A la espera del inicio de su show debut en San Luis, Camilo y Nardo comieron pizza y tomaron cervezas en un camarín de "Los Cedros". Encantados con el lugar, durante su intervención tuvieron tiempo para bromear sobre el pueblo cultural que los recibió. Entre otras cosas.
Los humoristas renovaron la admiración de los muchos que los conocían y les dieron de su nueva medicina a los que se dejaron llevar por las recomendaciones sin siquiera husmear en las redes sociales, el ámbito en el que mejor se mueven los visitantes.
Con los dos monologuistas, que son parte de una camada más numerosa de colegas que transitan los teatros de La Docta, Córdoba suma un nuevo estilo al siempre picante humor de su provincia. Es cierto que a veces con sólo oír el acento la risa surge con espontaneidad, pero los muchachos se esforzaron en ponerle contenido, color y una estructura a su espectáculo.
Ante su público, la dupla cumplió un guión medianamente establecido que tuvo los temas de los que hablaron y algunos gags preparados. Pero fue durante las improvisaciones cuando la soltura y la libertad les permitió llegar a sus conclusiones más acertadas y filosas.
A diferencia de otros espectáculos de dos standaperos que se turnan un tiempo en solitario sobre el escenario, los cordobeses pasaron más de una hora en dupla permanente. Se abastecieron de los remates, de entrega para el lucimiento del otro y de rápidos reflejos para la conclusión de una idea.
En ese sentido, el funcionamiento del show fue excelente, un mecanismo aceitado tras ocho años de trabajo potenciado con las giras que comenzaron hace poco. "Hace como cinco meses que tenemos ganas de venir a San Luis. Nos escriben mucho de acá", dijo Nardo sobre el escenario a poco de comenzar.
El inicio de "Humor seco" tuvo la musicalización de "Dale vieja dale", de Ulises Bueno ("Ulises Good", en el idioma de la dupla), hermano de Rodrigo "El potro" (Rodrigo "Little horse"), y un pretendido análisis de la letra de la canción que incluyó a Beatriz Olave, la madre de los cantantes. Pero, pese a ese comienzo, el show evitó referencias a Córdoba, sus costumbres y sus personajes, una temática muy repetida en los cómicos de aquella provincia.
Por el contrario, los monologuistas emprendieron sobre cuestiones de interés universal, como las borracheras (eso sí, no hubo un chiste de borracho propiamente dicho), el sexo y la familia; y también sobre otros menos extendidos como la ingrata profesión de ser locutor en una estación de ómnibus o por qué los padres mandan a sus hijos a practicar artes marciales.
"¿Hay alguien acá que quiera a Mirtha Legrand? Porque nosotros la odiamos", preguntaron al inicio en busca de una complicidad con el público que ya estaba en evidencia por la sola presencia de los espectadores que llenaron la sala del teatro Gran Charlie.
Cuando por alguna razón uno de los habladores dijo la frase "se cae de maduro"; de inmediato su compañero lo relacionó con la posible acefalía presidencial de Venezuela. Así toda la noche.
En la división de roles, Camilo fue quien aportó los matices de las voces -puede hacer de un niño, de un brasileño, de un gangoso y de los tres a la vez- y las expresiones corporales más marcadas. Nardo, en cambio, una cabeza más alto, se rió poco, galanteó con su voz gruesa y aportó un tono de serenidad y severidad a la noche.
Uno de los temas más extensos del show fue la presunta adicción a las drogas de Mario Bross, el icónico personaje de video game que Camilo, Nardo y el 90 por ciento de los integrantes de su generación jugaron alguna vez.
Los fundamentos de tal aseveración fueron la "M" (de merca, no de Mario) que el muñequito llevaba en su gorra, la constante necesidad de nutrirse de hongos y plantas, los golpes que se daba en cabeza sin sufrir dolores y su parecido físico con Pablo Escobar.
Al analizar en tema en profundidad -con la misma acidez que lo hicieron con la letra de la canción de Ulises-, los humoristas concluyeron que la triste incursión de Mario a las drogas pudo haber sido provocada por su hermano Luigi, ante la escasa participación que le dieron en el popular videojuego. "Lo introdujo sangre de su sangre; pixel de su pixel", remataron.
En la volteada, cayeron otros personajes infantiles (Barney, los Teletubbies, su coterráneo "Piñón fijo"), acusados de hablarles a los chicos de manera contraria a lo que recomiendan los psicólogos.
Por supuesto que también los psicológos fueron parte gastada de las aseveraciones de los muchachos.
Para el final, Camilo y Nardo se guardaron una perlita que también sería una demostración del tipo de humor que son capaces de hacer. Mientras hablaban de películas ("no se sabe por qué miramos "Titanic" o "La pasión de Cristo" si ya sabemos cómo termina") ensayaron una explicación bíblica sobre las razones que llevaron al pueblo de Jerusalén a elegir a Barrabás en lugar de Jesús cuando Poncio Pilato dio la oportunidad de indultar a uno de ellos.
"Lo que pasa es que Barrabas tenía barra", dijo uno. "En cambio Jesús tenía nada más que 12; y encima uno lo cagó", secundó el otro. Así toda la noche.
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