Alfredo Casero: un serio que hace reír

Alfredo Casero, de buen humor a pesar de salir del banco y su burocracia, caminaba por el centro de San Luis saludando a quien se le acercara.

Su visita a la capital respondía a la responsabilidad de hacer trámites hogareños y como quiso mantener un perfil bajo, eligió el Bar de Turismo para una charla exclusiva con ETC. A juzgar por la cantidad de jubiladas que se le acercaron no fue acertada la elección del lugar.

Casero tiene en carpeta hace años abrir “Un perro con sombrero”, un espacio cultural con una carpa con tablones y fardos de pasto para que la gente se acomode y coma  pizza mientras ve en una pantalla “cosas que encontré para pasar que me encantan”, aclaró Casero. La apuesta sería en San Martín, donde el actor está radicado hace un tiempo.

En los sueños de Alfredo está pasar en su bar una serie de clásicos del cine de terror como “Nosferatu”, de 1922 de FW Murnau. Además, dijo que compró “el disco de la sinfonía que lo puse en sincro con el filme y mete miedo”.

También tiene planeado exhibir, las mejores peleas de box y vuelos de aviones, o algunas películas de Sandro “para las señoras del campo, la que quiera que venga y a la que no, no”.

“Voy a pasar cosas lindas, lo que la gente no ve. Los puntanos tendrán  la posibilidad de agarrar el auto y hacer desde acá 125 kilómetros. Vas por la mañana, desayunás o comés ahí, es como la casa de un primo o de alguien, el horno a leña es gigante, va a haber música con algunos grupos, puse una pista de Scalextric, hay una playita para tirarse”, enumeró como un agente turístico en plena venta.

“Mirá, es el gordo Caserossss”, gritó una señora que formaba parte de una comitiva de adultos mayores que llegaron de Olavarría a conocer la ciudad, y como no quiso quedarse con la exclusiva, corrió a buscar a sus amigas.

“Mi gran amor es sorprender”, aclaró sobre su necesidad de estimular con arte al resto de la gente, incluso a los alumnos de una escuela rural cerca de su campo. “Es algo increíble, les mostré películas de Chaplin o temas de Los Beatles, que no los conocían, podés darle toda la internet del mundo pero tenés que guiarlo al niño por dónde ir escuchando”, comentó.

Incluso sobre lo ecléctico que es Alberto Rodríguez Saá desde el aire de “Planeta Xilium”. “Yo escucho la radio y no es porque sea Alberto o estoy acá ¡pero esa radio está buenísima porque te pasan cualquier música!”, declaró sin perder la calma, sentado a sus anchas y con los dedos entrecruzados sobre el pecho.

“Pasa cosas que nunca en la vida había escuchado, fue uno de los pocos lugares donde escuché música bien de acá y del Congo o ficta o alemana, o que empieza con el Río Kwai, y te das cuenta que esa libertad era la idea principal de la radio”, relató.

De manera didáctica, Casero viró en su charla hacia Miles Davis y su ruptura en el jazz. "Entre el 70 y el 80 el tipo tocaba con wah wah y de ahí salen Ian Hunter y Herbie Hancock, o Joe Sawinul que forma la Weather Report”.

Tal vez la extensa nota del actor, músico y emprendedor cultural fue la excusa justa para no ceder a los pedidos de sus fanáticas, que no conformes con esperar a que terminara el reportaje, lo amenazaban al grito de “mirá, que ya nos vamos” y señalaban el colectivo estacionado.

¿Será que quienes lo ven esperan siempre un chiste? “Da la casualidad que se dan cuenta enseguida cuál es mi onda, se ríen cuando ambos nos queremos reír, no hago reír automáticamente, es un plomo cuando querés hacer reír, a mí no me sale”, aclaró. “Estoy más atento y preocupado por la cabeza de las personas, tiene más que ver con mi necesidad de juntarme con las personas que tienen ganas de hacer”, dijo, con una sonrisa grande tan blanca que parecía publicidad de dentífrico.

Hace poco editó el libro "Un perro con sombrero" junto a Juan Sáenz Valiente y actualmente dicta cursos de actuación en el Chacarerean Teatre en Buenos Aires y otro en Córdoba. Dijo que le encantaría hacer uno acá.  “Son intensivos y específicos”.

Alfredo contó que trabajó en publicidad y marketing con capos de empresas y gente de carreras complejas en Buenos Aires y en Japón. “Hay cosas que la gente no las sabe… y mejor que no las sepa”, dijo misterioso y se rió con fuerza. “Es por eso que no puedo irme a Buenos Aires a trabajar a Pol- Ka todos los días”.

De repente, el actor tiró una de esas frases llamadas a permanecer, típicas de su sello: “Me copa más que la gente vuele a que coman. Cuando en realidad tenés la posibilidad de volar: la plata viene sola, cuanto más buscás el knock out, más rápido terminás en la lona”, filosofó.

También contó orgulloso los logros de su prole, como Minerva, “que está trabajando en “Esperanza mía” y el “Neno” en el Clan de los Puccio (Nazareno como uno de los hijos en “Historia de un clan”), la verdad es que no me puedo quejar, sinceramente”.

Al no lograr el saludo, las turistas lo fotografiaron en plena faena. Algo es algo para contarles a los nietos. Se fueron pero el actor no dejaba de observar hacia la avenida Illia si en realidad se habían ido.

“No puedo más que estar agradecido de vivir en un lugar donde se nota que hay coherencia y sentido común", elogió sobre la provincia, "para mí, que vengo de lo más yermo, con la polución visual y sonora que hay… ustedes son millonarios de tener todo esto”, dijo abriendo los brazos.