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Diva urbana

La modelo, y ahora fisicoculturista, reflexiona sobre el rol del cuerpo, la decisión de no maternar y el peso que tiene su nombre en la industria.

Por Astrid Moreno
| 08 de abril de 2024
Fotos: Gentileza

Desde la casa de su mamá en su ciudad natal Oberá, Misiones, Ingrid Grudke atiende el teléfono y se dispone a conversar, recordar y reflexionar con Cooltura. Aunque su inicio en las entrevistas fue más tímido con respuestas cortas y medidas, la modelo confiesa que con el tiempo comprendió que es mucho mejor si habla con soltura y se expresa con la libertad de contar sus pensamientos y experiencias sin fajas.

 

Aunque nunca fue su sueño ser modelo, en su mente quedó grabada una secuencia soñada que vivió en 2010 en el desfile Mar del Plata Moda Show donde, por primera vez, dimensionó que su nombre era conocido en todo el país.

 

Iniciar en el mundo del fisicoculturismo, su decisión de no maternar y la combinación entre conservar la sencillez de sus raíces y amar el show es lo que, según ella, la hacen una diva urbana.

 

 

―¿Cómo iniciaste en el modelaje?

 

―Terminé el secundario y en el viaje de egresados fui reina de Turismo Estudiantil. Después fui reina de los Inmigrantes, de Reinas Nacionales y esos reinados de fiestas populares eran lo más parecido que conocía a estar en un escenario y una pasarela. Cuando empecé la Facultad de Arte, decidí viajar a Posadas a visitar a una amiga y se hacía la Fiesta Universitaria. Justo ahí estaban haciendo el scouting de "Elite", la agencia de modelos más grande del mundo que tiene franquicias en cada país. Esa noche estaban Katia Fuchs, Ana Paula Dutil y Carola del Bianco, que estaban haciendo una elección de caras nuevas para llevar a chicas a Buenos Aires y que de ahí iban a seleccionar a la "Chica Elite" que iba a viajar a Francia para representar a Argentina. En ese momento no tenía ni idea cómo era trabajar de modelo, ni qué era ser modelo. Pensé que era como un concurso más de belleza y punto. Al otro día la llamé a mi mamá, se tomó un colectivo y hablamos con los organizadores para entender un poco de qué se trataba este concurso. A las dos semanas me llamaron para decirme que había sido elegida para representar a Misiones junto a otra modelo, Paula de Mora, y las dos solitas viajamos en el colectivo hasta Buenos Aires y estuvimos una semana. No quedé entre las finalistas, sino entre las quince preseleccionadas, pero comencé ahí a entender e investigar el mundo de la moda.

 

 

 

―¿Cómo te resguardabas en esa época al confiar en una agencia?

 

―Como toda madre, obviamente que ella tenía miedo. Trataba siempre de viajar con otras chicas y, además, ibas conociendo modelos profesionales, entonces vas entendiendo que es un trabajo. En ese momento volví a Misiones, pero al mes me volvieron a llamar porque la que ganó el concurso internacional era una suiza que venía a Argentina a hacer un recorrido con un perfume. Entonces como yo hablaba alemán me llamaron para acompañarla, porque ella tenía 17 años y yo, 18. Recorrí con ella los programas de televisión e hice de traductora, me pagaban por eso, además me daban ropa de marcas importantes y para una chica del interior que te paguen y te den ropa era súper divertido. Estuve unos meses más viviendo con cuatro modelos, entre ellas Katia y Caro Losada. Ellas me enseñaban un poco de lo que se trataba. En un momento hice un casting para ir a trabajar a la agencia de Barcelona y lo más parecido a eso, para ejemplificar, es un pase de jugador de fútbol. Te contratan para jugar un tiempo en tal club y tu club se lleva una ganancia, era lo mismo. Las agencias contrataban modelos de otros países, te llevaban, te daban hospedaje y trabajabas para esa agencia. Mi mamá tenía miedo porque tenía que salir del país. El miedo estaba y sigue sucediendo con chicas y chicos que son engañados y captados y estafados. Es preferible desconfiar, a mí me protegió mucho el hecho de que no soñaba con ser modelo. Cualquier cosa medio sospechosa en la que no me sentía cómoda, no la hacía. Esa experiencia me sirvió porque empecé a ver cómo se movía una agencia de publicidad. La modelo es un producto que ayuda a promover, difundir y promocionar un diseño, una marca. Nosotros prestamos el servicio de uso de imagen y comunicamos con nuestro cuerpo. Cuando entendés eso, tu visión cambia por completo y eso te permite detectar más fácilmente las estafas.

 

 

―Decís que el modelaje no era tu sueño, ¿cuál era?

 

―La palabra sueño se usa porque es algo que nos han inculcado, pero siempre creí en la construcción del futuro, en la programación, el entender y decir: "tengo ganas de hacer esto, entonces lo proyecto y lo hago". El término sueño me parece que a veces es hasta pesado para muchos. Sueño con ser tal cosa, pero a veces el destino, la vida, no te prepara para eso, sino para otra cosa. Entonces, hay una gran frustración porque no llegaste a cumplir ese sueño. Por suerte, siempre fui muy tranquila, liviana y segura de quién soy, qué me gusta y qué no. Nunca sentí la tentación de nada y eso me protegió un montón. No era fácil convencerme de que tomara alcohol, una rayita o cualquier cosa. Al tener un sueño es como que te enfrascás. En una respuesta convencional, estudié diseño gráfico, entonces quizás ese era mi sueño, pero tenía más que ver con ese mandato de terminar la secundaria y tener que estudiar algo.

 

 

―Recalcabas que el modelaje es un trabajo, ¿está infravalorado?

 

―El trabajo de modelo está totalmente desvalorizado y por eso digo que no es un sueño ni que voy a jugar a la Cenicienta. El vestido que yo llevo en una pasarela, hay muchas familias que trabajaron en eso; desde la tela, la persona que lo confeccionó, que lo bordó, el diseñador que lo creó, la puesta en escena. Todo ese show que se ve en pasarela hay que imaginar a toda la gente que tiene detrás. Siempre lo tomé así y la modelo tiene que saber lucirlo, hay que respetar la profesión, porque de verdad hay diseñadores que se pasan meses organizando una colección y cuando aparece una chica que no lo sabe llevar o que no quiere ponerse una prenda, te contrataron para eso. Si te ponen una banana en la cabeza lo desfilas como una reina y listo. Otra cosa es el maltrato, eso no está permitido en ningún lado.

 

 

―¿Qué opinás de las influencers modelos?

 

―El tema de las redes sociales ha desvalorizado el trabajo. No estoy en contra de las redes, me encantan porque es una manera de poder contar todo lo que hacés, porque inclusive ayuda a muchos emprendedores y marcas. Hay muchas influencers muy profesionales, es un canal de comunicación muy bueno. Pero yo defiendo a la influencer que sabe trabajar de eso, que muestra el producto y que sabe contar. Ahora hay influencers que hicieron de su vida un reality y su negocio es eso. Es otra cosa. Llegan al desfile y lo único que les preocupa es mostrarles a sus seguidores qué van a hacer y no se concentran en el momento de subir a la pasarela a mostrar al público. Estoy hablando de la influencer profesional, y también pasa en la modelo profesional.

 

 

―Hablabas del profesionalismo y los buenos o malos tratos. ¿Cómo es cuando se trabaja con el cuerpo?

 

―El buen trato siempre tiene que estar sea hombre o mujer. Muchas veces, en los backstages, las modelos ni agua tienen, a veces están seis horas ahí y no hay ni un dispenser. Eso es maltrato. He llegado a desfiles donde he visto que estaban desde la mañana, no las dejaban salir y no podían tomar ni agua ni había un sanguchito o una fruta. Entonces les dije: "O me traen agua y algo para que coman las chicas o no desfilo". Pero yo tengo el poder porque soy conocida. ¿Qué pasa con las chicas nuevas? Me han maltratado y fue el momento en el que me planté. El tema del cuerpo, a vos te viste una productora o productor de moda, pero si no te gusta que te toquen el cuerpo, el pelo, no te dediques a esto. Es así de sencillo. En sesiones de ropa interior, más que nada antes, ahora por ahí lo pueden arreglar con Photoshop, te tienen que acomodar la ropa. Mi mamá ha ido y vio cómo es un set de producción de lencería, no tiene nada de malo, es un cuerpo. El problema es cuando está agregada la connotación sexual. Mostrar o hablar del cuerpo no tiene nada de malo, el problema es cuando se ofende, se discrimina, se maltrata y se sexualiza.

 

 

 

―¿Se le pide a la industria de la moda una conciencia sobre los cuerpos y la inclusión que debería tener la sociedad?

 

―¿Por qué no se puede hablar de los cuerpos? Si yo me siento bien con mi cuerpo, ¿cuál es el problema? El problema es cuando hablan con discriminación y te hacen sentir mal. Si te ponen en una pasarela porque tenés más o menos curvas es porque te eligieron. Antes no sabían mi nombre y me decían la modelo rubia de pelo corto, ¿por qué me tengo que sentir discriminada? Hay que naturalizar ciertas cosas. Hay cosas para lo que una es mejor que otra. Por ejemplo, si sueño con ser jockey, nunca lo voy a poder hacer porque mido 1.80, voy a romper el caballo. Tiene que ser una persona con contextura menuda, jamás lo voy a poder hacer por mi tamaño y no tiene nada de discriminatorio. Dicen que se discrimina a las chicas bajitas en las pasarelas, pero no es así. En desfiles de alta costura, el escenario es gigante y al vestido lo tiene que ver la señora de primera fila a la última y desde todos los ángulos. Esos vestidos cuando los ponés en una persona alta impactan más y no por eso estás discriminando.

 

 

―¿Cómo fue la decisión de iniciar con el fisicoculturismo?

 

―Como yo no soñaba con ser modelo, me dijeron vos tenés que ser modelo porque tenés las condiciones y yo dije: "¿Qué es ser modelo?". Me lo tuve que preguntar porque no vengo de familia de artistas, sino del campo. Cada vez que me metí en algún lugar, lo analicé, lo pregunté, escuché y me metí. Así hice con la moda, el teatro y ahora el fit model. En cuarentena me puse a entrenar, no tengo un gimnasio en mi casa, así que busqué un entrenador que me diera clases por videollamada y di con Analía Galeano. Ella es una atleta profesional del culturismo. Entrenábamos tres veces por semana con los elementos de mi casa y al mes empezó a notar que mi cuerpo se marcaba muy rápido, entonces me dijo que tenía las condiciones para ser una fit model. Es una categoría que está dentro del culturismo, que no se suplementa, ni se usa la hipertrofia muscular. Es a base de buena alimentación, entrenamiento y mostrar el cuerpo de una manera elegante. Es una exhibición muscular y fue algo que me pareció muy interesante. Hay que naturalizar más el cuerpo, es nuestro vehículo en la vida, es el que transporta nuestra alma y tenemos la obligación de cuidarlo. Todo eso aprendí en este entrenamiento que detonó en un concurso deportivo. Me fui preparando y al año me presenté en el Mundial Fit Model en Lituania. Me encantó poder hacer esa experiencia y contárselo a mis seguidores en redes.

 

 

―Se viralizó mucho tu decisión de no maternar. ¿Qué opinás de que se siga hablando de ese tema?

 

―Todo lo que sea debate está buenísimo, volví a hablar del tema porque es como la rareza que una mujer no quiera parir. Está esta concepción de que como mujer llegaste a este mundo para procrear. La mujer está acomodándose con nuevas ideas, no hace mucho la mujer  no podía estudiar, votar, en 1967 fue la primera vez que una mujer corrió una maratón y fue un escándalo. Tenemos herencias de costumbres y con las décadas, con las nuevas generaciones, nos vamos actualizando. Nosotros nos actualizamos con los chicos de veinte. Mucha gente dice: "Esto en mi época no pasaba", ¿cuál es tu época? Para mí, mi época también es el hoy, en otro lugar. Pero está bien, cuando tenía 17 años eran otras las costumbres, uno se cría con ciertos elementos de ese momento, pero te actualizás con las nuevas generaciones. Yo hace veinte años no decía que no quería ser madre porque era explicar mucho; lo sé desde los quince años que no quiero parir, nunca lo sentí. Eso no quiere decir que no me gusten los chicos o que no quiera adoptar en algún momento. El tema de parir, de gestar no me gusta y no es que me dediqué a esta profesión para cuidar mi cuerpo, simplemente no me brotó el deseo de sentir en el vientre a una persona. No me siento mal ni menos mujer por eso. Hoy me animo a decirlo porque la mujer empezó a hablar, nosotras exigimos el trato de iguales como ser humano. Me han dicho qué egoísta, pero a mí me parece más egoísta el abandonar chicos desde la contención, el amor, el cariño. No hablo de mujeres que viven en situaciones precarias y no pueden mantenerlos; estoy hablando de gente pudiente que decide tener hijos solo para patentar, pero no los crían. Esa hipocresía no me va.

 

 

―¿En qué momento te diste cuenta que tu nombre ya era masivo junto a todo lo que hicieras?

 

―En realidad, hoy en día no soy consciente del peso o la fama que tiene mi nombre. Hubo un tiempo que era mucho  el trabajo que tenía, el equipo que había y generaba empleos para otras modelos también. Fue fantástico. Hoy en día las modelos me dicen: "Che, Ingrid, arrancá de vuelta con esos desfiles". Siempre digo que soy una diva urbana, a mí me gusta el show, me encanta mostrar diseño, vestirme, pero me gusta convivir y hacer las cosas normales que hacía antes. Cuando visito a mi mamá en Oberá, voy a la misma farmacia y panadería desde los catorce años. A veces no soy consciente de qué tan instalado está mi nombre, y si lo que digo y hago va a generar opiniones; pero, sobre todo, también porque soy una modelo. Una modelo que sea tan popular, a mí eso me impacta. En general es una actriz, una cantante o una artista la que mueve masas; pero de una modelo no era tan común. Creo que caí en esa masividad en el desfile Mar del Plata Moda Show en 2010. Abrí ese desfile, salgo y había más de 20 mil personas. Empecé a escuchar los aplausos, la ovación y el griterío cada vez que me iba acercando, me impactó y me marcó. Ese día me pregunté: "¿Cómo puede ser que una modelo haya logrado este aplauso?". Para mí fue muy importante y al día de hoy estoy muy agradecida. Siempre digo que la gente y los medios de comunicación me construyeron. Salí de una chacra misionera, de no conocer el mundo y tener ese respeto y aceptación del público me emocionó.

 

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