrontar todas sus propuestas, con una notable reducción de las ayudas oficiales. Después de los disturbios ocasionados en el partido entre Defensores del Este y ATE II en La Pedrera, el diálogo con el Gobierno tiene cortocircuitos y no hay fechas cercanas de reuniones para solicitar ayuda con la seguridad.

"Los más perjudicados en todo esto son los chicos, porque albergamos a más de 200 niños y con el contexto económico que vivimos, no llegamos al 50% de cuotas pagas. Es una ayuda social, pero cuesta sostenerla", lamentó el presidente, y anticipó: "Esta semana le voy a presentar mi renuncia a la comisión directiva porque es imposible continuar así".

Los vecinos del barrio Pringles siguen reclamando seguridad

A principios de febrero, los vecinos del barrio Pringles organizaron una protesta en la intersección de las calles 9 de Julio y León Guillet para pedir por más seguridad. Ahora, luego de un mes, la situación no ha mejorado nada y convocan a una nueva reunión para mañana a las 18:30 en la esquina de Italia y León Guillet.

Los hechos de inseguridad relatados por las personas se repiten, y cada vez se suman más vecinas y vecinos de cuadras de alrededor. Las situaciones descriptas son similares: ya no pueden tener nada en los patios porque constantemente entran y les roban. Les han sacado sillas de jardín, mesas, herramientas, materiales de construcción y hasta aberturas completas.

Algunos manifiestan que ya han identificado a los delincuentes, pero que el Ministerio de Seguridad no logra escucharlos o decide hacer oídos sordos a los pedidos de más presencia policial.

El lamentable contexto de abandono que atraviesan los ha llevado a invertir en más medidas de seguridad, como reforzar rejas, poner alarmas, sensores y crear grupos para difundir cualquier episodio que les resulte raro en el barrio.

Las viviendas no son las únicas afectadas: ya no pueden dejar vehículos en la calle porque les abren los autos o se roban motos y bicicletas. Exigen poder vivir en paz y con tranquilidad junto a sus familias.