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Final provincial de rugby: ¡Tetracampeones!

En una final vibrante en el predio de Chancay, el Mercedes Rugby volvió a demostrar que es el mejor equipo de la provincia, derrotó al local por 34 a 10 y se quedó con el torneo por cuarto año consecutivo. El apertura Mauricio D’Andrea fue otra vez figura con su pegada.

Por Alejandro Samos
| 21 de noviembre de 2017
Locura final. Nadie se quiere perder la foto grupal, uno de los jugadores entra de cabeza a la escena. El conjunto mercedino lleva 10 campeonatos en 14 años de vida, ahora esperaran por nuevos desafíos regionales. Fotos: Martín Gómez.

Apenas sonó el pitazo final del encuentro, algunos guerreros veteranos del Mercedes Rugby, se abrazaron y lloraron con el sentimiento de quien consigue un sueño por primera vez en su vida. Eso tiene el rugby, una cuota de amateurismo que los hace emocionar con cada final ganada, aunque sea la cuarta de manera consecutiva. El domingo por la tarde, el “Rojinegro” demostró que es desde hace años el monarca provincial al vencer por 34 a 10 al Chancay Rugby Club,  de visitante y ante unas mil personas. Es el cuarto torneo consecutivo para el equipo mercedino y el décimo que consigue el club que tiene apenas 14 años de vida. 

 

A las 16:30 en punto comenzó el partido. Parejo, con mucho juego de los forwards, pero en esa paridad surgía un factor clave para el Mercedes Rugby, la pegada de Mauricio D’andrea que en 7 minutos aprovechó dos penales y puso una distancia de 6 a 0 en el marcador.

 

El local acomodó las piezas, evitó todo lo que pudo cometer penales y llegó al descuento a los 17' a través del pie de Alejo Johnstone que convirtió de 30 metros.

 

No había desnivel de los backs por afuera, todo era centralizado y se jugaba a 15 o 20 metros de cada linegol. A los 22' D’Andrea marró por la izquierda un penal y a los 25' fue Johnstone el que despilfarró la chance del empate.

 

El juego de manos de Chancay mejoró y se le presentaba una buena chance para tomar la delantera: el equipo de Mercedes quedó con dos jugadores menos por dos tarjetas amarillas y los de San Luis pudieron poner una pelota profunda en la defensa mercedina y tenían un line, a 10 metros de la zona de anotación. En lugar de tirarla arriba y cargar con el maul, decidieron una jugada corta y preparada que hubiera sorprendido, pero la pelota se le esfumó de las manos al receptor Hernán Cancio y los “Rojinegros” recuperaron la ovalada.

 

En el final del primer tiempo, D’andrea castigó con su pegada y puso el 9 a 3 en el marcador.

 

(Mauricio D’Andrea, goleador y la gran figura de la final)

 

Quiebre y diferencia física

 

 Lo que se venía para el complemento se presagiaba como emotivo, el Chancay estaba abajo, pero a un try de pasar al frente y los mercedinos tenían que aguantar, jugar inteligente con las manos y aprovechar los espacios que le iba a otorgar su rival.

 

A los 5’ los mercedinos se encontraron con un line en tres cuartos de cancha rival, pelota arriba y a cargar con los “Osos” en el maul, la formación progresó y apoyó el primer try del partido y además la conversión de dos puntos. A esa altura era 16 a 3, un balde de agua fría para los locales y un desnivel muy importante en el marcador.

 

Chancay buscaba la reacción desde el banco, con el ingreso de algunas piernas frescas, pero el Mercedes Rugby siempre estuvo bien parado y controló los ataques.

 

A los 20' otro penal del 10 de Mercedes pondría aún más tierra de diferencia en el marcador y a los 22', una hermosa jugada del visitante que comenzó con los delanteros en la derecha y fue en avance hacia la izquierda  donde sobraba gente para atacar y un cruce de pelota le permitió a Manuel Martínez del "Rojinegro" apoyar en el lingol y la correspondiente conversión. 26 a 3, la final ya estaba sentenciada.

 

Con el local de brazos caídos, llegaría otro try para los visitantes en un desborde por la derecha, esta vez sin conversión. El partido estaba 31 a 3.

 

A 10 minutos del final, apareció el premio consuelo para los locales, que progresaron por la izquierda del ataque y llegaron a apoyar un maul pechando con sus hombres grandes, y luego consiguieron la conversión. 31 a 10 y nacía una mínima luz de esperanza.

 

Pero el encuentro iba a terminar como comenzó, con un penal convertido por Mauricio D’Andrea para poner el 34 a 10 final y desatar la locura de los 150 integrantes de la familia “Rojinegra”.

 

Ganó el mejor, pero también el deporte porque los jugadores demostraron que se puede perder  y felicitar al rival sin rencores y el público alentó sin parar a su equipo, sin pelearse  de manera absurda con el rival, más allá de algún cántico propio del folclore bien entendido de un clásico.

 

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