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Un hombre procesado por disturbios en el super donde ocurrió un abuso

Fue por lesiones leves y daños en el local. También procesaron al señalado por los tocamientos.

Por redacción
| 23 de septiembre de 2021
Montevido, entre Junín y Pescadores. Allí está el negocio. Foto: Luciana Iglesias.

Después de estar cuatro días detenido en una comisaría de Villa Mercedes, J.R.S. regresó a su casa. Recuperó la libertad y pudo hacer lo que seguramente más quería: estar al lado de su familia y, sobre todo, de G., su hija. Pero no pudo despegarse de la acusación que le valió los días de encierro. La jueza Contravencional y Correccional 2, María Antonela Panero Magnano, lo procesó por causarle lesiones leves a un empleado del supermercado donde trabajaba G. y por daños en ese local. La persona a quien el hombre había ido a buscar al negocio, Quibin Lin, tampoco logró zafar de la acusación que desencadenó la reacción de J.R.S: haber abusado de la hija del hombre. Lin, empleado del comercio, también estuvo detenido cuatro días y ayer recuperó su libertad, pero fue procesado por manosear a su excompañera de trabajo.

 

J.R.S. (quien este medio identificará solo con las iniciales de su nombre para no señalar indirectamente a la víctima de abuso) fue procesado por "Daños" y "Lesiones leves", en perjuicio de Wang Hanyu. Asimismo, la jueza le dictó la falta de mérito por “Lesiones leves” a Chen Zhisen, el hombre de nacionalidad china que es dueño del supermercado Costo. En la misma resolución, la magistrada ordenó el procesamiento de Lin por "Abuso sexual simple".

 

También dispuso una prohibición de acercamiento recíproca entre J.R.S., su familia y Lin por el término de 12 meses, lo que les impide estar a menos de 100 metros de sus respectivos domicilios y lugares de trabajo. La misma medida, la restricción de acercamiento mutua, dispuso entre la familia de G., Hanyu y Zhisen.

 

Entre los principales elementos que le permitieron a Panero Magnano reconstruir lo que sucedió el jueves pasado en el super de calle Montevideo, entre Pescadores y Junín, se cuentan las declaraciones de los testigos y de la víctima de abuso, de 19 años.

 

La joven contó que hacía 12 días que trabajaba como repositora en Costo. El miércoles 15, Quibin Lin, a quien llaman "El Gordo", le dijo que faltaba un foco, ella le preguntó dónde estaban, para reponerlo, y él le respondió con su escaso español: "Arriba".

 

G. se dirigió al depósito de la planta alta y Lin la siguió. "Él me daba los focos, yo bajaba las escaleras y los dejaba en el carrito y así...", relató. Cuando el otro empleado le entregó las últimas bombillas, le pasó "la mano por toda la cola", denunció.

 

La chica le dijo que no volviera a hacer eso y angustiada corrió hacia donde estaba una compañera. Le contó lo que había pasado y la otra joven casi que ni se sorprendió. "Te hizo lo mismo que nos hace a nosotras", le comentó.

 

G. habló con su jefe, con Hanyu, a quien llama Iván. Le relató lo que le había hecho "El Gordo" y el dueño del supermercado le prometió que le llamaría la atención. Así, nerviosa, intranquila, la muchacha volvió a su casa. Estaba tan mal que no quiso decirles a sus padres lo que había pasado.

 

Al día siguiente, regresó al trabajo y le preguntó a Iván si había hablado con Lin. El hombre le respondió que sí, como riéndose, detalló G. "Otra vez me largué a llorar, sentí que se burlaron y entonces fue cuando llamé a mi papá", relató.

 

J.R.S. llamó a la Policía, pero no pudo esperar la llegada de los efectivos y fue de inmediato al supermercado junto a unos seis o siete familiares, a buscar al abusador. De acuerdo a lo que declararon los policías que arribaron al comercio, el padre de G. había empezado a insultar a Hanyu porque quería estar cara a cara con Lin y presentía que el dueño de Costo lo protegía escondiéndolo en un depósito, al fondo del comercio.

 

"En un momento (J.R.S.) le propinó un golpe de puño al dueño del supermercado, vociferando que el empleado saliera de donde estaba", recordó uno de los oficiales.

 

Cuando llegaron los refuerzos de la Policía, los familiares de G. se retiraron del local. Parecía que todo se había calmado, pero a los minutos entraron nuevamente al supermercado. Fueron hasta el fondo del negocio, forcejearon con algunos agentes, agredieron a Zhisen, lograron entrar al depósito donde Lin estaba encerrado con llave y lo golpearon.

 

"Estuve mal, me sentí mal por algo que sé que se me fue de las manos... Sé que está la Justicia, pero la vi a mi hija llorando y me volví loco", manifestó el hombre que, además, dijo que cuando fue al supermercado un empleado trató de mentirosa a G., ya que le contestó que era imposible que el abuso hubiera ocurrido, dado que hacía dos días que Lin no iba a trabajar.

 

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