La amplia convocatoria de la lista Celeste Unidad

La política bien entendida y de la mejor calidad se nutre y se fortalece a partir del encuentro y el diálogo. Justamente la Lista Celeste Unidad, surgida originalmente del seno del Partido Justicialista, generó esta semana un acontecimiento que marca un parteaguas y que trascendió claramente las fronteras partidarias. La realidad demostró que se trataba de un encuentro imprescindible para muchos militantes, y para una buena parte de la sociedad de San Luis. Concurrieron representantes de todos los rincones de la provincia. 

 

En una primera mirada, como especulaban la mayoría de los analistas, se esperaba una pasada ligera sobre diversas cuestiones. Es cierto que se escucharon algunas precisiones históricas y de contexto. Pero no faltó la comunicación de algunas cuestiones concretas: quedó firme el anuncio de que el 24 de noviembre de 2024 habrá elecciones internas en el Partido Justicialista. Y quedó explícita la amplitud de la invitación para afiliados, partidos históricamente aliados, sectores aliados y militantes de amplios espacios de la base social que se vean reflejados y convocados en esta instancia. Se detalló, incluso, la metodología “administrativa” precisa para comenzar de inmediato con la adhesión y la ejecución de los procedimientos para que la amplia Celeste Unidad motorice la prometida elección interna. Y tampoco faltaron algunas profundas definiciones que no requirieron una gran capacidad de lectura política. 

 

Todos los buenos lectores de lo manifestado en la jornada del jueves en la sede de Caídos en Malvinas, se llevaron la sensación concreta de que Alberto Rodríguez Saá esta dispuesto a ser el próximo presidente del Partido Justicialista. Claro que habrá definiciones en común a partir del devenir de los acontecimientos. Habrá una estrategia. Incluso el mismo orador esbozó la posibilidad de participar del futuro partidario desde otros espacios. Y compartió, a modo de ejemplo, más de un probable cargo que podría llegar a ocupar.

 

Fuera de lo señalado se dejó muy en claro la importancia de “predicar como militantes”. Esta prédica consistiría en difundir la necesidad de concentrar fuerzas y de afirmarse en las convicciones. Pero una buena parte de la prédica tendría que ver con abandonar la crítica permanente a compañeros de lucha. 

 

No escapa a nadie que no ha habido descalificaciones más duras para algunos dirigentes y militantes que las provenientes de la tropa propia. Esta conducta pareciera develar una mirada errónea de los tiempos que corren y de las necesidades de la hora. Incluso basta escuchar los propios dichos de algunos dirigentes: “no puedo ver a Fulanito”, “no aguanto a Menganita”. Debe ser muy trabajoso avanzar en política, de sumar las tan necesarias adhesiones cuando se parte de miradas tan prejuiciosas.

 

A la par de predicar, se manifestó la necesidad de la organización. Palabras rectoras las de Perón: “Solo la organización vence al tiempo”. Se conjugan allí la sabiduría y la experiencia. En ninguna circunstancia, deben prevalecer acciones aisladas y esfuerzos individuales, mucho menos en este momento de la realidad de Argentina y de San Luis. Y, claramente, la amplia propuesta de la Celeste Unidad convoca a organizarse como una tarea militante imprescindible. 

 

Frente a tanto amague, y tanto dirigente tibio que nunca termina de definir ni qué ideas tiene, ni a qué espacio político pertenece, es sumamente saludable que se realicen convocatorias amplias, pero precisas. Que se definan entornos y procedimientos. Es menester que los líderes valiosos se pongan a prueba, renueven los desafíos y mantengan vigentes valores y convicciones.

 

En la era de los mensajes difusos, las redes, y otras complejas herramientas digitales, cobra una vigencia y una importancia inusitada el “cara a cara”, la convocatoria personal y el discurso pronunciado con claridad y frente a la gente.