Pilares de la fe: por cada seminarista hay diez estudiantes para pastor
En la provincia hay 91 curas frente a más de 120 pastores; la mitad de ellos ejercen en la capital.
Por Astrid Moreno García
| 14 de julio de 2024
Vida en comunidad. Seminaristas e instructores en la capilla del Monasterio en Suyuque.
"No entramos al seminario porque nos gusta ser curas, es una vocación que te roba la vida entera", define el padre Javier Sosa, rector del Seminario Diocesano San José y San Miguel Arcángel, que desde diciembre se encuentra en el Monasterio Nuestra Señora de la Fidelidad, en Suyuque.
Actualmente, el monasterio es hogar de diez seminaristas que recorren el largo camino para convertirse en curas; una vocación que inicia con los -en promedio- 8 años de seminario y se extiende a una vida completa dedicada a Jesús. Clases de filosofía, estudios bíblicos y ética combinadas con un promedio de cinco horas diarias de oración en la capilla local y una entrega que solo puede comprenderse con vocación.
Los requisitos para ingresar al seminario son, de base, ser varón, tener la edad mínima de 17 años y el secundario completo.
Luego hay condiciones inherentes a la personalidad como la buena voluntad, capacidad de vivir en comunidad, volcarse a oración y fe y tener previamente una participación activa en una parroquia. "Lo primero es recibir el llamado de Dios, hay una invitación y una seducción de su parte. Luego, queremos asegurarnos siempre de que sea un acto libre, por eso es importante que el joven esté acompañado previamente por un sacerdote que lo vaya ayudando e introduciendo a la vida del seminario y la sacerdotal", introdujo Sosa.
El seminario dura un estimativo de entre 7 y 8 años, pero en algunos casos puede llegar a extenderse a 10 años. El tiempo dependerá del desempeño académico, el desenvolvimiento al volcarse a la oración y la fe y encajar con los parámetros de la vida sacerdotal.
"Hay jóvenes que entran al seminario y en el proceso descubren que no es la vida que quieren llevar adelante o son los formadores los que perciben que no es el camino y nos toca hacer un parate. No es solo estudiar o formarse es un proyecto de vida. Cuando descubrís que Jesús te ha seducido y te invita a vivir su misma vida y a estar al servicio, ese es el fin máximo", fundamentó el padre Javier.
Una vez finalizados los estudios es cuando el seminarista toma los famosos votos para convertirse en cura: obediencia, pobreza y castidad, este último el más cuestionado hacia la Iglesia Católica. "El celibato fue vivido por el propio Jesús: pobre, obediente y virgen. Es una ley eclesiástica y un don. No es solo genitalidad, no es que no se puede tener familia o relaciones; la capacidad sexual la plenificamos, no la negamos, porque es parte de nuestra naturaleza. Lo hacemos mediante nuestra entrega voluntaria de permanecer castos por el reino de los cielos. Nos permite entregarnos de forma entera. Quizás es un speech que se repite mucho pero somos hombres enamorados de Dios, si no no se entendería esta vocación".
El celibato es el principal motivo por el que alrededor de mil curas al año cuelgan los hábitos en todo el mundo. Según estudios de organizaciones católicas, el haberse enamorado es la principal causa de deserción.
Muchos deciden volcarse a ramas del cristianismo menos ortodoxas en la forma de vida, como lo son las iglesias evangélicas. “Hay curas que se han enamorado y han querido ser coherentes con ese sentimiento. En muchos casos encuentran a la mujer de su vida, formaron una familia y tuvieron hijos. Creo que hay que valorar la grandeza de esos sacerdotes que se han dado cuenta de que el camino de la vida iba por otro lado y no seguir la incoherencia de la doble vida. Somos limitados, tenemos pecados, somos frágiles. Tomar la decisión de hacer un parate y ser fiel al amor, porque Dios es eso, a mí me parece maravilloso, es lo más sano y es lo más hermoso también", opinó.
Las mujeres en la Iglesia
El rol de las mujeres pasa más por el lado social y educativo. Hay formadoras en diversas disciplinas como pedagogía, trabajo social, psicología y derecho, que enseñan a los seminaristas. Y en el ámbito religioso pueden aspirar a ingresar a un convento como novicias, un recorrido de dos años, y luego en el rol de monjas donde llevan un estilo de vida similar al de los seminaristas y curas. Luego, hay una tercera figura que es la de virgen consagrada, mujeres que fueron acreditadas por la Iglesia para llevar una vida de virginidad perpetua como esposas de Cristo, pero se mantienen como civiles.
“El papel de la mujer en la Iglesia es importantísimo. En una comunidad parroquial siempre es mayor el número de mujeres, son muy espirituales. Acá en el seminario tenemos profesoras que nos acompañan en la formación en distintas disciplinas. Además, en San Luis hay muchas monjas y congregaciones", resumió el rector del seminario.


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