SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

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Treinta años de democracia en América Latina

Por redacción
| 16 de marzo de 2014

En el período comprendido entre los años 1978 y 1989 muchos de los países latinoamericanos recuperaron la democracia luego de las dictaduras militares que azotaron a la región. Este proceso fue ampliamente estudiado bajo lo que Huntington denominó tercera ola de democratización.
La etapa que hoy vivimos representa el período más largo de vida en democracia en la historia de Latinoamérica. Durante estos años se cumple el trigésimo aniversario de este camino. Muchos países de la región celebraron casi al mismo tiempo sus bicentenarios. Muchos celebran hoy, también al mismo tiempo, la recuperación de la democracia. Esto demuestra una vez más que los ciclos históricos y políticos nos hermanan.
Cuando una persona cumple 30 años puede decirse que ha culminado una etapa de maduración. A partir de entonces se abre para ella la perspectiva de consolidar su crecimiento y su personalidad. Lo mismo puede decirse de nuestras democracias: están madurando, pero todavía queda un apasionante camino por recorrer. 
Hoy en día no se concibe en la región una forma de gobierno que no resulte de elecciones populares, libres, universales y periódicas. Numerosos estudios de opinión pública demuestran que los pueblos latinoamericanos adhieren firmemente a la democracia. Este largo proceso de maduración ha permitido que las crisis económicas y políticas que aún en la actualidad amenazan a la democracia y que en otro tiempo se resolvían con su interrupción, se aborden hoy a través de mecanismos constitucionales. La dictadura ya no es un recurso legítimo para ningún actor político relevante. 
La consolidación democrática tiene además una dimensión regional. Los estados desterraron las antiguas hipótesis de conflicto entre países hermanos. Esto fue el puntapié inicial para los procesos de integración latinoamericana, en los que se crearon mecanismos que permiten que todos cuidemos la democracia de todos, a través de las cláusulas democráticas insertas en los tratados internacionales.
Hoy gozamos de una democracia consolidada para gobernarnos, pero los próximos 30 años deben estar dedicados a convertir a la democracia en un estilo de vida. Esto implica afrontar el principal desafío: la democratización de los derechos económicos, sociales y culturales. Para ello es necesario reducir las enormes brechas de desigualdad social y superar los ciclos de crisis económicas que de modo recurrente nos retrotraen al punto de partida. Debe asimismo difundirse la participación de la mujer, que no obstante haber llegado en tantos países a la primera magistratura, sigue excluida en la economía y postergada en la cultura. Corresponde además afrontar los desafíos ambientales que presenta una economía apoyada en la riqueza natural de una región como la nuestra, la más mega-diversa del planeta. Finalmente, es menester incrementar los niveles de participación política de la ciudadanía, así como la transparencia y responsabilidad de los gobiernos y los partidos políticos, para dotar a las instituciones de mayor fuerza y credibilidad. 
Estos desafíos, entre muchos otros, ofrecen una estimulante hoja de ruta para continuar transitando un camino que hoy cumple 30 años. Desde ese punto de vista, celebrar la democracia no constituye solamente un ejercicio de conmemoración, sino que debe convertirse en una tarea de permanente construcción.

 

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