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“La sutileza que tienen los cuyanos para tocar es exquisita”

Con la idea fija hace años de hacer un disco homenaje a Hilario Cuadros, Lito Vitale remonta sus viejos proyectos. Dijo que “Ese amigo del alma” le cambió el modo de pensar, afirmó que el Negro Ferreyra es “un animal de la guitarra” y se lamentó por la separación de Kameleba.

Por Miguel Garro
| 30 de octubre de 2017
Fotos: Nicolás Varvara.

En la computadora de Lito Vitale hay una carpeta que se llama “Proyectos vitales” que, como se podrá suponer, acumula, enumera y ordena todas las ideas que al excepcional pianista le vienen cuando lo invade la inspiración. Entre operetas a futuro, pedidos de gobiernos municipales para que arme la fiesta del pueblo y disco de su propia carrera, hay uno que está íntimamente relacionado con Cuyo.

 

Asegura el director musical que hace mucho tiempo quiere grabar un disco homenaje a Hilario Cuadros, el cantor mendocino que fundó “Los trovadores de Cuyo”. “Me encanta la tonada, me fascina la cueca, esa sutileza que tienen los músicos al tocarla me parece sencillamente exquisita”.

 

Lito considera a Cuadros un compositor fundamental para la música argentina que, no obstante, como suele pasar con muchos artistas de esta región del país, no tiene el reconocimiento que merece. “De todos los músicos con los que hablé para ver si hacíamos algo, el único que lo conocía en profundidad fue Luis Salinas”, recordó el pianista, con algo de resignación y sorpresa.

 

Por alguna razón que no es tan fácil de explicar, la música cuyana no tiene ganado el espacio en la escena nacional como sucede con otros folclores del país. Vitale tampoco encuentra las razones, aunque prefiere extender es problema a un mal más general que particular. “En Córdoba –ejemplifica- está el cuarteto y no son muchos los artistas de otros géneros que se animan a hacer algo parecido. Son ellos y nada más, aunque es cierto que es mucho más masivo”.

 

Como recorre el país con más frecuencia que otros músicos, Lito (que nació Héctor Facundo y hasta el 1º de diciembre tendrá 55 años) tiene algo de autoridad en la opinión tras esa búsqueda constante e incansable que es la esencia de la canción nacional. Y pese a su extensa trayectoria, le cuesta enumerar algunos artistas provinciales con los que trabajó.

 

Uno es Daniel “El Negro” Ferreyra, quien cuando se consagró ganador de “Talento argentino” y Telefe le dio la posibilidad de grabar un disco recayó en las manos de Lito como productor. “Tocando la guitarra es un animal. Cuando hicimos un show con él y la Camerata Bariloche, los músicos de la camerata no podían creer lo que estaban viendo”, recordó Vitale.

 

En mismo lapso en que produjo a Ferreyra, en el que estuvo vinculado indirectamente con La Casa de la Música de Villa Mercedes, el pianista también grabó “Tiempos de tribulación”, el disco más exitoso de “Kameleba”. “Son buenos chicos, es una pena que se hayan separado”, dijo el autor, quien además aseguró conocer a “Algarroba.com” y la versión más moderna de “El trébol mercedino”, un grupo en el que se detuvo especialmente para estudiarlo a fondo.

 

A ese selecto manojo se sumó hace poco “Réquiem”, la banda adolescente de rock duro que se ganó el derecho de grabar en el estudio del amigo del alma al obtener el primer puesto en un concurso nacional de bandas. Sofía Fernández, la cantante del grupo puntano, se mostró ansiosa por empezar a trabajar con el productor: “Va a ser un placer enorme, esperemos que sea pronto”, dijo la chica.

 

La actualidad lo encuentra a Lito en el cómodo y gustoso papel de director musical de diversos espectáculos con los que recorre el país. Con ellos homenajeó al rock nacional, a la patria en su Bicentenario, a Carlos Gardel, a las canciones nacionales y para la inauguración del anfiteatro del parque La Pedrera, en Villa Mercedes, hizo un tributo a la bandera.

 

El trabajo del pianista en esos casos consiste en llamar a un seleccionado de cantantes, armar un listado de temas más o menos conceptual y desplegar su talento de arreglador en versiones en algunos casos sorprendentes. Cuenta para llevar a cabo esa labor con un grupo de guionistas y videastas que complementan un trabajo conceptual que tiene una característica: nunca se repiten. “Si hago un trabajo especial, para una fecha determinada, ese show se verá solo una vez. Es parte de la magia”, explicó.

 

Tal vez el germen de ese método de trabajo sea “Ese amigo del alma”, el programa que en la década del 90 cerraba la transmisión de Canal 13 y que tenía a Vitale al piano y algún invitado que recorriera una o dos canciones con su visión particular.

 

Al principio, Lito invitaba a sus amigos o a músicos con los que tenía características afines, pero después el universo musical se amplió de tal forma que llegaron al estudio “grupos con los que yo nunca hubiera pensado que me iba a poner a compartir música”. Entre los invitados extremos del ciclo estuvieron Rodrigo, Ramona Galarza, Almafuerte y Carlos Bisso.

 

“Siento –dijo Vitale a la distancia que ese programa me abrió el bocho. En aquel momento había mucho tiraorto, tipos cerrados, yo entre ellos, que nos juntábamos sólo con los que teníamos una cierta línea similar. Éramos muy prejuiciosos y yo también, por supuesto. El programa sirvió para sacarnos esas ideas de encima”.

 

Gracias a ese contacto diario con artistas de todos los estilos, Vitale conoció el respeto que sus colegas le tenían y, fundamentalmente, empezó a respetar si no a los géneros, al menos a quienes interpretaban ritmos que no eran de su gusto particular. “Entendí que quienes no eran referentes para mí, podrían serlo para un montón de otra gente”.

 

Vitale es un músico –de los buenos- que conoce el camino que deben hacer quienes eligen vivir del arte. Es por eso que como línea de conducta tiene el hecho de valorar lo artístico por sobre el reconocimiento popular, sea para él o para los otros. “Cuando tengo que convocar a alguien no me fijo en la cantidad de discos que vendió, trato de darme cuenta que lo que hace es genuino y vale la pena. Lo demás es suerte y una serie de elementos que son difíciles de conocer de antemano”.

 

Acaso una de las zonas menos reconocidas de un músico tan completo como Lito sea la de compositor. Eximio intérprete, notable arreglador, acomodado director musical y requerido productor, sus creaciones no tienen la trascendencia de las de otros, tal vez con menos experiencia. Lito no encuentra las razones a eso, pero tampoco las busca. “El compositor empieza a crecer en su faceta cuando otros artistas toman sus composiciones y las reinterpretan. A muchos les pasa seguido, a mí no me sucede tanto”, dijo más entero que tranquilo.

 

Uno de los últimos espectáculos temáticos que realizó se celebró por el medio siglo del rock nacional. Para hacerlo, la convocatoria estuvo limitada a los muchos músicos que integran el staff de Nacional rock, la radio donde Lito conduce todos los sábados “La bella y la bestia” junto a Hilda Lizarazu, su pareja desde hace ocho años.

 

Vitale dijo estar encantando con la posibilidad de hacer radio y de pasar la música que quiera, siempre dentro de los parámetros de una radio de rock. “Las autoridades de la emisora nos dan libertad total para decir las cosas y pasar los temas que nos interesan. Como Hilda decidió pasar música hecha por mujeres, a mí no me quedó más opción que poner canciones de hombres, pero no es una cuestión de género”.

 

Cuando Lito tiene el tiempo de sentarse y escuchar música por placer, prefiere ir a lo seguro y a lo clásico. “Rachmaninoff me encanta, Wagner me fascina, trato de buscar a tipos que no estén tan arriba. Quiero decir, Mozart y todo eso que se conoce va como piña, pero es una clase de armonía escuchar a Wagner”, sostuvo el autor, quien aclaró de inmediato que no es un gran entendido del género, ni un oyente que conoce todo el repertorio. “Soy más un picoteador”. En esa mirada de cuello alargado también están Keith Jarrett, Astor Piazzolla y Luis Alberto Spinetta, un músico con el que Lito compartió algunos grupos y, sobre todo, una época en la música popular argentina.

 

A una carrera tan extensa y con tantas satisfacciones, se suman algunos malos tragos que Vitale supo sortear con delicadeza. “El grito sagrado” fue un disco que grabó en 1999 con varios cantantes –en un formato muy similar al que lo tiene ocupado por estos días- que interpretaron nuevas versiones de las canciones patrias. Allí se pueden encontrar el Himno Nacional cantado por Jairo, “La marcha de San Lorenzo”, por Alejandro Lerner y María Elena Walsh, “El himno a Sarmiento” por Sandra Mihanovich y “Mi bandera” por Juan Carlos Baglietto, entre otros.

 

Pagado y encargado por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, el plan era repartirlo gratis en todas las escuelas del país, algo que no pudo suceder por los eternos problemas de la burocracia nacional. “Yo creo que fue más un descuido que un curro. Sucedió que como el trabajo estaba bancado por Buenos Aires, no había permiso para repartirlo en las escuelas del interior del país. Suena raro, pero es así”, explicó el intérprete.

 

 La conclusión fueron cinco mil discos repartidos en capital y 40 mil todavía amontonados (si no quemados) en algún depósito de un organismo público porteño. La actualidad encuentra a Vitale con mucho trabajo además del armado de espectáculos temáticos. Sigue con su dúo con Baglietto (momentáneamente suspendido porque el cantante inició una gira nacional con Jairo) y hace pocos meses lanzó un nuevo disco con su trío, ahora completado con Víctor Carrión y Mariano Delgado, dos músicos de menos de 35 años que crecieron escuchando las diversas versiones del trío original de Lito, con Bernardo Baraj y Lucho González.

 

El disco se llama “Sangre nueva” y tiene algunas composiciones recientes, reinterpretaciones de lo viejo y nuevas versiones de otras piezas que ya grabó el trío.

 

Justamente con ese formato de agrupación que tanto le gusta, Vitale está por cumplir 30 años, al igual que el estreno de “Ese amigo del alma”. Para festejarlo, el pianista está en tratativas con el Ministerio de Cultura de la Nación para iniciar una gira por todas las provincias que incluya a las orquestas provinciales. Por ahora no es más que uno de los tantos proyectos vitales que el pianista tiene en su computadora.

 

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