SAN LUIS - Viernes 17 de Mayo de 2024

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Un aceite de oliva con sabor puntano

Por redacción
| 03 de mayo de 2015

Walter Lancioni y Javier Riviera son los propietarios de “Finca La Ilusión”, el establecimiento olivícola ubicado al noreste provincial, en Los Cajones. La propiedad la compraron en 2010 con la esperanza de algún día poder ver el óleo virgen embotellado, con su marca identitaria, salida de su propia fábrica. Con los años adquirieron cada detalle de esa imagen, apoyados por el Ministerio del Campo, hasta que hace dos semanas completaron parte de su sueño: adquirieron una máquina extrusora, que es aquella que exprime y saca lo mejor de las aceitunas.

 


La puesta a prueba de la nueva tecnología fue toda una celebración, porque  de la mano del crecimiento de este emprendimiento, las políticas de la cartera gubernamental vieron materializados sus frutos. De ahí que el día del estreno asistieron el gobernador Claudio Poggi y el ministro del Campo, Gonzalo Amondaraín. La fiesta fue completa para los socios emprendedores.

 


Pero este proyecto que de a poco empieza a madurar tuvo condimentos de todo tipo: suerte, trabajo y confianza. “En 2010 nos surgió la posibilidad de comprar las 70 hectáreas de este campo, que ya tenía algunos olivares recién plantados. Su dueño fue el que nos comentó lo de la Ley Frutihortícola -que consiste en el reintegro de parte de la inversión productiva- y eso fue lo que nos terminó de seducir para adquirir la propiedad”, contó Riviera.

 


Con las llaves de la tranquera en la mano, al año siguiente terminaron de implantar las primeras 20 hectáreas,  con distintas variedades de olivares, que eligieron para obtener aceitunas carnosas para consumirlas enteras, más la fabricación de  aceite de calidad.

 


Así intercalaron entre las filas changlot real, que da muy buenas aceitunas conserva, las de mayor tamaño y mayor rinde; manzanilla, que por ejemplo tiene doble propósito, sirve para obtener aceite y aceitunas; y arbequina, picual y coratina, que son aceiteras y permiten hacer varietales y jugar con el sabor.

 


“El anterior dueño ya había entrado en contacto con el ministerio, lo que hicimos nosotros fue continuar, expandir y materializar esa idea original”, agregó sobre el inicio de la relación con el gobierno puntano. Con el contacto hecho, presentaron los papeles y una vez que tuvieron todo en regla obtuvieron los beneficios de la Ley de Fomento a la Fruticultura. Fue en 2012. Ese año les reintegraron la inversión por 19 hectáreas, más de 186 mil pesos, y fue cuando decidieron implantar otras siete hectáreas más, motivados por la buena respuesta recibida.

 


Según dijo Riviera, desde el comienzo estuvieron  en contacto también con la cartera gubernamental para recibir asesoramiento de todo tipo. “Nosotros fuimos uno de los primeros en inscribirnos a la normativa”, comentó. De hecho, acompañaron naturalmente la salida de otras líneas  de crédito productivas como la del “Campo a la Góndola” y la de “Valor agregado en origen”.

 


“Justo coincidió que cuando salieron las otras, nosotros ya estábamos en la instancia de recibir las nuevas ayudas.  La Frutihortícola coincidió con la implantación, la del Campo a la Góndola nos sirvió para darle una orientación comercial y la de Valor Agregado para adquirir las nuevas máquinas, que es también una especie de estímulo muy importante”, explicó.

 


La procesadora costó alrededor de 300 mil pesos, de los cuales les devolverán 80 mil. Sin dudas, esta nueva tecnología los dejó bien parados porque actualmente son los únicos en la provincia que cuentan con máquina de extrusado. Si bien cuando ellos obtuvieron su primera producción en 2013, dos años después del arranque, en San Luis funcionaba una planta de fraccionado y extrusado, este año cerró.

 


Así, la nueva máquina que acaba de adquirir finca "La Ilusión” les calzó a la perfección, porque les permitirá ocupar ese vacío. Si no, los productores olivícolas locales tendrían que viajar a Cruz del Eje (Córdoba) o hacer más de 200 kilómetros para llegar a las plantas  de Mendoza.  De ahí que Sol Puntano, en un gesto claro al emprendimiento local, por primera vez salió de su predio experimental y dio una muestra de apoyo a las producciones genuinas con   la quinta elaboración de Aceite de Oliva Extra Virgen,  sin fines comerciales, sólo demostrativos.

 


El eje central, sin embargo, está puesto en sacar el óleo con el que llenarán las botellas bajo la etiqueta "Almazara", la marca propia de finca "La Ilusión". Si bien sólo se puede conseguir en determinadas ferias -estuvo presente en Alimenta San Luis del año pasado- su producto aún no tiene salida comercial a gran escala. "Queremos tener más estabilizada la producción. Por ahora todo lo que hacemos lo destinamos a regalos empresariales", detalló uno de los propietarios.

 



Salir del árido

 


Es que a pesar de todo, por el momento los frutos no son verdes. Según afirmó  Riviera, que llevó la voz cantante en la entrevista con la revista El Campo, si bien el emprendimiento “es muy gratificante”, los cinco años de trabajo han sido de “constante reinversión”, en los que aprovecharon las distintas ayudas del Ministerio del Campo para ampliar el capital. El proceso fue duro. Vinieron de otra actividad, a invertir en algo casi desconocido, con ayuda por supuesto, pero en un sector que tiene sus propias reglas. Desde 2013 que no pueden estabilizar la producción, un factor clave si quieren introducir su producto en el mercado.

 


Sin ir más lejos, el año pasado habían proyectado una provisión de 80 mil kilos de aceitunas y el resultado total fue de 3 mil kilos. Sufrieron una pérdida del 95 por ciento. “Tuvimos serios inconvenientes con la provisión de agua. El olivo no es un explotación que demande grandes cantidades, pero tiene momentos puntuales que necesita ciertos requerimientos hídricos para alimentar a la planta”, aseguró Riviera, quien explicó que el momento de la floración es cuando más demanda de esa ayuda vital, porque es cuando se forman las aceitunas, de noviembre a enero, en pleno verano, con todo el calor.

 


“Esta es la segunda cosecha que perdimos por falta de agua. En 2014 se perdió por las heladas tardías y en 2013 por falta de recursos hídricos”. La finca se alimenta por canales, que por distintos inconvenientes de infraestructura tales como roturas y cortes, se quedaron sin la provisión necesaria durante esos meses clave.

 


“Siempre la idea es expandirnos. Hemos considerado hacer otros cultivos en el resto de las 45 hectáreas, como arándanos, naranjos o almendros. Tenemos algo en mente pero la realidad es que por ahora estamos abocados a hacer el ciclo completo de las olivas. Una vez que solucionemos lo del agua y estemos en condiciones de cosechar las 28 hectáreas de olivos, vamos a ampliar la fábrica”, afirmó Javier sobre los proyectos a futuro.

 


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