Todavía hay en el tradicional bar de Rivadavia y Pringles algo de Rodolfo Enrique Isern, el arquitecto que lo diseñó en 1981, cuando la transitada esquina enfrentada a la Catedral y a la plaza Pringles se transformó en "Siroco", un café donde se juntaban los puntanos casi por inercia.
Cuando el lugar se transformó en el "Aranjuez" actual, la mano del arquitecto también estuvo para las remodelaciones. Pero su mayor logro llegó el 7 de agosto de 1985, cuando Isern ganó el concurso para confeccionar el escudo de la Municipalidad de San Luis.
Dos caballos -símbolos constantes en su obra- vigilan el edificio de la Catedral en el escudo que quedó en la memoria de los puntanos para siempre. "Creo que los caballos representan sus ganas de escapar, no hay vacío, hay cosas pendientes y en suspenso", dijo su hija Mariela en la inauguración de una retrospectiva de su obra que está disponible hasta el 23 de mayo en el museo Dora Ochoa de Masramón.
La muestra expone los trabajos del artista, 20 cuadros en los que predomina una tendencia figurativa, con un tipo de pintura repleta de símbolos y referencias oníricas y fantásticas. En otras, el pulso firme supo trasladar algunas sensaciones como la calma, la duda y la sorpresa.
“Quique” nació en Capital Federal el 6 de diciembre de 1943 y a los 5 años comenzó a dibujar con tanto entusiasmo que a los 14 fue premiado por el inolvidable Gaspar Di Gennaro, uno de los artistas plásticos más representativos de la provincia.
Fue otro destacado pintor de la provincia, Antucó Fernández, quien lo formó como un aprendiz constante en la creación sobre el papel. Isern estudió y se graduó en la Escuela de Bellas Artes y después pasó a la Universidad Nacional de La Plata para estudiar Arquitectura.
Cuando en los 70, la imprenta de su familia -la primera de la provincia- cerró, Enrique se trasladó a Córdoba para trabajar como arquitecto. Fue allí donde comenzó la relación con la empresa que le confió la confección de bares, restaurantes y locutorios en San Luis y en Mendoza.
En el nuevo siglo, el espíritu inquieto de Isern lo llevó a realizar y diseñar cartelería publicitaria en Buenos Aires, para después trasladarse a Santo Domingo, en República Dominicana, donde construyó varios edificios y contrajo una enfermedad que se lo llevó en 2006.
"Quique" murió en San Luis, pero de inmediato fue llevado a Godoy Cruz por su última esposa, quien también tiene en poder la última parte de su trabajo artístico.
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