En un mes robaron dos veces en un comedor del barrio 1º de Mayo

La inseguridad golpea cada vez más duro en San Luis. Si bien no son hechos espectaculares ni incluyen complicadas estrategias delictivas, sí son lo suficientemente concretos para complicarle la vida a la gente que día a día lucha por “parar la olla”. Hasta lo que antes se veía como un sitio sacro hoy es objeto de deseo de los malvivientes: no se salvan ni las iglesias ni los comedores.  Este martes a la mañana, la ruleta cayó en el barrio 1º de Mayo, puntualmente en el comedor Emaús, que funciona en la Capilla San José Obrero, de donde se robaron las ollas y la mercadería que estaban listas para alimentar a unos 150 vecinos de la zona oeste de la capital.

Todo sucedió entre las 5 y las 7 de ayer. Un grupo de personas violentó el portón de entrada y luego, una puerta lateral. Entraron y luego de revolver todo y forzar la mayoría de las cerraduras internas, huyeron con todo lo que pudieron cargar.

El estupor de los encargados del comedor ubicado en Quinto Centenario y La Providencia era inmenso. Hace poco menos de un mes fueron víctimas de otro robo. Según mencionaron Eugenia Rosales y Diego Cortínez, en aquella ocasión se llevaron un ventilador, un microondas y un monitor, pero lo de ayer fue un golpe artero al corazón solidario: se llevaron las ollas y la comida, y el comedor quedó sin los insumos necesarios para elaborar las raciones. “Hoy no vamos a poder recibir a los vecinos”, dijo Diego, visiblemente golpeado.

Según pudo saber El Diario, los encargados se dirigieron ayer por la mañana a la sede del Ministerio de Seguridad para solicitar una audiencia con la titular de la cartera. La intención con la que fueron era pedirles a las autoridades que le asignen personal de Seguridad Comunitaria por las noches, pero no lograron acceder a la ministra.

Cortínez mencionó que la asistencia del comedor es gratuita y a pulmón, por lo que el golpe es más doloroso aún. “Nos dejaron sin nada, se llevaron el azúcar, la yerba, el mate cocido. Todo lo que tenía candado lo rompieron. Ahora tenemos todos los gastos esos que solventar y eso nos complica, sobre todo a los niños. A causa de esta gente, no vamos a poder darles a los chicos la comida ni ayudarlos con las tareas”.

Este medio también dialogó con algunos vecinos del barrio. Una mujer que vive justo enfrente de la capilla fue quien alertó sobre el robo a Eugenia, a las 7:30 de la mañana. A primera hora de la mañana fue a acompañar a su hija a la escuela y cuando pasó por la vereda de la puerta de acceso, la vio abierta. “Ya cuando pasé y vi la puerta abierta sabía que se habían metido. Hace veinte días también se le metieron. Es cosa de todos los días, apenas baja un poco el sol ya andan por arriba de los techos”, le dijo Claudia a un cronista que buscaba datos para reconstruir los hechos.

“El domingo yo avisé a la Policía que había gente en el techo de la capilla. ¿Sabe qué me preguntaron? Cómo andaban vestidos. Una llama para avisar de un robo y resulta que la mandan a hacer el trabajo de ellos”, resumió enfadada la vecina sobre la situación que viven los vecinos de la zona oeste.

Pero el comedor no solo es referencia para el barrio 1º de Mayo. Vecinos del República también llegan a sus instalaciones en busca de asistencia y para dar una mano. “Es muy doloroso esto. Esta gente trabaja gratis para los demás y se tiene que bancar estas cosas. No piden nada, todo es de a puchitos. Ahora vamos a ver cómo colaboramos para que puedan arrancar a funcionar rápido”, agregó Alejandro Núñez, otro residente.