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Informe especial: Sirios y libaneses, un camino de lucha y encuentro

Por redacción
| 30 de octubre de 2016

En San Luis los Abdala, Hissa o Chada son apellidos comunes, de vecinos, de amigos y compañeros de escuela. Sin embargo, el origen de esas familias es remoto en tiempo y distancia. Su llegada a la provincia tiene un camino de exilio y adaptación, de escape y encuentro, de despojo y unión. Son de ascendencia siria o libanesa. 

 


Hace más de 150 años, en 1860, comenzaron a arribar  a la Argentina los primeros inmigrantes de los países árabes, presionados por el entonces Imperio Otomano.

 


La guerra y la persecución se ensañaban con ellos, pero esta vez la salida no sólo era el Mediterráneo  (como en el conflicto actual), sino también el Atlántico, ya que miles eligieron América.

 


Subieron a los barcos como pudieron y con lo que tenían, y se asentaron principalmente en Estados Unidos, Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela y Chile. 

 


En la Argentina primero optaron por Buenos Aires, Córdoba y las ciudades del norte, y lentamente se distribuyeron por el interior. Así fue que llegaron a San Luis.

 


El exilio fue gradual y se fue apagando a inicios del siglo XX, pero un mundo convulsionado fue poco permisivo con Medio Oriente, ya que en 1940 otra vez miles de personas optaron por salir de Siria y el Líbano: es que los jóvenes eran reclutados para luchar en la Segunda Guerra Mundial (en ese entonces, Siria y Líbano eran colonias francesas). 

 


Apagado el conflicto mundial se inició una cruenta Guerra Civil en el Líbano, que comenzó en 1958 y empujó a otra gran cantidad de árabes, que huyeron una vez más para evitar la muerte. 

 


Desde 1990 hasta la actualidad, el número de inmigrantes árabes se mantiene estable; estos nuevos proceden principalmente de Siria, Marruecos, Palestina e Irak, y la mayoría de ellos se asentaron en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Rosario, Mendoza y San Luis.

 


Los inmigrantes pasaron de los barcos al tren, y de allí a las carretas. Arribaron a los puertos e iniciaron un rápido camino hacia el interior de San Luis, aproximadamente por los años 1890.

 


“La solidaridad y la causa en común por naturaleza, pues ‘la sangre no se hace agua’, hizo que estos primeros árabes se reunieran en las casas de los paisanos”, explica la información institucional de la Sociedad Sirio Libanesa.  

 


”No teníamos sede cuando comenzamos a reunirnos, pero íbamos de casa en casa… Nos vestíamos con ropas típicas, comíamos nuestras comidas y enseñábamos a nuestros hijos a bailar nuestras danzas…”, explicó Eduardo Abdala, quien fuera presidente de la Sociedad, en una entrevista realizada para un programa de la institución.

 


Desde su arribo comenzaron a buscarse y luego de tanto esfuerzo, pudieron encontrarse. Así, a principios del siglo XX, cada árabe o descendiente intentaba conseguir la ayuda de sus paisanos y la encontraba: comenzaba un periodo de unión interna.

 


Algunas familias hicieron recorridos por toda la provincia, generaron visitas e invitaciones y así, luego de tanto insistir y con un acuerdo general,  un 6 de enero de 1928 se creó la Sociedad Sirio Libanesa de Socorros Mutuos.

 


Ese año presidió por primera vez la Comisión Directiva de la novel institución Salvador Chada, acompañado en la vicepresidencia por Julián Nasif, como tesorero Miguel Nellar, protesorero Ramón Altamira, secretario Juan Chediack, prosecretario Jorge Abdala, revisores de cuentas Gabriel Nellar y Tufí Saad, y vocales Jacobo Alume, Julián Abrahín, Amado Saá, Julio Raba, Constantino Maluf, Ricardo Dagfal, José Simón, Salvador Mocdece, Constantino Hissa, Said Amado y Pedro Apes.

 


Una de las primeras acciones que emprendieron fue la construcción de un mausoleo en el cementerio San José de la ciudad de San Luis, donde realizaron a modo de homenaje una réplica del Taj Mahal.

 


Con un horizonte claro, el de consolidar la nueva entidad y con el aporte de dinero de los socios, el 11 de octubre de 1960 se configura una comisión honoraria "pro sede social" para comprar un local, que el mismo año se convierte en la Sociedad Sirio Libanesa de la calle Rivadavia 676, hoy Vía Rivadavia.

 


Otro hito de la Sociedad tiene que ver con la donación, en 1978, de un terreno en el Cementerio del Rosario, donde se construyó un nuevo panteón con capacidad para 250 nichos.

 


Luego, desde la presidencia de Raja el Nakhloul, se hizo una fuerte apuesta a la participación de los jóvenes, que le dieron impulso a la construcción de un salón de fiestas. Pero el trabajo no se detuvo, e iniciaron y concluyeron la construcción de una pileta de natación para los socios. Las obras se realizaron durante las presidencias de Elías Tohmé y Oscar Nellar.

 


Así fue que las fiestas y actos de aniversario de las independencias de Argentina, Siria y el Líbano eran motivo de reunión y de grandes celebraciones.
La casa era cada vez más grande, como su interacción con todos los puntanos.

 


Fue así que el grupo de jóvenes organizó en 1996 una reunión de la Federación de Entidades Argentino-Árabes, la Fearab, en San Luis: tenía como fin "institucionalizar los lazos con hermanos de toda la Argentina", y cuyo primer presidente fue Julio Raba, quien dirigió años más tarde también a la Sociedad.

 


En agosto de 2002, San Luis fue sede del Primer Congreso Nacional de Jóvenes Argentino-Árabes, en el que participaron más de 400 jóvenes de todo el país y de países limítrofes como Chile, Brasil y Uruguay. Después de ese congreso se constituyó formalmente la Juventud de Fearab Argentina.

 


En medio de constantes cambios, durante la presidencia de Miguel Ángel Caram, se realizó la remodelación de la estructura edilicia de la institución, que fue inaugurada en diciembre de 2003.

 


En la actualidad la institución está abierta a toda la comunidad: allí se realizan cursos y talleres que tienen que ver con la cultura árabe, pero para todos los interesados sólo es cuestión de pasar y dejarse atrapar por una cultura milenaria. 

 


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