La vigilia por los caídos unió a las dos asociaciones de veteranos

La víspera del 2 de abril tuvo la emoción propia del Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas: la visita de ex combatientes de otras provincias, regalos, reconocimientos, reencuentros y el desconsuelo de la madre de una de las víctimas del hundimiento del ARA General Belgrano. Y también hubo alegría cuando los presidentes de las asociaciones “Malvinas Argentinas” y “Puntanos en el Sur” sellaron cualquier distanciamiento y diferencias, con un abrazo sincero. Después de ocho años, fue la primera vez que organizaron el encuentro juntos.
Este año convocaron a los integrantes de "Puntanos en el Sur", con quienes estaban distanciados desde hacía 20 años. “Cuando volvimos de la guerra hubo una campaña muy grande de ‘desmalvinización’ para desunir a los veteranos, la desunión era entre la gente que estuvo en el sur con los que estaban en las islas. La campaña fue tan fuerte que recién logramos empezar a hablar algo después de 20 años, y hoy (por ayer) lo solucionamos”, dijo muy contento Héctor Ponce, el presidente de “Malvinas Argentinas”.
Estaba previsto comenzar la víspera con una caminata por la avenida Mitre, pero la fría lluvia terminó por cambiar los planes. Armaron todo en el salón del Museo de Guerra del Jockey Club, que quedó chico con tanta gente que asistió.
Una gran bandera cubrió una de las paredes mientras dos televisores proyectaron un crudo documental con ex combatientes sanluiseños. Si ver eso ya estrujaba el corazón, aún faltaban platos más fuertes. Después del show de los grupos “Ex” e “Impulso”, llegó el momento más emotivo y doloroso de la noche.
La sala enmudeció cuando la locutora anunció que, desde Concarán, había llegado Ramona Gauna, la madre de Rubén Godoy, un soldado fallecido en el hundimiento del Belgrano. Su hijo era cabo segundo y tenía 18 años. Los ojos lacrimosos de la mujer y la voz entrecortada denotaron que, aunque pasaron 32 años, es una herida que sigue abierta.
El artesano Juanjo Becerra realizó un rosario de alpaca soldado en plata, con el nombre del joven tallado en el centro, que entregó a Ramona. “Me alegra el corazón que estén todos juntos. Que Dios los ayude y muchísimas gracias”, logró pronunciar.
Luego, Ponce ofrendó a su amigo Néstor Laveglia una gran Bandera Argentina con las islas dibujadas en el centro. Y más tarde presentaron al vicecomodoro Hugo Maldonado, quien piloteó los aviones Hércules que trasladaban heridos y víveres. Con las luces apagadas, el aviador narró la hazaña de volar a oscuras, al ras del mar, sin comunicación de radio para evitar ser detectados. Un “flashero” hacía señales en la pista antes que aterrizara la nave, pero nunca lo conoció. Juan Antonio Sarufín era quien prendía y apagaba la luz y ayer se cruzó con Maldonado por primera vez.
Antes de medianoche, la banda musical de la Vª Brigada Aérea ejecutó tres canciones, y el Himno marcó que la fecha conmemorada había llegado. El brigadier Andrés Bellocq leyó la nómina de los 9 caídos del cuartel mercedino y los 5 del Belgrano. La marcha de Malvinas concluyó el momento.
Para el final, hubo zambas y chacareras y la lectura de dos poemas. "Así mantenemos vivos a los hombres que quedaron en Malvinas", apreció César Carranza.