En la mitad de los países del mundo, el caudal de los ríos ha disminuido significativamente, las masas de agua superficial se están reduciendo o perdiendo y el agua ambiental está cada vez más contaminada.
Los estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), junto con ONU-Agua, entidad que coordina las tareas de las Naciones Unidas sobre agua y saneamiento, examina los avances hacia la consecución, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible pautados para el año 2030, del ODS6, “Agua limpia y saneamiento para todos”.
La información recogida indica que 90 países, la mayoría de ellos en África y Asia central y sudoriental, están experimentando la degradación de uno o más ecosistemas de agua dulce. Otras regiones, como Oceanía, registran mejoras.
Los reportes coinciden en que la contaminación, las presas, la conversión de tierras, la sobreextracción de materias primas y el cambio climático contribuyen a la degradación de los ecosistemas de agua dulce.
Influidos por el cambio climático y el uso de la tierra, el caudal de los ríos ha disminuido en 402 cuencas de todo el mundo, un aumento de cinco veces desde el año 2000. Un número mucho menor está ganando caudal.
La pérdida de manglares debido a las actividades humanas (por ejemplo, la acuicultura y la agricultura) plantea un riesgo para las comunidades costeras, los recursos de agua dulce, la biodiversidad y el clima, debido a sus propiedades de filtración de agua y secuestro de carbono.
Los lagos y otros cuerpos de agua superficial están reduciéndose o desapareciendo por completo en 364 cuencas de todo el mundo.
Un nivel alto y continuo de partículas y nutrientes en muchos lagos grandes puede provocar floraciones de algas y aguas con bajo contenido de oxígeno, principalmente causados por la tala de bosques y la urbanización, y ciertos fenómenos meteorológicos.
Sin embargo, la construcción de embalses contribuye a una ganancia neta global de agua permanente, sobre todo en América del Norte, Europa y Asia.
La mitad más pobre del mundo aporta menos de tres por ciento de los puntos de datos de calidad del agua global, incluidas solo 4.500 mediciones de calidad de lagos, de casi 250.000 posibles, lo que según el Pnuma revela una necesidad urgente de mejorar la capacidad de monitoreo.
La falta de datos a esta escala significa que para 2030 más de la mitad de la humanidad vivirá en países que tienen datos de calidad del agua inadecuados para fundamentar las decisiones de gestión relacionadas con la sequía, las inundaciones, los impactos de los efluentes de aguas residuales y la escorrentía agrícola.
Eso significa que para 2030 es probable que al menos 3.300 millones de personas en más de 100 países tengan marcos de gobernanza ineficaces para equilibrar las demandas contrapuestas de agua.
Las políticas de protección y restauración, adaptadas a las diferentes regiones, están deteniendo una mayor pérdida y muestran que revertir la degradación es posible.
Las soluciones por las que aboga el Pnuma incluyen desbloquear la financiación mediante acuerdos de recaudación de ingresos y recuperación de costos, inversiones en infraestructura y gestión, así como acción coordinada, mayor capacidad institucional y mejores redes de monitoreo


Más Noticias