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Para "La Paz", la secuela fue mejor que el estreno

Con el reto de igualar su exitoso debut de 2016, la firma de los Werthein hizo su segunda subasta de toros en Batavia y se superó: cantidad y calidad genética a precios altísimos. Fue un cierre ideal para el calendario de reproductores de Alfredo S. Mondino.

Por Juan Luna
| 12 de noviembre de 2017

Abrazos por acá, apretones de manos y risas por allá. Cuando recién empezaba a asentarse la polvareda que había dejado el paso de la hacienda y los clientes abandonaban el predio, los integrantes de la firma "La Paz" de Werthein y los agentes de la consignataria "Alfredo S. Mondino" no paraban de celebrar y felicitarse por el resultado del segundo remate de reproductores de la cabaña en Batavia. Probablemente el clima de festejo era todavía más efusivo que el del año pasado. Y no es para menos. La firma confirmó todo lo bueno que había cosechado en el estreno de la plaza en 2016, y se convirtió en el cierre ideal para el calendario de reproductores de la empresa cordobesa.

 

“Siempre el debut es como una novedad, por lo tanto mucha gente puede venir a ver de qué se trata. En la segunda oportunidad, ya vienen con una idea del tipo de genética que producimos, y las expectativas están más acotadas a presupuestos de la realidad”, analizó, todavía entre mucha algarabía, el gerente de cabañas de la empresa de la familia Werthein, Jorge Sedelli.

 

Es que con un historial de 87 años de tradición ganadera y la experiencia de remates exitosos en La Pampa y Buenos Aires, la cabaña decidió abrir las tranqueras de su estancia "Gloria a Dios", enraizada desde hace más de veinte años en el árido sur puntano. En la apertura de las ventas, el titular de la compañía, Daniel Werthein, comentó las sensaciones que dejó la primera versión de la subasta. “Estamos muy entusiasmados después del remate que hicimos el año anterior, porque hemos tenido muy buenas respuestas con los animales que vendimos. Tuvimos la oportunidad de conversar con muchos de los compradores para seguir el desarrollo del negocio. Eso nos motivó para este año, vinimos con mejor hacienda, mejor genética, más cantidad”, aseguró.

 

Por eso, la segunda edición no dejaba de representar un desafío, tal vez más grande que el mismo debut. Haber puesto un piso tan alto, con uno de los promedios de toros más caros de esa temporada, obligaba a la empresa a no retroceder ni en los precios ni en la calidad de la hacienda presentada. Y lo cierto es que se superó.

 

“Vino mucha gente, tuvimos que agregar mesas y no es un campo que sea tan cómodo para llegar, está bastante alejado”, observó Sedelli.

 

En efecto, "Gloria a Dios" está asentada a orillas de la ruta provincial Nº 27, unos treinta kilómetros más al sur del cruce que bifurca el camino hacia Buena Esperanza y La Angelina. Son 23.700 hectáreas repartidas entre montes naturales y pasturas implantadas, donde la hacienda nace y es criada.

 

"Nosotros estamos en la provincia hace 20 años y hemos aprendido cómo producir de la forma más eficiente en este ambiente. Luego de haber superado esa etapa de conocimiento, nos consideramos preparados para ofertar ganado nacido y criado aquí, que sabemos que va a dar resultado porque es el mismo que nosotros usamos. Eso nos da tranquilidad ", reflexionó Sedelli.

 

En búsqueda de esa rusticidad y su reconocida genética llegaron cientos de productores de la región y desde otras provincias. El atractivo encierre estaba conformado por más de 400 vacunos de las dos principales razas que se utilizan en la zona: Aberdeen Angus y Polled Hereford.

 

Entre los compradores también había empresarios fuertes y cabañas de punta, a quienes no les temblaba el pulso a la hora de ofertar por algún toro elegido. Por algo, los seis Angus Puros de Pedigrí (PP) promediaron $130.835, y tuvieron un pico máximo de $220.000, pagados por un ejemplar colorado de un año y medio, 725 kilos y 41 centímetros de circunferencia escrotal. Quien rompió la alcancía fue nuevamente el productor mendocino Alfredo Vila, que ya había apostado fuerte en el remate de Garruchos Agropecuaria y se había quedado con un PP por ese mismo valor.

 

El paso de los Puros Controlados (PC) y los Puros Registrados (PR) fue igual de sorprendente o quizás aún más. Porque a medida que desfilaban, de a tres o de a cuatro, se iniciaba una secuencia de manos levantadas, señas y chiflidos, que se disputaban con ansias la posibilidad de elegir alguno de los ejemplares del lote.

 

Roberto Mondino, audaz martillero, se hizo un festín con tanta oferta y le imprimió un ritmo raudo al remate. En apenas un rato, despachó los 54 Angus PC por un promedio de $63.463, con algunos especímenes destacadísimos, a tal punto que un colorado, hijo de Don Omar, alcanzó los $103.000 (valor equivalente a uno Puro de Pedigrí) luego de una larga y aplaudida disputa entre Walter Cavigliasso y Eloy Guerrero, quien finalmente se quedó con el toro. Los Hereford fueron muchos menos, pero también tuvieron muy buenos precios. Fueron 16 PR con un promedio de $52.315.

 

Para Sedelli, que haya existido tanta puja por llevarse los toros es una muestra del momento general que vive la ganadería, con mejores perspectivas para las inversiones y muchas ganas de invertir en genética. Pero también, agregó, "habla de que hay una idea de que la ganadería ya no es algo genérico. Así como existe la agricultura de precisión, la ganadería de precisión empieza con una selección rigurosa de lo que uno quiere y necesita. Eso hace que en el remate haya mucha disputa por vacunos que responden a ese patrón que buscan los productores Eso es un avance de esta actividad".

 

La misma lógica reguló las compras de las hembras. Encabezaron cuatro vaquillonas Angus PP (dos negras y dos coloradas) que cotizaron $94.250, y siguieron las que contaban con garantía de preñez. Hubo 184 PC que promediaron $31.867 y 35 PR que rondaron los $30.857. Finalmente, las vacas con cría tuvieron un valor aproximado de $38.200 y las sin servicio, de $27.500.

 

Luego de dos horas no había quedado un solo animal sin vender. Y cuando el último martillazo golpeó el estrado, nadie tenía dudas de que había sido una gran tarde. "Cuando termina un remate, uno está con el pulso alterado, pero las primeras reflexiones son las que valen porque son las que uno tiene en la boca. Y el sabor que tenemos es muy dulce", expresó Sedelli.

 

Ese gusto especial lo sintieron todos los protagonistas de la subasta, quienes comenzaron a celebrar y a brindar apenas cerraban las ventas. "Fue un cierre de lujo para una temporada de reproductores muy buena. Estamos muy orgullosos de todo el trabajo que hizo el equipo durante todas las ventas de cabañas", dijo Mondino hijo, con una sonrisa de satisfacción. 

 

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