En San Luis ya se firmaron cuatro uniones convivenciales

Ni marido, ni mujer: convivientes. Griselda Arriola y Oscar González llevan dos años viviendo juntos y ayer decidieron subir un escalón más en la relación, aunque apostaron a uno que fuera un poco menos alto que el del matrimonio. Con ojos húmedos y aplausos, pero nada de arroz, firmaron un acta de unión convivencial, que es la figura del nuevo Código Civil (Ver "La flamante...") que les da derechos y obligaciones a dos personas del mismo o distinto sexo que tienen un proyecto de vida en común. Griselda y Oscar realizaron el trámite alrededor de las 10, pero no fueron los únicos que se animaron a probar la nueva modalidad. El Registro Civil tuvo una mañana casi maratónica, ya que otras tres parejas le pusieron el ‘gancho’ a su amor.

“Nos parecía que era momento de dar otro paso, pero el matrimonio era demasiado, sobre todo porque yo ya estuve casada. Por eso, vinimos al registro y nos explicaron de qué se trataba y creímos que era una mejor alternativa. Y yo me sentí un poco más tranquila con esa opción, porque quedé mal después de que me divorcié”, dijo la flamante conviviente, quien comentó que la primera vez que se acercaron a la dependencia, les explicaron cuáles eran los beneficios de contar con el documento, ya que les sirve como constancia ante cualquier gestión que deban realizar en un organismo público.

Oscar, explicó que tiene obra social por su trabajo, pero como no está casado con Griselda, el servicio no cubría los gastos médicos de ella cuando se enfermaba. A partir de ahora, la mutual y cualquier otra dependencia tendrá que reconocer que formaron una familia, aunque no cuenten con la libreta roja.

“Ahora están insertos en un marco legal que los protege y les permite definir legalmente la separación de los bienes. Antes no”, explicó Gastón Tula, director del Registro Civil. Y ejemplificó: “Una vez finalizado el vínculo, analizan qué va a pasar con la heladera, el televisor, el auto, la casa en la que conviven. Eso no se podía determinar hasta ahora si las personas solamente tenían una unión de hecho, no había forma de defenderse legalmente”.

Si bien el nuevo Código Civil y Comercial rige desde principios de mes, recién ayer se acercaron cuatro parejas a concretar el trámite, ante la sorpresa de Tula, quien esperaba que los interesados aprovecharan los primeros días para hacerlo. La gestión cuesta setenta y seis pesos por cada conviviente, que es el monto que les cobran a quienes deciden casarse. El titular del área explicó que por ahora fijaron la misma tarifa, porque el procedimiento es tan nuevo que aún no está incorporado en la Ley Anual Impositiva.

Para adherir a la nueva versión del concubinato, los interesados deben ser mayores de dieciocho años, solteros, viudos o divorciados. Quienes estén separados de hecho, no accederán al beneficio. Además, tendrán que sacar turno, ya que en el Registro Civil  sólo se firmarán los papeles los jueves y las parejas deben llevar el DNI, la fotocopia de la identificación y dos testigos que acrediten que llevan al menos dos años bajo el mismo techo. Ese día firman una declaración jurada con sus datos, arman el acta frente a las autoridades de la dirección y se llevan una copia del documento.

“Optamos por esta opción para los trámites. En realidad me enteré porque vine a sacar el papel de convivencia y me pasaron para acá”, contó entre risas Daniel Sosa, quien no pudo evitar deslizar un “quizás” cuando las dos testigos y hasta su propia pareja, Isabel  Garro, le preguntaron si en el futuro tenía pensado cambiar ese papel, por el del matrimonio. Su flamante conviviente comentó que planear una boda complicaba el presupuesto de la familia, sobre todo con mellizas de cinco años. “Hace nueve años que convivimos. El papel lo necesitamos más que todo para Anses”, aseguró.

También incursionaron en la nueva modalidad jurídica David Quiroga y Ana Rosa Valdés y Rafael Abarca y Tamara Rivera, quienes completaron el acta cerca del mediodía. Todas las flamantes uniones fueron presididas por Edith Lucero, que es la oficial pública encargada de entregarles la libreta a todos los recién casados y una eterna defensora del matrimonio. Tanto     es así, que les aseguró a las nuevas convivientes que si hubieran asistido junto a sus parejas a pedir el turno, hubieran logrado entre las dos convencerlo de que diera el paso completo.