En el centro hay más de 50 baldíos y casas abandonadas

El acelerado crecimiento demográfico de la ciudad en la última década provocó un boom inmobiliario. Sin embargo,  también hay un paisaje repleto de baldíos y casas abandonadas o que están en condiciones muy precarias, las cuales tienen ubicaciones céntricas, grandes dimensiones y potencialmente  útiles para proyectos de locales comerciales o construcciones verticales. El Diario de la República  contabilizó en el centro puntano, entre el sector comprendido por la avenida España y 9 de Julio, al menos 50 inmuebles de este tipo. La mayoría no pueden ser vendidas por problemas legales. En algunos casos las viviendas  están ocupadas de manera informal y algunos vecinos advierten que en ciertos casos pueden ser usadas como aguantaderos.
“En San Luis la mayoría de los terrenos deshabitados tienen problemas de papeles, sucesiones que no se terminan, porque hay gente fallecida o están sin escritura. Por esa razón no se venden y nosotros no los podemos trabajar”, aseveró Marcelo Petrino, dueño del negocio inmobiliario que lleva el mismo nombre.      
Otra de las razones que alimenta este fenómeno es que a la hora de negociar, los montos son elevados. Puede suceder que los inversionistas retiran sus ofertas si las condiciones monetarias superan lo que ellos consideran un precio razonable. Petrino contó que si un terreno vale tres millones piden seis o siete millones. Entonces el comprador opta por buscar alternativas en las periferias de la ciudad.
Los terrenos que datan de hace más de sesenta años y se encuentran en el casco histórico de la ciudad poseen una característica muy peculiar que también desalienta las ventas: tienen fondos  amplios de hasta cincuenta metros que se angostan hacia la fachada, la cual puede llegar apenas a los ocho o diez metros lineales. Uno de los gerentes de la inmobiliaria Organización Global, Héctor Maza, explicó que esto hace que no sean aptos al momento de construir un edificio, dadas las especificaciones del Código Urbanístico de la ciudad, según el cual a cada construcción le corresponde un garaje, por lo que no son adecuadas para una edificación vertical. “No pasa por el mínimo de frente, si no que la reglamentación pide que un terreno que tiene nueve metros de fachada no puede tener una cochera para un vehículo de gran porte, porque no va a poder maniobrar en un espacio tan reducido. Digamos que si alguien piensa que hará un edificio de tres pisos debe antes que nada tener en cuenta el número de cocheras que le va a comer terreno. O sea que un inversor tiene que comprar más de un terreno, y ahí ya es más difícil conseguir dos o tres, uno al lado del otro”. Sin embargo,  Petrino señaló que para los edificios torre el mínimo de entrada requerido son veinte metros.
Además de las razones legales y económicas, existe la dificultad de adquirir inmuebles aledaños al baldío para obtener así el tamaño mínimo de construcción. Hay familias que llevan generaciones viviendo en una casa que ya no quieren dejar al considerarla su hogar. En la Inmobiliaria Petrino dijeron igualmente que la oferta de compra puede ser buena, “hay inversionistas que llegan para hacer departamentos y no encuentran espacios contiguos, porque los dueños no les quieren vender. Podrían comprar una casa nueva y les sobraría dinero y sin embargo prefieren no moverse de esa residencia”.

Los terrenos no pueden venderse por sucesiones que no se terminan o por falta de la escritura.

El precio de un terreno céntrico, de entre trescientos y cuatrocientos metros cuadrados, no desciende del millón de pesos, con o sin construcción. Petrino indicó que para las que no tienen todos los papeles es posible que su valor baje a los setecientos mil pesos, aproximadamente. En ese caso quien compra deberá esperar a que salga la sucesión o a tener todo en regla para poder disponer del inmueble. Maza aseveró que el metro cuadrado, dentro de las cuatro avenidas, cuesta desde doscientos cincuenta dólares.
El avance de los negocios y la búsqueda en aumento de departamentos hizo que el centro se expanda y que ciertas propiedades antes consideradas “alejadas” del microcentro adquieran valor de manera gradual.
Las inmobiliarias afirmaron que pese a la idiosincrasia puntana, que tiene preferencia por el centro y las distancias cortas, los terrenos de las periferias son cada vez más atractivos para los inversionistas, por tener precios más bajos. En comparación de los céntricos son utilizados para el loteo y la construcción de barrios cerrados. En la zona norte pueden costar desde doscientos cincuenta mil pesos, más allá de la ruta Nº 147 bajan en un cuarenta por ciento su valor.
De entre los cincuenta baldíos y casas abandonadas o en estado de ruina del macrocentro, treinta están sobre las esquinas, lo que llama aún más la atención, porque suelen ser las preferidas de los compradores.
Cuadras conocidas por ser destinos comerciales muy buscados, como las de Belgrano y Pringles suman al menos diez dominios en desuso.
La seguridad
Los vecinos aseguran que algunas  construcciones abandonadas pueden resultar un refugio para los delincuentes  y  sirven de escondite de objetos robados. Un ejemplo fue la vivienda ubicada en la calle Chile al 1400, entre avenida España y Ejército de los Andes, que está deshabitada desde hace cuatro años.
La estructura consta apenas de una fachada y una cochera, el resto fue demolido por orden de la inmobiliaria. Sin embargo, las personas que tienen comercios y casas por esa calle aseguran que    funciona como "aguantadero" de unas quince personas.
Con unos veinte metros de ancho y setenta de largo, la propiedad posee una superficie idónea para una edificación vertical. Pero está en juicio sucesorio y por eso sería "imposible de vender". Además, no han podido localizar a los dueños, por lo que las denuncias hechas en la policía quedaron sin efecto.
La Municipalidad exige a los propietarios la limpieza y cierre de los predios abandonados, desde el año pasado.