Presentaron "La biblia spinetteana" hecha por un cordobés

Un viejo cassette TDK con un compilado de rock nacional cambió para siempre la vida de Jorge "El Ruso" Kasparian. En esa grabación deficiente estaban "Post crucifixion" y "Estado de coma", dos temas de Luis Alberto Spinetta, el músico, que a partir de ese momento, se convirtió en el nuevo faro de luz para el joven que por entonces tenía 15 años.
Ahora, a los 47, el cordobés no pasa un día de su vida sin escuchar alguna canción de "El Flaco", el hombre de las bandas eternas. Y para reafirmar su amor por el autor de varios clásicos del rock nacional, "El Ruso" confeccionó un libro en tela en el que enumeró la discografía, la poesía y la vida de su idolatrado en cuatro tomos.
"La música infinita", más conocida como "La biblia spinetteana", se mostró por primera vez en San Luis el viernes en el Centro Cultural Puente Blanco, en una exposición que derivó en happening. Sobre el final, los asistentes pudieron despegar las hojas del libro que estaban expuestas y guardarlas como un delicado souvenir.
Tal vez las palabras inmortales de "Barro tal vez" hayan servido como empuje para el trabajo de Kasparian. La poética de Spinetta "Si no canto lo que siento/ me voy a morir por dentro" podría ser la metáfora del libro que inventó el cordobés.
"Yo no persigo lucro alguno. Hice 200 libros porque no me alcanzó para más y porque desde el inicio la intención fue regalarlo a las personas que quería que lo tuvieran",  dijo Kasparian en la presentación del viernes.
En la muestra hubo cuadros con material que le fue sobrando al autor y un ejemplar del libro que el público observó como si una obra de arte muy delicada hubiera caído en sus manos. 
Cada tomo tiene una tapa realizada por un diseñador distinto que participó en el proyecto como una forma más de ayudar a Jorge. La portada del cuarto libro está firmada por "Semilla" Bucciarelli, el bajista de "Los Redondos".
Es difícil calificar la relación que une a Jorge con Spinetta. Podría ser fanatismo, pero como el término está desnaturalizado es mejor, como si la realización de "La música infinita" no hablara por sí misma, mencionar otros detalles: como que Kasparian es padre de dos hijas. La primera se llama Ludmila -como un tema de "El Flaco"- y la segunda estuvo cerca de llamarse Maribel, pero su esposa lo durmió a tiempo.
"Yo no soy un artista -dijo el autor a ETC-, soy un tipo que hace lo que puede diariamente con su vida. El libro es un agradecimiento muy chiquito, muy humilde, a un artista de verdad que hizo una obra monstruosa". Sin embargo, desde que en su provincia empezó a correr la noticia de su invento,  tanto chicos de colegios secundarios, como estudiantes de cine y periodismo se interesaron en entrevistarlo e invitarlo a mostrar su obra.
La misma muestra que trajo a San Luis el viernes, Kasparian la montó en Córdoba, con la presencia de Claudio Cardone, el último tecladista de Spinetta. "Estuvo muy bueno", recordó.
En el prólogo de "La biblia spinettana", Jorge recuerda el momento en el que se enteró de la peor noticia. Estaba de vacaciones en las playas de Uruguay, cuando le llegó un mensaje de texto con la novedad de la muerte que más sintió en su vida, después de la de su padre. "Sabíamos que estaba mal, pero cuando me cayó la ficha, tomé conciencia del volumen que tiene mi cuerpo: tenía 85 kilos de tristeza".
Ese día de febrero de 2012, mientras comía bizcochos en la arena uruguaya, Jorge pensó que se murió el único ser que no se tenía que morir. Y empezó a pensar en su reconocimiento en tela. Porque si "El Ruso" no hace lo que siente, probablemente, empiece a morir por dentro.