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Pampa de las Salinas: el preso acuchillado sigue en terapia

Por redacción
| 31 de diciembre de 2016
Jiménez, el herido, también está encerrado por matar. Foto: Archivo.

Juan Marcelo Reales se acercó a Facundo Jiménez y, de modo sorpresivo e intempestivo, le asestó siete puntazos por la espalda, con un pedazo de hierro que sujetaba desde el cabo hecho con pedazos de trapo e hilos. Jiménez caía al suelo mientras el agresor salía como flecha a la celda del apuñalado y le destrozaba sus pertenencias. Así, Reales, cuya segunda y última condena fue en 2015, justamente, por matar a otro preso acusado por homicidio, manifestó, una vez más, a dónde puede llegar cuando  su alteración mental y agresividad se combinan y explotan.  El lesionado continúa en terapia intensiva.

 


El ataque ocurrió en un pabellón del Complejo Penitenciario 2, de Pampa de las Salinas, el jueves a la tarde, mientras algunos internos se entretenían con juegos de cartas, contó el director del Servicio Penitenciario Provincial, Ernesto Sáez.

 


Jiménez, el herido, también está encerrado por matar. Hace cinco años le dieron prisión perpetua por los asesinatos del productor audiovisual Esteban Quaranta y su madre, Elsa Ferrayoli, ocurridos en Villa Mercedes en 2008. Anoche, continuaba en la terapia intensiva del Hospital San Luis, confirmó una fuente de ese centro de salud.

 


“De acuerdo a las previsiones de los médicos, si continúa la mejoría, en dos días podría salir de terapia, y quizás en una semana ya estar de nuevo en el penal”, dijo Sáez. Cuando le den de alta evaluarán cuál es el sitio adecuado para su alojamiento. Cabe la posibilidad de que vaya al Complejo 1, ubicado en San Luis Capital. Por lo pronto, en el hospital, está con custodia.

 


Ayer, el director de la cárcel le dijo a El Diario que no está establecido aún si hubo algún entredicho o pelea previa entre Jiménez y Reales. “Es posible que la noche anterior –en referencia al miércoles– o el mismo jueves a la mañana haya habido una discusión, un hecho pasajero, un insulto, no lo tenemos en claro. Lo que entendemos es que, en su psiquis alterada y deteriorada, a Reales le ha quedado  la ‘necesidad’ de reparar esa supuesta ofensa”, conjeturó.

 


Reales fue definido por Sáez como un interno “con poca tolerancia a las frustraciones, que tiene un trastorno antisocial y una psicopatía importante”, componentes que inciden en la conflictividad de sus relaciones con otras personas. “Ha estado con tratamiento psiquiátrico durante un tiempo, y eso hace que, en determinados momentos del año, pueda tener una recaída, dentro de lo que es su patología”, indicó.

 


Por lo que ha podido hablar con la psicóloga que lo atendía, hace unos 60 días, por decisión propia, abandonó la sesión de terapia semanal y dejó de tomar la medicación psiquiátrica.“Presumimos que ha venido cursando un estado de alteración, que hizo un pico. Sufrió un brote psicótico –refirió Sáez–. Resultó lesionado Jiménez, pero podría haber sido otro interno, o alguno de los guardias”.

 


Sáez calificó como buena la conducta del interno lesionado. Según los testimonios recogidos, fue abordado de tal forma que no tuvo chances de defenderse. “Si lo hubiera visto de frente a Reales, habría tenido otras posibilidades, quizás”, supuso el director general del penal.

 


Al requisar la celda de Reales, los agentes penitenciarios hallaron la “chuza”, el arma que usó para apuñalar a su compañero de pabellón. Es de fabricación casera.

 


En Pampa de las Salinas hay un médico de guardia de modo permanente. Después de examinarlo, el profesional consideró que Jiménez debía ser trasladado al Hospital San Luis, donde lo operaron dos veces.

 


La primera intervención fue el mismo jueves, a la noche. “Había perdido bastante sangre. Le administraron suero por vía endovenosa” en el camino, refirió. Explicó que la segunda operación se practicó ayer a la madrugada, y que fue indispensable porque se presentó una complicación que, en principio, pudo ser subsanada.

 


Reales fue condenado por primera vez el 27 de febrero de 2006, en Villa Mercedes. Un tribunal le dictó prisión perpetua por haber asesinado a Laura Leticia Rigoni y a su novio, José Antonio Pizarro, en 2004. Cometió el doble crimen al verse descubierto cuando intentaba robar en la casa donde ella alquilaba.

 


Hace poco más de un año, el 1º de diciembre de 2015, la Cámara del Crimen Nº 2 de San Luis lo condenó a 18 años de prisión por apuñalar a otro preso, Luciano Gabriel Barbero, el 8 de febrero de 2013.

 

Según un dictamen psiquiátrico, Barbero era “irrecuperable”. Estaba encerrado por haber participado de la violación y el asesinato, a puñaladas en la cabeza, con una tijera, de una joven de 19 años, Lorena Natalia Luján, en 1999. Si hay algo en lo que Barbero y Reales parecen asemejarse es en la frialdad y la agresividad con la que han actuado.

 

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