La sola idea de que el hombre con el que compartía casa desde hacía más de cuatro años haya tocado a su nena de diez años llevó a la madre a replantearse su vida. Se fue del domicilio apenas una hermana le contó lo que la chiquita le había confiado. No quería estar cerca de Ángel Ochoa ni, mucho menos, que su hija estuviera un segundo más a su lado, bajo el riesgo de que se aprovechara de ella otra vez. Pero cuando la investigación de su denuncia avanzó descubrió que lo que sufrió la criatura fue peor de lo que creyó saber. Su pareja no sólo la había manoseado, también había terminado con su virginidad.
Por eso el juez de Instrucción Penal N° 2, Leandro Estrada, procesó y ordenó la prisión preventiva del hombre de 65 años. Está acusado de “abuso sexual con acceso carnal, calificado por la situación de convivencia”, informó el magistrado.
El ultraje fue denunciado el 11 de febrero, por la madre de la víctima, en la Comisaría 18ª, de Justo Daract. La mujer de 38 años no se enteró por voz de su nena, sino a través de su hermana, dijo un informante.
A la chica le daba un poco de miedo contarle directamente a su mamá. Por eso se lo confesó a esa tía, con quien se sentía más abierta, menos avergonzada, para hablar de algo tan delicado.
Apenas lo supo, la mujer se lo dijo a su hermana y ella fue hasta la comisaría. De su denuncia, sólo trascendió que, en un primer momento, pensaron que se trataba de lo que la Justicia configura como un abuso gravemente ultrajante.
O sea, un ultraje que en la legislación penal se ubica en medio de lo que es un abuso sexual simple, es decir lo que puede ser un manoseo, y un abuso con acceso carnal, un delito más grave aún. Se trata de un hecho de mayor perversidad que el primero, que excede el tocamiento sin llegar a incurrir en el acceso carnal.
Como primera medida, a las pocas horas de asentada la acusación, la menor fue examinada por una ginecóloga del policlínico regional de Villa Mercedes. La revisión reveló que había habido más que meros toqueteos.
La mujer y sus hijos se mudaron, de inmediato, de la vivienda que compartían con Ochoa, en el barrio Norte de Justo Daract. Allí residían la denunciante con sus tres hijos, menores de edad –sólo uno de ellos era fruto de su relación con el imputado –, el acusado y un hijo adulto, que el hombre había tenido con una pareja anterior.
Luego, el juez ordenó que intentaran hacer declarar a la nena, en Cámara Gesell. También requirió pericias psicológicas y psiquiátricas.
El testimonio de la criatura corroboró lo que los especialistas descubrieron cuando la examinaron en el hospital.
A los diez días de denunciado el abuso, cuando regresaba de su trabajo de albañilería, Ochoa fue detenido.
Cuando fue puesto frente a Estrada, en el día de la indagatoria, el acusado declaró. Negó rotundamente la violación. Buscó atribuirle el ultraje que investigaban a un primo de la víctima, que a la vez es vecino. Dado que, según él, querían perjudicarlo para quedarse con su casa. De hecho, un primo debió mudarse de Justo Daract por esa acusación.
Tras la declaración, el defensor oficial Hernán Herrera requirió ocho días de prórroga de detención, para estudiar el caso y reunir pruebas que avalaran lo que había sostenido su representado.
En esos días, declararon en el juzgado las tías de la víctima, los policías de la Comisaría 18ª, entre otros. Por su parte, la defensa presentó como testigos a los hijos del presunto abusador. Nada le sirvió para darle credibilidad a su versión.
El miércoles se formalizó el oficio N° 294 del juzgado de Instrucción N° 2. Aquel que notificó al padrastro de su procesamiento y prisión preventiva.


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