Vamos abuelo, ahora giramos. Ahora vamos derecho”, le indicaba ayer un policía a José Félix Becerra, el anciano acusado de asesinar de una puñalada a un vecino con el que tomaba vino, en el paraje Riocito. Bastaba ver a Becerra avanzar así, con lentitud, por un pasillo de tribunales para darse cuenta de que los efectivos lo tomaban de los brazos más para darle sostén a sus pasos y oficiar de lazarillos que por evitar un escape. Becerra prácticamente sería ciego, dijo ayer una fuente.
Por ello sorprende pensar que ese hombre endeble, de 70 años, que tendría, además, otros problemas de salud, haya podido apuñalar de modo mortal a Diego Pereira, el lunes 30 de noviembre.
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