Sueños bajo el sol de una chica atenta a todo

Giuliana Herrera fue la única puntana que participó en la tercera edición de la Bienal de Artes y Pinturas, en el Domo del Centenario, Resistencia. De 18 años, la chica fue una de los 80 artistas que pintaron en bastidores, frente a la admiración del público, y bajo el sol tremendo del norte.

Herrera se enteró que iba a la Bienal después que su hermano la inscribiera en el sitio donde debían anotarse los concursantes. De los 200 inscriptos en la plataforma, menos de cien viajaron a Chaco a mostrar su talento frente al padrino y creador del encuentro, Milo Lockett.

La Bienal —que no tiene premios ni jurado, ni categorías, ni temática definida—, está abierta a artistas de todos los estilos y a un público variopinto, que disfrutó de las intervenciones en vivo de los artistas (callejeros y pintores profesionales), en un atractivo patio de comidas y con los shows de “El Kuelgue” y “Babel Orkesta” durante el fin de semana pasado.

La muestra artística no fue competitiva sino participativa y el objetivo fue exponer durante tres días una sola obra, en un bastidor de un metro por un metro.

Giuliana pintó sobre tela a un nene colombiano con su temática preferida, la realista, con acrílicos en base a una foto de Facundo Cardella, un fotógrafo amigo de Buenos Aires.

A su corta edad, la chica también es una persona comprometida desde lo social. “Pinto a niños de pueblos originarios porque quiero, no sólo visibilizarlos ya que muchos de los argentinos esquivan su identidad, sino también aportar desde mi parte con el refuerzo de la identidad cultural, ya que tienen mucho para ofrecer y hay que valorarlo”, explicó, seriamente, sobre su propuesta.

Justamente en éste viaje a Chaco, la puntana visitó a la comunidad Lapelolé (qom) “para conocerlos y proyectar a futuro obras artísticas de niñas de esa comunidad”, señaló. Cuando termine esas pinturas, la autora quiere viajar nuevamente para entregarlas.

La joven artista está sorprendida por la recepción y la impresión que causó su trabajo, porque todos los participantes podían donar los cuadros (era su intención) o venderlos (fue lo que le pasó).

“Una señora lo vio y aunque me faltaba pintar la mitad de la cara, casi estaba decidida a comprarlo. Me insistió tanto que se lo tuve que vender”, contó boquiabierta.

La artista está en pleno proceso de la formación en su carrera y aunque le falten años para terminar la universidad, hoy se para firme frente a sus trabajos como una profesional.

La familia Herrera es de San Miguel, Buenos Aires, y hace cinco años —Giuliana con sus padres y su hermano— se radicó en La Punta en busca de una paz que en su ciudad se le había negado hace tiempo. “Encontramos una tranquilidad que no teníamos hace mucho”, confirmó la chica.

En Buenos Aires, Giuliana pasó por varios colegios pero en San Luis encontró el camino correcto cuando le abrieron las puertas de la Escuela "Nicolás Antonio de San Luis", de Bellas Artes. Este año ingresó a la carrera de Multimedia en la Universidad de La Punta.

La chica no tuvo más que reír cuando recordó de dónde nació su fascinación por pintar y dibujar, ya que nadie de su entorno cercano lo hace. Recordó con cariño que solía ponerse a la par de su abuela María Inés, porque le enseñaba algunos estilos y le dejaba pintar en todos lados, incluidos “en papel, en las paredes y sobre la mesa”, contó graciosa.

“No sé bien cómo empecé pero sí sé que desde chiquita hacia dibujos”, dijo "Kida", el nombre artístico basado en un personaje de “Atlantis”, su película favorita de su infancia. “'Kida' es una princesa bastante particular de una civilización antigua”, explicó.

“Mi idea es poder vivir del arte”, confirmó sin dudar ante semejante confianza en su talento. En la Bienal del Chaco, al vender su primer cuadro, sin dudas ya empezó a recorrer ese camino.