Infancia en gloss

Uno de los recuerdos más comunes de la infancia es ver a mamá en el baño mientras la hija está sentada en el inodoro con la tapa abajo; tiene puestos unos tacos robados del placard y un collar que sacó del alajero. Lejos quedó de ser un sueño o fantasía el poseer ese lápiz labial rojo, con olor a abuela y aspecto cremoso. Ahora, las niñas ven y replican tutoriales de skincare, lloran por el viral gloss de Hailey Bieber y hacen reseñas de Wanda Cosmetics.

Un informe publicado por la Universidad de Columbia de Nueva York analizó cómo el público infantil, de menos de 12 años, utiliza cosméticos; el 64 por ciento de estas niñas y niños recurren a productos que son para adultos, que, según los especialistas, son recomendables recién a partir de la adolescencia y, en su mayoría, en casos de acné grave.

“La cosmeticorexia es una tendencia, porque todavía no se habla del trastorno, que se observa en niñas, pero también en niños y adolescentes, que tienen una gran necesidad de utilizar líneas de cosméticos y skincare, y están atentos a maquillajes que, en realidad, se orientan a adultos. También hay una preocupación desmedida por adquirir ciertos maquillajes y utilizarlos cotidianamente, algo que no tiene que ver con el cuidado de la piel, sino con una necesidad de imitar y querer pertenecer”, explicó el psicólogo y psiquiatra Walter Ghedin.

“Belleza y cuidado personal” es una de las categorías más populares de TikTok, mientras que el 45 por ciento de los jóvenes prefiere buscar tutoriales en esta aplicación que en otros espacios. Si se tiene en cuenta que es la red social preferida de los preadolescentes, es fácil deducir en dónde prolifera la obsesión por los productos cosméticos y seguir tendencias.

“Pasando la preadolescencia sería la mejor edad para tener un dispositivo y redes sociales, entre los 14 y 15 años, porque ya hay una construcción más o menos desarrollada y una estructura de personalidad que después tendrá que enriquecer. En la niñez se buscan puntos de identificación en lo externo, como todos hemos hecho con ídolos, actores y cantantes. Pero después, uno tiene que tener la capacidad de aportar desde su interior; no me puedo convencer de que todo lo que proviene del afuera es así. Hoy vemos que la percepción del mundo se va cerrando cada vez más a determinados tipos de moda, de música, de conductas, y pareciera que el mundo pasa por ese recorte”, resaltó.

Desde la valijita con cosméticos de una conocida marca de juguetes hasta la moda de festejar cumpleaños en salones de belleza con tratamientos para las niñas y niños, es importante como padre o madre poder diferenciar el uso de cosméticos como un juego del consumo problemático. Algunos puntos para identificar que es un tema para preocuparse son la búsqueda necesaria y casi urgente de este tipo de prácticas cosméticas; ocupar parte de su tiempo diario en rutinas vinculadas al rostro; empezar a asistir con maquillaje a la escuela o a ciertos lugares; elevada ansiedad por querer conseguir determinados productos y ver tutoriales, y comportamientos compulsivos como retocarse constantemente el maquillaje o mirarse repetidamente al espejo.

"Este excesivo consumo puede fomentar cuestiones desde la identidad, de cómo se va construyendo el 'yo' de esta niña, basado en la influencia y estereotipos externos que impiden que la persona pueda conectarse con su mundo propio. Siempre tuvimos, no importa la generación, influencia externa que nos marca, como la moda. Pero en este caso es excesiva y dificulta o entorpece la formación interna subjetiva, y puede generar inseguridades personales”, desarrolló Ghedin.

La cosmeticorexia tiene consecuencias en la salud física: el uso excesivo de productos cosméticos puede provocar irritación en la piel, alergias, acné y otros problemas dermatológicos. Desde el punto de vista emocional, lleva a la baja autoestima, ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación, como la anorexia o la bulimia.

Las pieles jóvenes no necesitan retinol y otros activos que usan las mujeres a edad adulta. A esa edad, lo importante es tener la piel limpia y bien hidratada, inculcar los hábitos de higiene diaria y, por supuesto, protegerse del sol.

Para prevenir o abordar una obsesión con los productos de cosmética, desde los adultos, además de acompañar, educar e incentivar el autoestima del niño, lo principal es predicar con el ejemplo: el primer espacio de copia de conductas son el hogar y los hábitos en casa.